Anda, corazón, aquí no pertenecemos. No hagas un berrinche, por favor.
Vámonos en silencio.
Camina, corazón. No mires atrás, sé valiente. De aquí no somos ni seremos... Ni debemos.
Dejemos a ese corazón que conserve su espacio.
Arrastra los pies si crees que eso no nos alejaría más rápido, o si crees que me arrepentiré y te pediré que nos quedemos.
Anda mi corazón. Aquí no pertenecemos.
Mira, corazón... ¿Cómo te lo dejo en claro?
Ese corazón tiene demasiada luz y no lo queremos apagar.
Ese corazón no ha sido perturbado.
Di un paciente: "adiós" y retírate.
Sigamos encontrando nuestro brillo.
Ven, vámonos.
Yo te seguiré cuidando.
Tómalo por el lado amable: por lo menos volvimos a latir como nunca antes.
Nos vamos sabiendo que lo que dejamos es peso de una pluma y no el de una ancla.
Lo sé, lo sé, querido corazón... Duele.
Por favor, no hales de mi brazo que es más fuerte que tú y al final terminarás partiendo de un tirón conmigo.
Te entiendo.
Su luz es cegadora. Atrae demasiado.
Sé que resplandece de una manera inigualable.
Y es por eso mismo que te digo:
Vámonos, corazón, aquí no pertenecemos.
Editado: 11.09.2024