La isla donde murió Morfeo.

3.

3.
Desmon no consiguió conciliar el sueño en toda la noche. La cama era confortable, no había ruidos que perturbasen su descanso y la temperatura era idónea. No obstante, a pesar de las favorables condiciones, Desmon estuvo toda la noche despierto, dando vueltas y más vueltas sobre su lecho. Las horas transcurrieron, y aunque se mantuvo con los ojos cerrados, fue incapaz de alcanzar su propósito. Su cuerpo reposó, pero no su mente. 
Con la llegada del alba claudicó y se levantó de la cama. Una vez abandonó su alcoba se dirigió a la cocina y al entrar se encontró con Stacy, la cual estaba sentada en torno a la mesa principal, con una taza en la mano. 
-Sí que has madrugado. —Desmon se sorprendió al ver a Stacy. 
-Más bien lo contrario… No he conseguido dormir. 
-Pues ya somos dos. —Desmon se detuvo junto a la mesa. 
-Debe ser ‘jet lag’, o algo así. —Stacy bostezó enérgicamente.  
-Sí, supongo que tienes razón. 
-He preparado café, por si quieres servirte. 
-Me vendrá bien un café, estoy cansadísimo. 
Desmon se aproximó hasta la cafetera y llenó una de las tazas lindantes. Acto seguido regresó junto a Stacy y tomó asiento a su lado.  
- ¿Qué tenías en mente para hoy? —Stacy se interesó en conocer las intenciones de Desmon. 
-No mucho. Llevo un rato pensando en probar la piscina climatizada y la sauna. En el libro ponía que podíamos, ¿no? 
-Sí. —Realizó una breve pausa. — ¿Puedo ir contigo? No tengo nada que hacer y estoy demasiado cansada para buscar algo con lo que entretenerme. 
-Claro. —Bebió un extenso trago de café. 
Ambos permanecieron un cuarto de hora más en la cocina, pero debido al agotamiento la conversación de fue nula. 
-Bueno. —Se alzó de la silla. — Voy a por el bikini y la toalla. 
Stacy se marchó de la cocina y Desmon la imitó unos segundos después. Una vez se habían cambiado de ropa se reunieron en el recibidor. 
- ¿En qué parte de la casa está la piscina? —Desmon ni siquiera se había tomado la molestia de mirar los planos del libro. 
-Está al final del todo. Tiene puerta directa al exterior, no tenemos que cruzar toda la casa. 
-Genial. ¿Tienes la llave de la puerta?  
-No hace falta, ayer quité el seguro de dentro.  
-Has pensado en todo. —Desmon le dedicó una sutil mueca.  
Juntos rodearon el inmueble hasta alcanzar la puerta. Stacy que iba delante se encargó de abrirla y sostenerla mientras Desmon pasaba. 
-Bua… —Desmon estaba asombrado con el tamaño y estilo de la piscina. — Tiene hasta una cascada… 
-Lo sé, unos tantos y otros tan poco. —Stacy bromeó con descaro. 
-Cierto, pero hoy somos pertenecemos al primer grupo. 
Desmon se retiró la camiseta y se lanzó al agua. 
-Ah… Así da gusto. —Desmon sacudió la cabeza. 
Stacy se desató el pareo, posó la toalla sobre el suelo y se tiró al agua. 
Ambos disfrutaron nadando, buceando y flotando plácidamente. Alrededor de una hora después, cuando ya tenían la piel de los dedos muy arrugada, decidieron salir. 
-Estoy famélico. Cinco minutos secándome en la sauna y voy directo a comer algo. 
-Yo igual. 
Stacy configuró y activó el vapor que fue emergiendo desde el centro del habitáculo. 
- ¿Has pensado ya que quieres almorzar? —Desmon pensaba directamente con el estómago. 
-Me apetece fruta, algo dulce y jugoso.  
- ¿Qué tenemos en la despensa qué no requiera cocinar?  
