Ayla
Habían pasado 2 meses. Pero nadie bajaba la guardia. Ya sabíamos que en tres días más sería la batalla, y créanme que si estaba asustada; pero no lo demostraba. Todos estábamos entrenando, en este caso; yo con Evelyn, Hiyori y mi hermano.
—No dejo de pensar en cómo será esta guerra —suelto de pronto.
—Ni yo. De solo medio recordar cómo era el lugar en dónde estaba raptada, me causa enojo y tristeza —dice Eve.
—¿Quién no? —esta vez habla Percy.
—Bueno, ahorita regreso —se va y cuando ella se aleja, se acerca Hiyori.
—No quiero que se acerque ésta guerra —dice lo mismo que nosotros.
—¿Quién quiere eso? —suspiro—. ¿Mi tía y Sara ya están lejos? —la miro.
—Sí, ellas ya están fuera de peligro —me ve.
—Bien, después de esto les diremos todo el plan —comento.
De repente sonó el cuerno, anunciando que el enemigo se acercaba. Todos se empezaron a preparar. Pues nos tendieron trampa.
Nos pusimos en nuestra respectiva posición, yo me puse en un lugar en dónde no me podían ver, ya que iba a utilizar todos mis poderes, como se debe.
Percy
Estábamos en la barrera y de repente escuchamos un sonido de tambor, pues al parecer también venía por detrás.
—Estamos rodeados —dice un hijo de Hermes.
Entre la multitud de semidioses rivales que había, Cronos aparece. —¿En dónde está?
—No lo sabrás —habla Quirón.
Se ríe. —Oíste pequeña semidiosa, todos morirán solo por protegerte, que tonto —comenta—. Pero bueno, por lo menos verás como van muriendo tus amigos, uno...por...uno.
—No cantes victoria Cronos, te vencimos una vez, ésta vez será igual —le apunto con mi espada.
—Hijo de Poseidón, tú y yo tenemos algo que arreglar —me da una mirada asesina.
—Pues hazlo de una vez.
—¡Ataquen! —da el grito de batalla y nos empiezan a atacar.
Y nosotros por igual empezamos a atacar. Esta vez era un poco más reñida, porque había varios semidioses que se aliaron con Cronos, no sé que les prometió pero sé que no lo cumplirá.
En ese séquito, había varios hijos de Hécate, por lo que fácilmente pudieron meter a los monstruos.
Ya teníamos una desventaja ahí, pero no nos íbamos a rendir.
Dos semidioses empezaron a pelear conmigo, pero no esperaba que otro se acercara a mi por detrás, y en eso siento como alguien lo mata, y ese alguien es Nico.
—¿Y Ayla? —estábamos peleando espalda contra espalda.
—Está oculta, ya entrará en acción —mato a una arpía.
Ayla
Estaba arriba de un árbol muy frondoso, nadie me podía ver, así que pasaba desapercibida aquí; según yo.
Después de un momento, podía ver que el ejército de Cronos, era el doble de lo que éramos nosotros, y solo estaba contando a los semidioses; pero si cuento también a los monstruos, eran el triple. En eso escuchó que alguien grita "¡Ahora!" Y empezaron a caer bolas de fuego, supuse que había catapultas, ya que las bolas provenían en dónde están los árboles.
Giro mi collar, tal como lo había dicho mi padre para volver a tener el poder del mar. Una vez que lo abrí, un aura entre azul y verde, y con un aroma a algas marinas; me rodeó y pude sentir como el poder fluía en mi ser.
Hice aparecer en mis manos, bolas de agua, lo cual se me hizo raro y genial. Junto mis dos manos y creo una bola enorme de agua, para después lanzarla hacia dónde estaban las catapultas de fuego.
—Es ahora o nunca —susurro y bajo del árbol.
Rodeé a los monstruos con el humo negro que salía y los volvía polvo, me iba acercando a dónde estaba Cronos, entonces me paré en medio del campo de batalla, estúpido lo sé; pero era la mejor forma de llamar su atención.
—¡CRONOS! —grito con todas mis fuerzas y se voltea a verme—. Llegó la hora.
—¡TÚ, ESTÁS ACABADA! —grita muy furioso.
—Eso ya lo veremos —levanto mis manos y hago crecer una ola—. ¡Alejense! —grito dando la orden y los semidioses que estaban de nuestro lado lo hicieron, lanzo la ola y esta se llevó a semidioses enemigos, todos gritaban de felicidad.
—¿Eso es todo lo que tienes semidiosa? —me mira incrédulamente.
—Esperaba a que dijeras eso —hago aparecer guerreros hechos de sombras y empezaron a atacar y después, aparezco un humo que empezó a ir de aquí para allá, deshaciéndose de los monstruos.
Sentía que ya teníamos ganada la guerra, pero error.
Una bola de fuego, más grande que las que habían lanzado, cayó en frente de nosotros, pero no me tocó el impacto porque alguien me empujó.
—¿Ayla, Ayla? —abro mis ojos y miro a Nico.
—Estoy bien —empiezo a toser un poco.
—Chicas, que ella se quede aquí. Cuiden la por favor —les ordena.
—Sí Nico —hablaron Maddie y Eve al mismo tiempo.