Día 19

MEDIANOCHE

—Entonces —dijo tirándose sobre la cama—, ¿qué es lo mejor que tenemos hasta ahora?

—Derrumbar la pared —contesté mirando mis apuntes.

Era la primera vez que usaba una pluma de verdad para escribir, y era muy raro. Me molestaba un poco tener que mojarla cada tres palabras.

—¿No crees que tal vez el encierro es para toda la habitación?

—Puede ser, pero hay que intentarlo.

—¿No hay un plan C? —preguntó y tomó la hoja.

—Por el momento, no. Castiel no nos va a ayudar, ¿no?

—No, va a estar enojado y traumado un tiempo —respondió y suspiró—. Vamos.

—Espera, ¿vamos a romperla ahora?

—Sí, ¿prefieres esperar?

—No, no. Es que… No sé hacerlo, ¿tú sí?

Soltó una gran carcajada y salió. Fruncí el ceño, respiré hondo y la seguí hasta el sótano.

—Bien —comenzó a decir parándose frente a la puerta donde estaba Owen—. Owen, ¿estás ahí?

Unos segundos después, se asomó por la rejilla.

—Aquí.

—Voy a necesitar que te alejes todo lo posible del lado derecho, ¿está bien?

—¿Por?

—Voy a intentar derrumbar la pared.

—No creo que funcione…

—No nos cuesta nada intentarlo, solo haz lo que te digo.

—Está bien.

Dicho esto, se alejó y gritó:

—¡Listo!

Mérida cerró los ojos y comenzó a mover las manos formando una esfera marrón. La arrojó contra la pared, pero esta ni se inmutó.

—Ugh, necesitamos plan C.

—¿Y si la arrancamos? —pregunté con una ceja alzada.

—¿Arrancarla?

—Sí, como Spiderman cuando usa la telaraña y…

En cuanto noté su confusión, dejé de hablar.

—¿Spiderman?

—No importa —dije y suspiré—. ¿Puedes intentar arrancarla? Como hizo Merlín conmigo cuando me tiró contra los árboles.

—Oh… Por cierto, eso se vio muy doloroso.

—Lo fue —murmuré asintiendo—. ¿Lo harás o no?

—Sí, sí. No me apures —contestó algo alterada.

Poco después, como si de agua flotante se tratara, algo blanco comenzó a salir de sus manos dirigiéndose a la pared. Esto se aferró a ella y Mérida comenzó a tironear, gritando y gruñendo un poco. La pared se aflojaba cada vez un poco más, pero no lo suficiente. Comencé a preocuparme, así que me uní. Miré la pared fijamente con las palmas hacia ella, concentrada, hasta que el “agua” comenzó a salir. En cuanto se pegó, cerré las manos y comencé a tirar como si fuese una soga. Me faltaba fuerza, pero entre las dos logramos arrancarla a pedazos, dejando un agujero bastante deforme y tal vez no lo suficientemente grande para una persona.

—Gracias —murmuró cansada.

Le sonreí y me acerqué, buscando a Owen.

—¿Puedes pasar?

De repente, un gato saltó por el hoyo, haciendo que peguemos un salto.

—Dios, menos mal, no tenía pensado hacer eso de nuevo —dijo Mérida y comenzó a subir las escaleras.

—Ya está de malhumor —maulló Owen.

—Realmente lo está —susurré y reí un poco.

—¿Bastian está bien? —preguntó.

—Sí, Tabitha lo está ayudando.

—Genial, menos mal.

Owen se transformó en un guepardo y empezó a limpiarse.

—Podría haber limpiado el lugar, mínimo —dijo entre lamidas.

—Me alegra mucho que estés bien —dije y la abracé.

—Ojalá dejarme hubiese valido la pena, pero lo entiendo —dijo ronroneando.

—No sabes cuánto me alivia escuchar eso, te juro que no quería dejarte ahí —comencé a decir separándome, con una mano en el pecho—. Y me rompe el corazón que Bastian no lo entienda. Pensé que podría salvarme y huir, pero simplemente no pude, sino…

—Te hubieses quedado por mí. Lo sé, linda.

—Perdóname —murmuré con un nudo en la garganta.

—Está bien, en serio. No te preocupes —dijo y golpeó su cabeza contra mí suavemente.

—Gracias —dije y suspiré.

—Hablaré con Bastian.

—¿En serio? —exclamé sorprendida.

—Claro que sí —contestó regresando a su forma humana, para luego subir las escaleras.

—¡Gracias!

Observé los escombros y el polvo. Era un desastre, pero no podíamos dejarlo así. Volví al piso de arriba y busqué a Mérida, pero antes, me crucé con Owen.