-No lo he mirado todo, pero se que tenemos piña, uvas, melocotón, fresas, peras y mandarinas. 
-Podíamos abrir unas cuantas latas y compartir, así tendremos más variedad. 
-Me parece bien, una macedonia improvisada. —Stacy mostró su conformidad  
-Después creo que me iré a la cama, he intentaré descansar. 
-Yo voy a esperar, aguantaré hasta esta noche, quiero evitar el desfase horario. 
Una vez salieron de la sauna cumplieron lo pactado, abrieron diversas latas y repartieron el contenido por igual en dos platos. 
-Un buen baño, una temperatura ideal y terminar con fruta, no hay nada mejor. —Stacy estaba muy satisfecha. 
-Coincido. —Desmon estiró su cuerpo hasta hacer crujir algunas de sus articulaciones. — Bueno, creo que me voy a tumbar un rato. 
- ¿Te despierto para comer? 
-No, no te preocupes, necesito dormir. 
-Okey Des, que descanses. 
-Gracias. 
Desmon salió de la estancia y recorrió el pasillo que le separaba de su alcoba. Una vez estaba dentro se retiró toda la ropa y se vistió únicamente con un pantalón corto. En el techo tenía un reloj de pared y observó la hora, eran las ’11:07’. 
Hacía abajo, hacía arriba, a la derecha y a la izquierda, Desmon probó todas las posiciones posibles, y aún así no logró una que le ayudase a dormir. Evitó cuanto pudo abrir los ojos, pero al final terminó transigiendo. Al mirar el reloj de la pared, ’13:24’. Más de dos horas dando vueltas sobre la cama y no había logrado dormir ni un solo minuto. Su frustración era cuantiosa, y lo que más le molestaba era no poder solucionarlo por sí mismo. Estaba pensando en levantarse, e ir en busca de somníferos, cuando le pareció escuchar gritos. Pensó que quizá se trataba de su imaginación, pero entonces los escuchó más cerca y reconoció la voz de Stacy.  
Inmediatamente, saltó de la cama y fue en su busca. Salió con presteza de la casa y nada más asomarse vio a Stacy retornando desde la playa. Al instante advirtió que había ocurrido algo, pues Stacy cojeaba y parecía tener dificultades para llegar. Desmon rápidamente alcanzó su posición.  
- ¿Por qué gritas? ¿¡Qué pasa!?  
- ¡Desmon! ¡Me ha picado! ¡En todo el tobillo! —Stacy estaba tan airada como angustiada. — ¡¡¡Me escuece mucho!!!  
-Pero, ¿Qué te ha picado…?  
- ¡Una maldita medusa! Estaba paseando por la orilla y ha venido nadando para picarme.  
-Lo dudo… —Desmon sonrió. — Las medusas no nadan, se mueven por las corrientes marinas, asique es más culpa tuya, que suya.  
- ¡Va! ¡Deja de hacerte el gracioso y ayúdame! 
-A ver, ¿dónde te ha picado?  
-Aquí… —Stacy señaló su talón izquierdo.  
-Ahora quédate quieta.  
Desmon se acercó y cargó entre sus brazos a Stacy.  
-Llévame a la ducha, quiero limpiarme la herida.  
-Eso no es buena idea. El agua dulce solo lo empeoraría. Vamos a la despensa, juraría que allí he visto un botiquín.  
-Sí, sí que lo hay. —Stacy corroboró su afirmación.  
Desmon las transportó en sus brazos hasta la alacena, y una vez dentro, la posó suavemente sobre uno de los muebles. 
-Deja que lo vea.  
Stacy levantó la pierna para facilitar la inspección.  
-Lo tienes un poco hinchado, y está enrojecido.  
-Me arde… Y noto hormigueo en toda la zona.  
-No tienes ningún resto de medusa.  
- ¡¿Cómo qué ‘resto’?! —Stacy se alarmó tras el comentario.  
