Los ojos de Rocío hacían que la garganta de Leroy se apriete, el simple hecho de tenerla a su lado ya lo hacía exaltarse, sus labios que rara vez chocaban hacían que en su cerebro se provoque una reacción más fuerte que las bombas que Estados Unidos mandó a Nagasaki, ella era su propia bomba.
-Quieres tener una cita?-dijo Leroy cuando estaba en la cama de él acostado con Rocío-es raro el tipo de relación que tenemos, no crees?
Rocío no contestó, estaba ocupada analizando las mejillas sonrojadas de él, Leroy estaba esperando la respuesta de su amiga la misma que lucía unos shorts rojos y una blusa morada, era de muy de mañana así que era normal que ambos estén en pijama, Leroy usaba su pijama a rayas con trensitos.
-Está bien, pero nada de besos ni abrazos, mejor amigo-en el fondo ella quería que él llevase el armamento y se armase de valor para que luche por su amor-puede ir Liliana?-dijo ella en un momento de descuido, ese momento fue lamentable, suerte que Leroy se había ido a la sala a preparar el desayuno para ambos.
-De verdad que eres idiota, ella está enamorada de él y aún así quieres que vaya-decía Rocío tapándose su cara sonrojada con las manos- pero sólo somos mejores amigos, no es como si quisiera que me abrace- ese fue un inútil intento de ella para no recordar que amaba a ese chico, pero no quería salir lastimada, ambos se querían, pero al parecer el maldito miedo los frenaba.
-Con quién hablas?-dijo la hermana de Leroy que pasó por el cuarto de él- Rocío, estás bien?
-Sí, estoy bien, María, gracias por preocuparte de este desperdicio de humano.
-No eres eso, eres como mi hermana- dijo María haciendo un puchero y abrazando a rocío.
-Estaba hablando de tu hermano.
-Ah, cierto, él dice que ya está listos tus dos huevos y longaniza, pero no entiendo, ya que comeremos avena.
-No le hagas caso a ese idiota.
-No debes hablar así de tu novio-dijo María frunciendo el seño.
-No es mi novio, es mi mejor amigo.
Se levantaron ambas de la cama y se dirigieron a la cocina a ver su tazón de avena cada una, Leroy estaba muriendo de risa al ver a Rocío riéndose al ver la expresión en su rostro al comer la avena, la misma que habia caído en sus pantalones.
-No parece avena, tienes mierda de paloma- dijo ella sonríendo, en ese momento Leroy se levantó de su lugar y fue donde Rocío, le abrazó.
-Ahora tú también tienes mierda de paloma en tu brazo- dijo él señalando el brazo de ella y evitando reírse demasiado-¿te parece bien a las cuatro después del colegio?
-¿Qué cosa?
-La cita romántica que tendrán ambos-dijo María levantándose de su lugar-procuren que no sea tía aún-dijo yéndose a la sala de estar a comer la avena que le quedaba.
Quedaron ambos en sus acientos sonrojados y apenados, antes ya se habían quedado solos, pero esta vez había algo diferente, un aire de incomodidad inundaba la mesa de comida, ellos evitaban mirarse y hablarse mientras comían a grandes bocados la insípida y dulce avena.
Se vistieron y fueron al colegio, Rocío caminaba demasiado rápido, por lo cual Leroy tuvo que correr para alcanzarla, y cuando menos lo esperaba, sorpresa, se encontraba perdido en una calle donde nunca había caminado.
Mientras más caminaba estaba más seguro que el colegio estaba lejos, entonces decidió aventurarse a faltar e irse por donde le llevase el viento y lo guíase su corazón, quería despejar su cabeza, así que fue al único lugar donde se iba a sentir bien, sorprndentemente ese lugar era el centro comercial a dond planeaba llevarla, planificó cada movimiento y expresión.
-Esa banca servirá para ponernos a charlar, esa mesa para comer las palomitas que dejará después de ver esta película, y aquí será donde le pida matrimonio en unos años-dijo Leroy en voz baja mientras se dirigía de nuevo a su casa, justo donde Rocío le estaba esperando muy enfadada.
-Vamos a la cita de una vez, antes que me arrepienta.