Esta es la historia de dos amigos, Jungli el cual era ciego de nacimiento y Tadeo que era maltratado en su hogar. Ellos se reunían diario en un valle junto a un riachuelo, siempre a las cinco de la tarde porque se divisaba un atardecer precioso; Tadeo se dedicaba a describir el cielo y Jungli se lo imaginaba. Hablaban de todo, jugaban e incluso se metían al riachuelo a nadar, cuando oscurecía completamente, regresaban a sus respectivas casas. El joven discapacitado conocía el lugar tan bien que nunca se extraviaba, sin embargo, su amigo merodeaba por los alrededores para no llegar a casa y soportar a su abusivo padrastro que siempre que se emborrachaba lo golpeaba dejándole ¨pequeñas galaxias¨ como él llamaba a sus hematomas.
Un día Jungli fue a su punto de encuentro como siempre…Pasaron los minutos y Tadeo no aparecía, lo cual era inusual ya que nunca faltan aunque lloviera o nevara, el joven regreso a su casa preocupado esperando con ansias ir al día siguiente. Pasó una semana y no había rastro de su amigo, de repente sintió una ligera brisa tocarle la cara y una voz susurrarle al oído: ¨Estoy en un lugar mejor, soy feliz, pronto nos volveremos a encontrar… nunca dejes de sonreír. Te quiero Jungli y siempre lo hare¨.
El pequeño lloro al escuchar esas palabras y alzo sus manos buscando el tacto de su amigo pero no lo encontró, ¨Te quiero Tadeo, no te vayas de mi lado¨ grito mojando sus mejillas con lágrimas.
Tadeo había fallecido a causa del maltrato de su padrastro y esa fue su despedida para la persona que más amo en su corta vida.