-Va, no seas quejica. —Desmon se alejó y destapó el botiquín. — Esto servirá. 
Desmon se acercó y limpió la picadura con suero fisiológico. 
-Hay que enjuagar, pero no debes rascarte, ni frotar, ¿entendido? 
Stacy asintió levemente. 
-Ahora… —Desmon se apartó y abrió uno de los congeladores. — Mantén esto cerca durante unos quince minutos. 
Desmon le entregó a Stacy una gasa con escarcha. 
-El frío te aliviará. 
-Gracias Des. —Stacy siguió las indicaciones. — ¿Cómo es que sabes tanto sobre medusas? 
-Me picó una medusa en una playa de New Jersey. Me atendió un socorrista y me explicó que hacer. 
-Pues ha sido una suerte para mí. —Le dedicó una breve sonrisa. — Y oye, lo siento si te he despertado, es que me he puesto muy nerviosa.  
-Tranquila, estaba despierto, no he conseguido dormir. 
- ¿Aún nada? Que raro.  
- ¿Ya te sientes mejor? —Desmon se agachó para mirar su talón. — Ya no está tan enrojecido. 
-Sí, me encuentro mucho mejor. 
-Genial. 
Stacy se levantó y estiró la pierna.  
- ¿Sabes qué es lo único malo de estar aquí? 
- ¿Qué? —Stacy sintió curiosidad. 
-No tenemos televisión, ni internet, ni nada para entretenernos. 
-Te equivocas, si hay algo. 
- ¿A sí? 
-Sígueme. —Stacy le hizo un gesto y salió de la estancia. 
Desmon la siguió desde atrás hasta la vivienda principal. Una vez accedieron al interior, Stacy le guio por los pasillos hasta una puerta. 
- ¿Qué hay aquí? —Desmon no sabía que esperar. 
-Pasa y lo sabrás. 
Desmon giró el pomo y abrió la puerta. 
-Wow… Vaya biblioteca. —Desmon estaba asombrado con la cantidad de estantes y de libros que había. 
-Es increíble, ¿verdad? —Stacy sonrió al ver la cara de Desmon. 
-Esto no me lo esperaba. 
Desmon se aproximó a una de las estanterías y leyó algunos de los títulos. 
-Hay de todo. Es una excelente colección. 
-Y mira. —Stacy se puso al lado de un antiguo tocadiscos. — También tenemos música. 
- ¿Seguro que podemos estar aquí…? —Desmon dudó. 
-Por supuesto, en el libro ponía que podíamos. 
-Genial. Y, ¿qué decía acerca de llevarnos libros?  
-Qué podíamos, siempre y cuando los devolviéramos a su sitio. 
-Estupendo. 
Stacy se agachó y revisó una caja llena de vinilos bajo el tocadiscos. 
- ¿Tienes alguna preferencia sobre la música? 
-No, pon lo que quieras. —Desmon estaba más interesado en los libros que en la música. 
-Okey. 
Mientras Stacy rebuscaba en la caja, dio por casualidad con un cuaderno. 
-Uy… ¿Qué hace esto aquí? —Stacy lo reconoció nada más verlo, era igual al que les habían entregado para que usasen de diario. — Des, mira esto… 
Desmon se aproximó y divisó el cuaderno. 
- ¿Estaba dentro de la caja? —Desmon estiró la mano y lo agarró. 
-Sí, estaba entre los discos. 
Desmon comprobó sus páginas, todas estaban en blanco a excepción de una. 
- ¿Qué pone? 
-No lo sé… No entiendo la letra. —Desmon no pudo descifrar el contenido. 
-Préstamelo. 
Desmon le entregó el cuaderno y Stacy trató de discernir el texto. 
-Que mala caligrafía. —Lo examinó detenidamente. — Mmm…  
- ¿Qué?  
- ¿Es posible que en la tercera línea ponga: “huid antes de que sea demasiado tarde”?  
