La Hoja Blanca

Capítulo 29.

Sentía una agradable calidez en el rostro. Todo estaba oscuro…

Fuego le susurró una parte de su mente. Grandes.

Abrió los ojos y se encontró un con un tibio sol que le besaba el rostro. Se sentía tan bien. Muchas preguntas empezaron a brotar en su mente, pero las hizo a un lado. Una parte de ella quería quedarse ahí, bajó la luz del sol para siempre. Temía que, si apartaba la mirada de aquel hermoso cielo despejado, todo se derrumbaría.

La otra parte sentía ansias de saber dónde estaba, desesperación. Poco a poco las preguntas empezaron a empujar, anclándose en sus pensamientos. Tenía que saber si lo que recordaba era real o un sueño. Estaba segura de que no había despertado donde se había dormido, no tenía ápice de parecerse al frondoso bosque donde se había ido a meter.

¿Había sido todo un sueño? Si giraba la cabeza… ¿Qué encontraría? Sin apartar la vista del cielo, y aun tendida en el piso, recorrió el suelo con sus manos.

Pasto.

¿Se había quedado dormida en el parque? Tal vez. Podría estar Silka dormida a un lado, como siempre lo hacía. Si estaba Silka nada de lo que tanto la atormentaba había sido real. El cuerpo no le dolía nada, era una posibilidad y si eso no fue real… entonces Mirah también tenía que está viva… ¿Se había reencontrado con ella de verdad?

Juntó todo el valor que encontró dentro de sí y giró la cabeza. Vio a cuatro hombres tendidos en el pasto, vestidos con ropas algo viejas y derruidas, con varias armas tiradas por el suelo. A su alrededor, árboles que se habrían en el claro en donde estaban. No había sido un sueño, estaba ahí… a sus pies estaba ese mandoble con su inexplicable y tenue brillo.

¿Qué le había dicho el viejo? Ella era la elegida. Maldijo en silencio, no estaba segura de poder cumplir con algo tan grande. Redentora, una espada para redimir los males de la humanidad. Ella sin duda lo había arruinado muchas veces en su vida, quizá no era tan descabellado, una espada para pecadores. De todas formas, no dejaba de dudar de sí misma, no había salvado a nadie y tampoco había logrado nada. Dejo de compadecerse de sí misma un momento para compadecer al mundo ¿Que lamentable mundo dependería de ella para salvarlo?

Se sentó, y por un momento se preguntó dónde estaba el viejo, pero aquel pensamiento desapareció cuando, sobre unas grandes y esponjosas hojas vio comida. Pan y trozos de carne, alcanzaría para ella y para sus compañeros. Comprobó su cuerpo, moviéndolo temerosamente, pero nada dolía, estaba sana.

No había duda.

Castor fue el primero que vio sentarse. Ambos se miraron fijamente y asintieron. El siguiente fue Mathis que despertó asustado, mirando hacía todos lados. Finalmente, y como si no les importase nada, despertaron Julian y Trek.

Katria repartió la comida en silencio y todos comenzaron a comer.

—¿Qué se siente ser la elegida? —preguntó Julian con la boca llena.

Katria sonrió.

—Se siente bien ser especial. Ahora también lo eres tú un poquito, solo un poquito y mientras estés conmigo.

Julian bufó.

—Oh, que bien —dijo Julian con expresión burlona—. Es bueno ver que has dejado de llorar y ahora tienes más ánimo. Casi llegué a pensar que eras así de enojona y quejica.

—¿Qué quieres? —preguntó Katria, poniendo los ojos en blanco—. Nos ha pasado la primera cosa buena en días, no sé qué paso. Pero fue bueno, no me duele nada y tenemos algo de comida ¿Qué quieres?

—Demasiado acostumbrada a que todo gire en torno a ti —dijo con desdén—. No hemos salido de este lugar, tú tienes esa espadita ¿Y qué pasa con nosotros? David aún está muerto. Nosotros aún seguimos acá y probablemente mañana tengamos hambre otra vez. Suponiendo que lleguemos a mañana.

Katria apretó la mandíbula, sabía exactamente que quería hacer. Quería golpearlo, pero se sentía algo culpable. Ella los había arrastrado a ese lugar, aunque Julian había aceptado de buena gana, ella había sido la de la idea. Decidió ignorarlo.

—¿Y bien? —dijo Julian luego de un rato—. ¿No vas a decir nada?

No, no la iba a dejar ignorarlo.

—¿Quieres la espada? —preguntó Katria—. ¿Es que tienes envidia de no ser el elegido tu?

El rostro de Julian se puso rojo.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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