La historia de un amor jamás vívido

“UN ADIOS”.


Había pasado una semana, en el viaje las cosas no habían resultado como se planearon,  durante el viaje David se encontraba más débil que nunca, se agotaba con facilidad, sus desmayos eran aún más frecuentes, se veía cansado gran parte del día y mucho más cuando yo me encontraba cerca de él; sin embargo  hizo su mayor esfuerzo para disfrutar el viaje y estar bien para estar a mi lado en esos momentos, viendo el amanecer en la playa, recorrer la arena descalzos tomados de la mano en la noche, momentos únicos que jamás podría olvidar, disfrutando cada instante juntos, compartiendo con nuestros amigos.

Era hora de regresar, ya en casa los días transcurrían pero David empeoraba, aunque lo intento disimular muchas veces tratando de mostrar que se encontraba bien, pero cada vez se le dificultaba más.

Una noche estaba junto a él mientras mirábamos las luces de la gran ciudad, sus ojos se perdían en los reflejos y luces; yo lo observaba, su rostro lucia pálido, sus manos ya me sostenían sin fuerza, era como si ya no poseyera ninguna fuerza dentro de él, pero jamás se apagaba ese brillo en sus ojos seguía intacto, cada vez que sonreía brotaba esa dulzura, esa calidez, no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, mi corazón se hacía pedazos al verlo, me sentía impotente, no poder regresarle esa fuerza y vitalidad que se esfumaba de su ser cada vez más rápido. El me miro, no podía contener mi llanto,  lo hacía desconsoladamente cuando se derrumbó en ese instante, sentí que lo perdía, desesperada solo gritaba mientras lo sacudía deseaba que se levantara como siempre lo hacía con esa sonrisa plasmada en su rostro, pero esta vez era diferente, esta vez no lo hacía.

Nunca solté su mano, ni deje de mirarlo mientras nos dirigíamos a la clínica, la sirena de la ambulancia la escuchaba con un eco, los paramédicos los escuchaba pero no los podía oír, estaba ida, era un zombi, solo veía como le conectaban aparatos a su cuerpo, no decía nada solo estaba ahí pasmada sosteniendo su mano esperando el momento de despertar  de una terrible pesadilla.

Mientras observaba como caía la lluvia a través de la ventana, recuerdo que hacía mucho frío, un frío helado que te atravesaba toda la espalda enfriándote la sangre y partiendo tu pecho en dos, evitando respirar; eso sentía ahí sentada a su lado esperando que despertara y me digiera ¡todo está bien!

Han pasado cuatro días desde que habíamos llegado a la clínica, David seguía conectado a los aparatos, ya había despertado pero era poco lo que hablaba parecía que su boca se encontrara entumida y su lengua pesara toneladas, tartamudeaba, hablaba muy suave, en esos cuatro días jamás me aleje de su lado, solo me apartaba de él cuándo se lo llevaban hacer estudios y exámenes, pues aun los doctores no podían hallar lo que estaba mal en él. Mientras él dormía no dejaba de llorar al verlo ahí, agotándose su tiempo, cuando abría sus ojos intentaba sonreírle para que no viera que me estaba muriendo con él.

Pasaban los días, no había ninguna mejora alguna, los doctores no dan explicación, y tampoco daban muchas esperanzas, mi dolor incrementaba con cada día que pasaba sin ningún cambio cada día que llegaba deseaba que ese día se levantara, verlo mejor, verlo radiante con esos enormes ojos grandes y expresivos que desbordaban la mayor dulzura que pudiera haber visto en mi vida, con su gran sonrisa; pero cada día sus ojos se opacaban mas aunque siempre intentaba sonreírme, ya no podía negar que cada vez era más duro para él.

Recuerdo muy bien era 9 de febrero eran casi las 10 de la mañana, yo estaba sentada a su lado con su mano aferrada nunca se la solté, él dormía, su madre recostada en el sofá, en varias horas ningún doctor o enfermara habían pasado a revisión que constantemente hacían, de pronto un doctor toca a la puerta

Buenos días, la madre de David –

Ella inmediatamente se levanta, sale con el doctor, se paran en el corredor yo allí sentada los observaba allí hablando, ella asentaba de pronto ella se suelta a llorar desconsoladamente, el doctor la abraza intentando consolarla, un nudo en mi garganta se formó cuando su madre en medio de su llanto y desesperación me miro, mi pecho se contrajo sentí un frío recorrer todo mi cuerpo sentí que la sangre dejo de correr por mis venas, su mirada me lo había dicho todo, mis lágrimas empezaron a correr desenfrenadamente, tome su mano mucho más fuerte, el corazón se me quería desprender de dolor, la agonía que sentía era inexplicable, sentía que algo dentro de mí se desgarraba.

El doctor le explicaba a su madre, que lo sentía mucho pero no había nada que hacer por él, no pudieron hallar lo que tenía que moriría y no pudieron descubrir que fue lo que le arrebato la vida, no hallaron el motivo por el cual David dejaría de existir en pocas horas; le daban solo horas para que diera su último suspiro, solo horas para que su corazón dejara de latir, solo horas para que yo pudiera sentir su calor, para que yo pudiera verlo, para que yo pudiera tocarlo, para que ya soltara su mano porque él no sentiría mi mano tomando la suya, solo horas para que pudiera……………. Seguir a su lado.

No podía resistirlo, saber que dejaría de existir la persona que más amaba en el mundo, que no podría volver a mirar, no podría ver su sonrisa, jamás me volvería a sonreír, sobretodo como podría vivir en un mundo donde el no estuviera. No dejaba de llorar, esta vez con mucho más dolor, el apretó su mano sosteniendo la mía, él lo sabía y daba su último aliento para apretar mi mano, lo mire con mi vista totalmente nublada, cristalizada por las lágrimas, él me sonrió, una lagrima recorrió su mejilla




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.