-No creo. Aunque, lo cierto es que podría poner eso o cualquier otra cosa. Hasta los jeroglíficos son más fáciles de comprender que eso.  
-Tienes razón. —Stacy bostezó sonoramente.  
Desmon también bostezó al verla.  
-Bueno, y si dejamos la música para después, empiezo a tener hambre.  
-Me parece bien.  
-No tengo muchas ganas de cocinar.  
-Yo tampoco.  
-Abrimos unas latas de lo que sea, ¿te parece?  
-Perfecto.  
Antes de salir de la biblioteca, Desmon tomó prestado un libro.  
- ¿Cuál has cogido?  
-'El resplandor’ de Stephen King.  
-Uy, a mí la película me puso ‘la piel de gallina’. 
-Yo no la he visto.  
- ¿No? Qué rarito eres Des, es un clásico de Stanley Kubrick.  
Tras un breve paso por la despensa fueron hasta la cocina. 
Stacy escogió pollo en salsa y Desmon alubias. 
Al terminar de comer, Desmon se preparó una café y Stacy un té. Stacy no dejaba de bostezar y en la mayoría de ocasiones contagiaba a Desmon. 
- ¿No sería mejor que te fueras a dormir un rato? Te vas a desencajar la mandíbula. 
-Estoy muy cansada, pero es que si me duermo toda la tarde no podré dormir esta noche. 
-Lo entiendo, pero no hace falta que te duermas mucho, una hora o dos. 
-Ya… Sí, creo qué… —Stacy bostezó una vez más antes de acabar la frase. — Creo que tienes razón, voy a tumbarme un rato. 
Stacy se frotó los ojos y se levantó de la silla. 
-Nos vemos en un rato. 
-Que descanses. 
Stacy se marchó a su alcoba. 
Estando a solas, Desmon aprovechó para comenzar con la lectura. Devoró con celeridad los primeros capítulos de la novela, pero tuvo parar debido al agotamiento. Tenía la visión borrosa por la falta de descanso y padecía cuando quería enfocar las letras. 
Aquello le estresó, por lo que decidió salir a estirar las piernas. Se propuso bordear la isla caminando por la costa y así lo hizo.  
Algunas zonas de la isla tenían el terreno más escarpado y resbaladizo, pero eso no fue un problema para Desmon. El graznido de los pájaros fue su única compañía, ya que, junto a los insectos, eran los únicos habitantes habituales. Mientras transitaba por el este de la isla vio algo inusual, había tres pájaros muertos, uno al lado del otro. Lo que le resultó más singular, es que no parecían tener ninguna herida o lesión, era como si se hubiesen desplomado sin más.  
Una vez había concluido su caminata, regresó hasta la zona edificada. No sabía como emplear su tiempo, asique pasó al interior de la residencia principal. Desmon no se consideraba un fisgón, no obstante, el aburrimiento le llevó a querer curiosear por las habitaciones. 
Una por una fue alternando entre las lujosas estancias. La vivienda contaba con catorce habitaciones, siete baños, tres salones, dos cocinas, la biblioteca, la piscina y tres estancias más que permanecían cerradas bajo llave. Desmon sintió un gran interés, pero, aunque le hubiese gustado saber que se ocultaba tras esas tres cancelas, no tenía forma de comprobarlo. Al traspasar la puerta de la entrada, una mano le agarró súbitamente por el cuello.  
- ¡Buh! —Stacy gritó para sobresaltarle.  
Desmon se apartó de un salto.  
- ¡Qué haces!  
-Te he asustado, eh. —Stacy no pudo contener la carcajada.  
-Normal… No te esperaba. ¿Has dormido bien?  
-Que va… Me he puesto cómoda y he cerrado los ojos, pero nada, no he conseguido dormir ni cinco minutos.  
-Que raro… 
Desmon veía muy extraña la situación, no entendía como era posible que ninguno conciliase el sueño. 
- ¿Llegaste a dormir anoche? 
-Ya te he dicho esta mañana que no. 
