Parte dos, capítulo quince.
Pero no había nada, no había excusa que decirle para la mierda que acabo de hacer. Ella se acercó a pasos inseguros, hice ademán de ayudarla cuando se tambaleó pero se recuperó tan rápido como pasó, sus mejillas ya se encontraban húmedas y sus ojos rojos.
—¿Viniste a mi habitación solo a esto? ¿Es tu manera de vengarte por lo que hice? —desvíe la mirada, una carcajada rota me quebró—. No lo puedo creer.
No era esa la razón por la que vine, no se acercaba. Pero tal vez el hecho de que creyera que es mi manera de vengarme es mejor a que supiera que me encontraba ahí por un impulso. Que todo había sido algo no premeditado.
—Christine...
Mi cara se giró al otro lado cuando su palma se aplastó en mi mejilla en un ruido seco, me ardía la cara pero no hice más que acariciar la piel dañada y volver a verla. Esta vez estaba furiosa, pero debajo de esa furia podía notar la decepción haciendo mella.
Aprieto la mandíbula.
—Debí de hacer eso en el instante en que entraste a mi habitación, maldito imbécil. ¿Esto era lo que querías, no? ¿Que sintiera lo mismo que sentiste cuando te dejé? Bien, estamos a mano.
No me dejó hablar, solamente pasó a mi lado golpeando mi hombro con el suyo. Sentí algo que no pude descifrar ante sus palabras, no podía creer que pensara que quiero que sienta algo como lo que he sentido a lo largo de mi vida.
Eso no es algo que le deseo.
Esperé que volviera paciente, no valía la pena hacer algún movimiento mientras está de esa forma. No escucharía razones porque justo ahora estaba sorda ante cualquier cosa que le dijera, y lo que menos quería hacer es escucharme a mí que fue la persona que la puso en ese estado.
Así que no dije nada cuando tiró mi ropa hacia mi pecho con brusquedad y me miró como si fuera la peor escoria que haya visto. Sentí mi corazón acelerarse por el vértigo hacia su odio.
—No quería que las cosas terminarán así.
—Oh, pero así fue —sonrió falsamente, hice una mueca de desagrado ante la noción de eso—. He pasado por relaciones de mierda, Axel, relaciones en las que me trataban como basura. Pero ninguno de ellos me había hecho sentir como tal, tú sí. Me utilizaste está noche para vengarte de mí.
—¡Mierda, no es así! ¡No te utilicé! —no aguanté que dijera esa estupidez—. No me compares con los imbéciles con los que has estado, joder. No soy ninguno de ellos.
Asintió de acuerdo, el aire volvió a circular en mis pulmones. Me puse los boxers esperando que dijera algo más, cuando estuve apunto de ponerme el pantalón fue que decidió hablar. Dejándome paralizado en mi sitio.
—No, tienes razón. Eres peor.
Termino de colocarme el pantalón de mala gana, cuando estoy decente me dirijo a ella con seguridad. Decidido a hacerla entender.
—No te utilicé, ¿de acuerdo? Lo que pasó está noche fue un error, un impulso —fui sincero—. No te utilicé para nada.
Negó suspirando, fruncí las cejas en preocupación al escuchar el sollozo bajo provenir de sus labios. Mi corazón antes roto pareció quebrarse con el sonido, busco tomar su mano pero se aleja. Entreabro los labios, queriendo hablar de nuevo.
No me iría de aquí haciéndole creer eso.
—Por Dios, soy una estúpida.
—Christine...
—Creía que venías para reconciliarnos —trago en seco, dando un paso atrás—. Que me perdonarías por haber hecho la estupidez de dejarte, ¿cómo carajo no pensé en que venías a vengarte por eso? Dime, Axel, ¿cómo pude ser tan estúpida para creer que volverías por mí? ¿Cómo pude ser tan idiota para dejar que vuelvas creyendo que todavía me amas?
Inhalo, de repente me siento demasiado mareado como para poder entenderla. Sus palabras hacen eco en mi mente una y otra vez hasta crear un dolor de cabeza.
—¿Amarte? —cuestiono, con la mandíbula tensa porque esa no era una jodida mentira—. Sí —abre los ojos en sorpresa, hago puños mis manos negando—. Te amo, maldición, pero el hecho de que te ame no significa nada cuando tú ni siquiera puedes luchar por nosotros.
—¡Lo intenté!
—¡No! ¡No hiciste una mierda! —ella dio un paso atrás ante mi cercanía repentina—. No luchaste por nada, te fuiste en el maldito instante que sentiste que me querías, ¿no? Porque eso es lo que los Mϋller hacen, huir como unos putos cobardes.
—Sabes que no es así —bufo.
—Lo único que sé es que me dejaste y ni siquiera sé el maldito por qué —señalo con una sonrisa falsa—. Dime por qué, ¿mmm? ¿Por qué dejarme de repente sin decir nada? ¿Qué mierda hice para merecerlo, eh? —guardó silencio, alzo una ceja soltando una risilla sin gracia alguna—. Ni siquiera puedes decirlo, joder.
Tal vez simplemente no quería estar conmigo y ya.
Aprieto los labios, colocando la vista en mis pies ante la idea.
»¿Había alguien más? —creía que me escucharía seguro de preguntar, pero fue tan solo un susurro que temí que no se escuchara. Esta vez hice más énfasis en la pregunta—. ¿Había alguien más, Christine?
—No.
—¿Entonces qué mierda pasó?
—Yo... no puedo decírtelo —asiento, abro los labios para decir algo más, pero ella me interrumpe—. No insistas, no hay nada más que decir. Aléjate de mí, Axel Malik. Está vez soy yo que te pido que me dejes en paz —entreabrí los labios sorprendido ante la expresión fría que me mostraba—. Te quiero lejos de mí y de mi vida, ¿puedes hacer eso sin dejarte llevar por un puto impulso que termine jodiendo todo?
Hago puño mis manos, detallando la dureza en su rostro y la indiferencia en sus ojos. Había subido el telón de frialdad ante mí, estaba de nuevo mirándome como si fuera un puto extraño, no el chico con el que había pasado los mejores momento de su vida.
No había más nada qué hacer, esta noche, Christine Mϋller sería parte de mi pasado.