La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma - Antoine Laurent Lavoisier
*No quería que mi última voluntad sea recordando mi pasado, pero en mi partida llore la tuya, prematura, llena de esperanzas, sueños y un futuro resplandeciente. Fuiste mi hermana por 13 años, recuerdo cuando salíamos a pasear por la playa mientras papa nos observaba con recelo, dos hijas mujeres cuando el hombre quería un varón, me acuerdo sentarnos a jugar con arena y meternos al mar para limpiarnos, salir del agua con un exceso de sal en nuestros pelos, riendo como si tuviéramos la misma edad, siempre has sido mi guardiana y protectora, siempre te echarás la culpa cuando robaba los chocolates de papa que guardaba en su armario, me has cubierto la espalda para que tenga mi primer beso, cuando te fuiste de casa me sentí tan sola, pero con el tiempo entendí que te habías ido para salvarte, desafiaste a padre para poder vivir la vida, recuerdo verte más feliz que nunca, cuando venias a visitarme y me llevabas de compras, mientras rompíamos no se cuantas reglas impuestas, recuerdo cuando me lastime la rodilla en mi primer intento en andar en rollers, recuerdo la calidez de tu mano cuando viajé por primera vez en tren y estaba muerta de miedo hasta que se volvió divertido, recuerdo lo rápido que tecleamos en la computadora o lo rápido que leías aquellos libros que contaban historias de ángeles y demonios, de aventuras. de amores imposibles y la magia, tus ojos compenetrados en un universo que alimentó también mi fantasía, ahora ninguna de las dos podrá terminar el libro que alguna vez empezamos a escribir, te quiero hermana y te has adelantado, se suponía que la única que falleciera era yo.*
Una madre lloraba mientras sostenía la mano de una niña y un padre sentado en un rincón mirando hacia la cama de la pequeña Judith, los rizos de color rojo adornaban toda la almohada, su mirada estaba perdida en el techo, el sonido del monitor mostraban como los signos vitales de la niña se hacían cada vez más tenues, se podía escuchar la televisión encendida como también el paso apresurado de enfermeros y médicos , los gritos de angustia, las indicaciones de otros médicos. El noticiero no dejaban de hablar del accidente de trenes, el mismo tren en el que estaba Ema, muchos de los accidentados fueron sido derivados al hospital, ya han pasado ya dos días y el cuerpo de Tomas y Ema no habían sido encontrados, como otros cientos que se convirtieron en solo una mancha, con una gran impotencia el padre apagó la televisión, ya no quedaban rastros del tren, ni del accidente. Los padres de Tomas jamas se acercaron, la madre sabía que los hacían responsables de que su hijo estuviera en ese tren a esa hora cuando debía estar recibiendo la nota del parcial.
Las esperanzas de encontrar algún rastro se había desvanecido y lentamente el pulso de Judith se hacían cada vez más lento. No había ninguna forma de salvarla, su destino estaba escrito, la enfermedad había hecho metástasis, ya solo faltaban los últimos respiros, no sentía nada, la morfina hacia el trabajo de frenar el intenso dolor que sentía.
-Un solo día bastó, un solo dia para arrebatarme todo en mi vida, un padre no debería enterrar a sus dos hijas - decía con voz seca el padre, un hombre robusto de ojos claros y pelo rubio oro, apoyó su mano derecha en la mejilla fría de su hija y seco una lagrima que caía lentamente, se acerco y beso la frente de su hija.
-Hicimos todo cuanto pudimos, la vida nos bendijo y nos maldijo en tan poco tiempo, su hermano jamás podrá conocer a sus hermanas, no podrá jugar o pelearse, no lo van a disfrazar con sus ropas, no escuchara sus risas, solo las conoce por fotos y vídeos, solo serán una lapida, no es justo - La madre de pelo castaño lloraba aferrada a la mano de Judith que yacía con los ojos cerrados, inmóvil, se acercaba el final y no podía hacer nada para evitar que algo suceda.
- Cariño - dijo el hombre mirando a su esposa - No fui un padre perfecto, se fui un sobreprotector, que debería haberlas dejado vivir su adolescencia con más intensidad y menos restricciones, esta culpa invade mi pecho, solo quería verlas crecer, quería jugar con mis nietos, quería verlas con su vestido de novia, pero me concentré tanto en ser su protector que me olvide de ser padre, hemos peleado tanto, discusiones sin sentido y mi capricho de que no hayan sido varones, y la vida me las quito, las trate de protegerlas toda mi vida, ellas ya no estarán - El padre cayó vencido a lado de la cama
-Has sido un terrible padre pero aun así no faltaron las risas, te quiero papa, mama - Dijo la voz moribunda de Judith que dibujaba débilmente una sonrisa en sus labios
Ambos se incorporaron a ver los últimos segundos de vida de la aquella que luchó contra su enfermedad, que cada día lo disfrutaba, pero aun asi termino perdiendo.
Mientras que el monitor solo mostraba la línea recta de los signos vitales de Judith una foto era iluminada con los rayos de sol que atravesaban espesas nubes, una foto apoyada en un mueble, puesta por Ema en una de sus visitas, estaban ellas riendo arriba de un escenario, Ema junto a su piano de cola y Judith junto a su inseparable violín, ambas formaban un dúo tan polémico, desde chiquitas habían empezado a cambiar las notas, los tempos de las canciones más célebres, la melodía estaba allí, transmiten con mayor sentimiento que los autores habían intentado transmitir, para finos oídos lo que estaban haciendo era un signo de herejía, pero ellas tenían un don, juntas escribieron miles de canciones, compositoras desde una edad muy temprana, muy pocas veces no alteraban las partituras y muchas veces practicaban tanto que perdian la noción del tiempo.
*De pronto el cielo se iluminó, una poderosa lluvia había comenzado a caer, la niebla dificulta la visión, el día se sentía pesado las gotas frías golpeaban con furia el pavimento, el cuerpo inerte de judith estaba en su ataúd hecho de algarrobo, el árbol que ella le gustaba, su vestido aterciopelado blanco símbolo de su inocencia estaba adornado con algunas pertenencias de ella, a su lado un cajón cerrado, dentro estaban todas las pertenencias de Ema, sus padres intentaban no quebrarse pero el mínimo recuerdo era suficiente para que rompieran en llanto*