-Pero…, ¿ni un poco? —Desmon insistió.  
-No que yo recuerde, ¿por? 
-No sé… Solo que esto no me parece normal. 
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué algo no nos deja dormir? —Stacy tenía un claro tono sarcástico. — ¿Y qué es? La némesis de ‘Freddy Krueger’ o algo así. 
-Bromea si quieres, pero en el fondo, sabes que algo no va bien. 
- ¿Cómo vamos a tener sueño? —Preguntó de manera retórica. — Si nos pasamos el día sin hacer nada. 
Desmon gruñó con desaprobación.  
-Estás exagerando Des. Seguro que esta noche dormimos como bebés. 
-Ojalá tengas razón… 
-Anda ven, he encontrado algo con lo que entretenernos. —Stacy le hizo un gesto a Desmon para que la siguiese. 
Juntos regresaron hasta su morada, una vez dentro, Stacy le condujo hasta la cocina. 
-Mira. —Stacy señaló la mesa. — Todos esos juegos estaban en una en una de las habitaciones del fondo. 
- ¿Te has dedicado a registrar los cajones? —Desmon empleó la ironía con vileza. 
- ¡No! Bueno… Un poco sí. —Stacy no sabía como justificarse.— No podía dormir, estaba aburrida, y…  
-Solo bromeaba, no tienes que darme explicaciones.  
-Oye, ¿y qué estabas haciendo tú en la casa principal? 
-Nada, echar un vistazo. 
-Somos más parecidos de lo que parece. —Stacy le sonrió con sorna. 
-El ‘Go’, el ‘scrabble’, el ‘monopoli’. —Desmon revisó los títulos de las cajas. — Un Backgammon, una baraja de cartas y un ajedrez. 
- ¿A qué quieres que te gane? —Stacy exhibió convicción. 
-El único de estos juegos que me gusta, es el ajedrez. 
-Si fuera tú elegiría otro. 
- ¿Por? 
-Es imposible que me ganes al ajedrez, no es por alardear, pero soy muy buena. 
-Al ajedrez entonces. —Desmon desoyó la advertencia. 
Se sentaron uno frente al otro y ordenaron las piezas. 
-Para ti las ‘blancas’, necesitas algo de ventajas. —Stacy prosiguió pavoneándose. 
-Como quieras. 
-Hagámoslo interesante, ¿quién pierda hace la cena? 
-Esta bien. 
La partida comenzó y Desmon se dedicó a atacar las posiciones de Stacy. La partida empezó muy reñida, pero cuanto más movimiento realizaba Stacy más próxima parecía su victoria. 
-Mmm… —Desmon miraba concentrado el tablero, buscando una solución para evitar perder su reina. 
-Lo siento Des, ya no la puedes salvar. 
-Ya veo… 
Tras perder a la reina tan solo logró aguantar tres movimientos más. 
-Alfil a ‘G2’, jaque mate. 
Desmon revisó la jugada hasta corroborar que no tenía opciones. 
-Bien jugado. —Desmon estiró la mano para estréchasela a Stacy. — ¿Al mejor de tres? 
-Por mi bien. —Stacy no pudo evitar mostrar una sonrisa arrogante en el rostro. 
- ¿Dónde aprendiste a jugar así? 
-Mi padre era un gran aficionado. Él me enseñó a jugar, hasta que le superé. —Los ojos de Stacy exhibieron la nostalgia que se siente al evocar el recuerdo de un ser querido. — No teníamos mucho en común…, asique era nuestra forma de pasar un rato juntos. 
-Entiendo… 
-Bueno dejémonos de sentimentalismos, voy a machacarte. 
-Eso está por ver. 
Stacy cumplió su amenaza y ganó sin esfuerzos cuatro partidas más. Se evadieron tanto con el juego que no se dieron cuenta de que había anochecido. 
-Reina a ‘B8’, otra vez mate. 
-Uf… Eres invencible. 
