Lisa Marsh escuchó las noticias por televisión mientras ella y sus padres cenaban. Elena había arrugado el entrecejo, pero no había cambiado el canal a pesar de la mirada que le había lanzado a Luke. Demasiado joven para saber ciertas cosas.
—…se cree que la víctima fue dejada ahí entre las dos y las cuatro de la tarde… —informaba la conductora por televisión, una atractiva rubia con semblante preocupado. Y era que habían encontrado los restos de la chica cuando había sido el cambio de turno en la fábrica.
“Sorpresita que debieron llevarse los trabajadores”, había pensado Lisey, mirando la pantalla con aire pensativo. No se había armado tanto revuelo con la chica hallada detrás del negocio de los Newton. No necesitaba preguntar la razón, ya lo sabía.
Tess Darby estaba completa, muerta, pero sus restos en buen estado. Y June Cook… Su padre había dicho que parecía víctima de un troll de las cavernas. Aunque todos daban por sentado que no había sido un troll. Lisey había escuchado a las vecinas asegurar que era cosa de hombres lobos. La pelirroja no lo creía, pero lo mejor sería esperar los resultados de la autopsia.
—El Consejo Mágico ha asegurado que en caso de estar involucrado algún ser fantástico tomarán las medidas correspondientes —seguía hablando la presentadora.
—¿Qué significa eso, papá? —había hablado Lucas entonces, con la comida en su plato intacta.
—Significa que… —empezó el hombre, pero Lisey fue más rápida:
—Que los magos van a inmiscuirse en el asunto.
Luke la miró con sus grandes ojos de bebé antes de volverse hacia su padre.
—¿Es cierto?
—Más o menos.
Intercambió una mirada con su esposa y continuó comiendo. Lisey se pasó una mano por el mentón. Imaginaba el pueblo lleno de magos y magas de Phineas. No podía negar que eso sería emocionante, aunque dudaba mucho de la cooperación que pudiese haber. La chica asesinada era una no mágica y no creía que los médicos y policías fuesen a soltarla a los magos y su Guardia.
Hizo a un lado su plato vacío con cierto fastidio. Le molestaba imaginárselos peleando por June Cook como perros peleando por un hueso.
Las noticias terminaron y, por fin, Elena cambió el canal, buscando dibujos animados.
No hubo ningún otro comentario relacionado con el asesinato y Lisey pudo volver a su habitación.
Chasqueó los dedos mientras iba al armario a buscar el pijama, pensando. ¿Iría June a verla? En tal caso, ¿podría ella ayudarla?
Su teléfono celular comenzó a sonar justo en ese momento. Estiró la mano al momento y respondió en el acto.
—¿Hola?
—¿Lo has oído?
Típico. Sólo a Marcelo se le ocurriría hacer algo así.
—Hola, Marcelo.
—Hey, Lis. ¿Lo has oído?
—Sí.
—Pobre chica, yo la conocía de vista.
—¿De verdad?
La joven apartó un montón de ropa sucia de la silla y se sentó.
—Era guapa y seguido la veía en Danny’s, era del ambiente, ya sabes.
—Ya —pero Lisey no sabía. Ignoraba en que clase de lugares se metía Marcelo, pero no podían ser los mejores considerando la constante presencia de Newton y Blake en ellos.
—¿Estaba muy mal? —quiso saber Marcelo.
—No lo sé.
—¿No te lo dijo tu padre?
—Papá no la vió —y se abstuvo de añadir que ellos ni siquiera la habían encontrado. Había sido la Guardia Mágica, por lo visto el dueño de la fábrica era un mago y no se fiaba de la policía no mágica.
—Que mala pata.
—¿Por qué te interesa? —preguntó Lisey.
—No lo hace.
—Crees que la chica me vino a ver, ¿no?
—¿Lo hizo?
—No.
Su respuesta fue breve y aún así le pareció oír una risita tonta del otro lado de la línea, como si Marcelo no le creyera, pero decidió que ese no era su problema. Había dicho la verdad. June Cook debía llevar muerta unas quince horas y en ese lapso la única que la había visitado había sido Amelia.
—Como sea, ¿qué harás mañana?
—A lo mejor salgo con mis padres —mintió ella sin sentir la menor culpa.
—Vaya, esperaba que salieras conmigo.
—Lo siento.
—¿Qué tal al día siguiente?
—No creo poder —y Lisey comenzó a rebuscar en sus cajones, tenía un par de hojas blancas que pensaba llenar de garabatos.
—¿Tienes una cita o qué?
—Algo así.
—¿De verdad? —gritó Marcelo desde el otro lado de la línea. Lisey sonrió y sacó un bolígrafo de un pequeño bote que le servía como lapicero.
—Sí, tengo una cita con el dentista —y la chica dejó escapar una risita.
—No lo necesitas —replicó su amigo al momento —tus dientes son perfectos —y entonces cambió el tono de voz —ya imagino lo que podrían hacer esos dientes.
Lisey rodó los ojos, pero continuó sonriendo. Por supuesto que había mentido, pero con Benítez era algo que se le daba casi sin pensarlo.
—A lo mejor convenzo a Chris de venir —dejó caer su amigo entonces, conocedor del punto débil de la pelirroja.
—Pues que se diviertan —murmuró la chica, escribiendo el nombre del chico de ojos azules y llenándolo de corazoncitos.
—Ni siquiera tú te la crees, Lis.
La chica rió a medias, pero no dijo nada más. Escuchó un par de comentarios más y después le colgó el teléfono a Marcelo. No lo soportaba cuando comenzaba con su plan de ligue, aunque Lisa estaba convencida de que lo que Benítez decía era mentira, sólo quería molestar. Ella no podía gustarle a él realmente.
🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸
Al día siguiente no hubo novedades sobre la muerte de la chica, aunque el horror seguía en el ambiente. Will Marsh aseguró que aquello era perfectamente normal después de un crímen violento, pero Lisey no estaba del todo convencida. Casi parecía que… Eran ideas suyas, claro, pero, casi parecía que la gente disfrutaba con aquella sensación. Con la expectativa de no saber que ocurriría. Cómo si después de vivir en un lugar donde nunca pasaba nada la repentina aparición de una chica muerta causaba sensación.