La Historia Entre Los Dos

24 ⌘ Bésala

Tres días habían pasado desde ese día en la cafetería, cuando Luka le había metido en la cabeza a Alek la idea de besar a Tailime Nazarova. 

Estuvo a punto de perder la marca para dar la vuelta en la alberca por estar distraído. No era sano estar pensando en besar a la hermana de su mejor amigo mientras entrenaba, considerando que dicha actividad incluía el riesgo de ahogarse.

El hecho de tener que aguantar la respiración y escuchar el movimiento del agua de manera submarina lo ayudó a centrarse en el momento.

Alek había tenido un sueño extraño. Algo similar a la primera vez que Tai había ido a acompañar a James en las pruebas de natación. Solo que, en el sueño, Tailime le había sonreído en vez de fruncir el ceño. Había sido un cambio interesante a la realidad. Así que en el sueño, Alek había caminado a paso decidido hacia ella, pero antes de tocarla, se había despertado.

Estaba seguro de que, de haber continuado, la hubiera tomado en brazos y la hubiera besado sin titubear.

Otra vez casi pierde la marca y por poco choca contra la pared, por lo que Alek optó por detenerse antes de causar un accidente. Jadeando, se quitó los goggles y la gorra mientras intentaba calmar su corazón por el ejercicio y la escena tan vívida que su imaginación le proporcionaba.

Y no lo hicieran empezar a hablar de cómo Tailime no había regresado la sudadera prestada, haciéndolo imaginarse el mejor escenario posible donde se acurrucaba en su sudadera para poder conciliar el sueño. 

Ja. Como si eso fuera real. 

Seguramente había terminado en el suelo y Tailime sólo había olvidado regresarla.

Fue hasta que levantó la vista que Alek vio que James y Andrew estaban afuera de la alberca, el último empapado mientras miraban en dirección a las gradas, hablando en voz baja como si discutieran una estrategia. 

Sin mediar mucho, Alek se impulsó fuera de la alberca, quitándose el cabello de los ojos con la mano y echándolo hacia atrás. Agarró los goggles con los dientes, intentando colocarse de nueva cuenta el gorro.

—¿Qué sucede? —preguntó al llegar junto a los otros dos, dándose por vencido con la gorra. De todas formas, no era como si fuera a regresar al agua.

—Rogers —fue todo lo que dijo James sin despegar sus ojos de las gradas.

Alek giró su cabeza en la misma dirección, notando a Jayden sentado en las primeras gradas junto al acceso, fingiendo demencia a pesar de saber que al menos otros tres miembros del equipo además de ellos lo estaban mirando.

—¿Qué está haciendo aquí? —quiso saber Alek con tono frío.

—Lo vi cuando entramos a la alberca, pero lo ignoré hasta que Robert se dio cuenta de ella —Andrew señaló con la cabeza hacia el banquillo donde los chicos colocaban algunas cosas que traían consigo de los vestidores. 

Alek parpadeó confundido cuando encontró a Tailime sentada entre todas esas cosas, avergonzada, con los ojos clavados en la libreta frente a ella. 

—Estaba sentada a unas cuantas filas de Rogers, y por la expresión que tenía, creo que estaba tratando de huir de él.

Alek volvió a mirar hacia las gradas. Jayden desvió la mirada hacia otro lado, incómodo por los ojos puestos en él, pero sin intenciones de irse de ahí.

—Tailime dijo que aquí era el único lugar en el que creyó sentirse segura —James descruzó sus brazos con un suspiro, colocándose las manos en la cadera—. Le dijimos que podía sentarse en la banca hasta que terminara el entrenamiento. Después, alguno de nosotros podría acompañarla hasta su casa.

Alek se quitó el exceso de agua del rostro, despidiendo a los otros dos mientras se encaminaba hacia la banca, donde Tailime se tensó al escuchar nuevos pasos dirigirse hacia ella, pero no levantó la mirada.

—¿Estás bien?

Tailime se relajó al escucharlo y se limitó a asentir con la cabeza mientras fruncía el ceño. 

Alek se miró a sí mismo. El traje de baño de pierna completa era su única vestimenta, y algunas gotas de agua escurrían por su pecho. 

Era lógico que Tailime se cohibiera ante él. Por eso miró alrededor, buscando la toalla que usaría para secarse una vez terminado el entrenamiento. No era lo ideal para cubrirse, pero era lo que podía hacer si quería que Tailime al menos se sintiera cómoda para dirigirle la palabra sin tener un aneurisma.

Una vez con la toalla al cuello cubriéndose lo más que podía, Alek se agachó frente a ella para poder verla a la cara. Tailime alzó los ojos, y por un momento Alek juró que la escuchó soltar todo el aire que tenía en los pulmones. 

La idea de que no solo era timidez lo que la hacía actuar así frente a él, sino que además de todo, la ponía nerviosa, lo hizo medio sonreír de manera suave.

—¿Te hizo algo? —preguntó Alek en voz baja, pero Tailime agitó la cabeza ante la pregunta.

—Lamento haber venido así —murmuró Tailime, pero esta vez fue el turno de Alek de negar con la cabeza.

—No te disculpes por eso. Te dije que podía ayudarte.

—Iba camino a la biblioteca para hacer el trabajo de historia —explicó Tailime señalando la mochila y la laptop junto a ella—. Me di cuenta que me seguía desde que salí de la cafetería. Intenté llamarte, ya que mis amigos y Kai se habían ido a casa, pero ya había comenzado el entrenamiento porque no contestaste. Así que no se me ocurrió otra cosa más que venir aquí.



#2405 en Novela romántica
#795 en Chick lit
#103 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, chick lit, odio-amor

Editado: 27.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.