-Estoy hambrienta, ¿qué vas a cocinar? 
- ¿Qué te apetece? 
-Fritura. En el congelador de la despensa hay aritos de cebolla, patatas fritas, nuggets de pollo y de queso. 
-Entendido. ¿Vas poniendo el aceite a la freidora mientras voy a por todo? 
-Claro. 
Desmon se levantó y fue hasta la alacena, mientras Stacy cumplía con lo establecido. 
Cuando Desmon regresó el aceite ya estaba caliente y solo tuvo que introducir los alimentos. 
- ¿Otra vez vino? —Stacy no pasó por alto la botella que Desmon portaba consigo. 
-Dicen que una copa al día es buena para el corazón. 
-En ese caso tendré que tomarme una copa contigo. 
- ¿Lo descorchas? 
-Claro. 
Stacy destapó la botella y la sirvió mientras Desmon cocinaba. 
-Esto ya está. —Stacy le acercó el recipiente. 
-Esto ya casi. 
Una vez lo tenían todo listo se sentaron a cenar. Stacy estaba inusualmente callada y Desmon se percató. 
-¿Estas pensando en ellos…? 
-Si… Los nuggets son la comida favorita de Luke. Comerlos me hace pensar en él. 
-Seguro que están bien. 
-Seguro. Es sólo que no estoy acostumbrada a estar tanto tiempo lejos de ellos. 
-Yo no tengo hijos, pero comprendo lo que sientes. 
-No he llegado a preguntarte, ¿tienes pareja o alguien esperándote? 
-Lo cierto es que no. 
- ¿Y cómo es que alguien tan gallardo y apuesto como tú está soltero? 
-Es complicado… 
-Me encantan las historias complicadas. —Stacy le presionó sutilmente. 
-Hubo una mujer, estuvimos juntos cinco años, y llegué a pensar que ella era la indicada. Ya sabes, boda, niños y todas esas mierdas. 
- ¿Y qué pasó…? 
-Un día sin más se despertó y ya no me amaba… 
- ¿Así? ¿Sin mas? —Stacy rellenó nuevamente las dos copas. 
-Me dijo que se había cansado… Y… —Desmon no logró encontrar las palabras indicadas para expresarse. — Bueno, y eso, la relación terminó. 
- ¿Hace cuánto qué paso? 
-Seis años. 
- ¿Y no has vuelto a estar con nadie…? 
-No he encontrado a nadie interesante. 
-Bueno, eres joven, ya te llegará. 
-Lo dices como si fueras mucho más mayor que yo. ¿Cuántos años tienes? 
-No se le pregunta la edad a una dama. —Stacy empleó un tono jocoso.  
-Va, no te hagas de rogar. 
- ¿Cuántos años me echas? 
-Pues… —Desmon oteó su rostro detenidamente. — ¿33? 
-Casi, 35. 
-Lo que yo decía, solo nos llevamos cuatro años. —Desmon confirmó su apreciación.  
-¿Sí? ¿Solo cuatro? Pensaba que sería más, tienes un aspecto juvenil. 
-Gracias…, supongo. 
Ambos compartieron una carcajada. 
-Bueno, creo que es hora de irme a dormir. —Stacy estiró los brazos hasta hacerlos crujir. 
-Sí, ya es tarde… —Desmon estaba cansado, pero algo en su interior le decía que no conseguiría su tan ansiado descanso. 
-Voy a recoger y me voy a la cama. 
-No, no te preocupes, ya me ocupo yo. Tú descansa. 
- ¿Seguro? 
Desmon asintió, albergaba la esperanza de que Stacy lograse dormir y disipase sus zozobras. 
-Okey. Pues me voy a la cama, mañana más. —Stacy se alzó de su silla. 
-Mañana más… —Desmon observó como Stacy abandonaba la habitación. 
 
 



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En el texto hay: paranormal, suspense, isla

Editado: 23.10.2022

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