La jefa

5. La perrera

 

 

5.    La Perrera

 

TIEMPO ATRÁS

Cuando he tomado mi segundo cosmopolitan, el tercer número de la noche da inicio: un tipo apodado «Circus» baila Ni tu ni nadie de Alaska y Dinarama apoyándose en dos coristas que, al igual que él, visten con lentejuelas. Pipo, saludando a cuantos de sus conocidos encuentra a su paso, por más que intenta venir a mi mesa a acompañarme, constantemente es detenido para platicar. Con un gesto le hago ver que no hay problema y continúo viendo el espectáculo. No es la primera vez que vengo al bar Div-O, seguido Pipo es invitado por «Mirage», el dueño, para hacerla de anfitrión y además sirven buenos tragos. Aun así, hoy no vengo a disfrutar, por lo que espero ansiosa en mi mesa hasta que Pipo regresa al escenario a dar ánimos al artista encargado del número final.

—A él no lo conocen —advierte a todos Pipo en el micrófono—. Pero le estuve ayudando a ensayar y desde muy pequeño es Cosplayer de un sinfín de personajes, por lo que el homenaje que Div-O rendirá esta noche a Lady Gaga está en excelentes manos.

El diverso público de Div-O comienza a aplaudir.

—Démosle una bienvenida, como solo en Div-O sabemos, a... ¡Alex!

Mientras las primeras notas de Bad Romance comienza a sonar cojo mi tercer cosmopolitan y me abro paso entre la gente para acercarme lo más posible al escenario. Por el momento no lo he visto, pero se trata de su amigo, no puede faltar.

Durante nuestra cena en el Resort Luca me agradeció ser de ayuda para Alex, y aseguró sentirse feliz por él, tiene que haber venido.

«Tiene que».

—Gaga, oh la lá! —canta Alex vestido con un traje hecho de espejos y lentejuelas plateadas en tanto yo repaso los rostros de los presentes.

Al único que alcanzo a ver es a Roy, de pie a un lado del escenario, y quisiera ir a preguntarle por Luca, pero está grabando con su teléfono.

Alex hace suyo el escenario caminando de lado a lado al mismo tiempo que canta y alza con sensualidad los brazos. Además del traje de espejos y lentejuelas, su cabello está peinado hacia arriba en picos, tiene pestañas largas y la cara maquillada. Me siento orgullosa de él. Con suerte se terminará de desinhibir y volverá a Div-O.

—You know that I want you, and you know that I need you, I want it bad, your bad romance!

Las luces se encienden y se apagan, no es inusual, es lo mismo con cada número, pero dificulta mi búsqueda.

—No vino —me dice con tristeza Pipo interrumpiendo de golpe mi paso, consciente de la esperanza que tenía de volver a ver a la Luca hoy.

«No vino».

—¡Pero Alex es su amigo! —grito, señalando el escenario.

Pipo, al tanto de lo imprudente que estoy siendo, me hace girar y camina conmigo de vuelta a la mesa.

—Habló en videollamada con Alex cuando este aún se encontraba en el camerino.

—¡Entonces sí tienen su nuevo número de teléfono!

—Utilizaron el de Clarissa.

—¡¿Estuvo hoy con Clarissa?! —Debo verme ridícula preguntado lo obvio.

—Eso parece.

Pipo me hace sentar en la mesa y ahí apoyo mi cabeza entre mis manos con desesperación.

—Alex y Roy aseguran que no saben dónde está —me explica Pipo alzando la voz por encima de la música—. Luca no les dio ni su dirección ni su nuevo número de teléfono. Él sabe lo persuasiva que puedes llegar a ser, Ivanna... Tú... yo... nosotros dos. Sabe que encontraríamos la manera de que Alex y Roy hablen.

—Pero Clarissa no —concluyo, levantando la cara.

—No. A Clarissa no la haríamos hablar ni torturándola —concuerda Pipo.

—Vamos —digo con derrota a Pipo y, tenga más para hacer o no, por fortuna me sigue.

Esquivamos gente que camina en los dos sentidos sobre la acera, llegamos a un Starbucks cercano a Div-O, entramos y elegimos una mesa.

Contengo las ganas de llorar en lo que Pipo pide por ambos.

—Ya pasaron tres meses. Por amor de Dios acepta que no quiere verte —insiste Pipo de vuelta en la mesa—. No sabes cuánto odio verte rogar. Eres Ivanna Rojo no Prumensa.

Desvío la cara hacia otro lado.

—Ya no me ama. Peor, me odia.

—No te puedo asegurar que no; pero, con todo el dolor de mi corazón, si te digo que a partir de hoy dejaré de ayudarte a buscarlo.

Miro otra vez a Pipo.

—Basta, Ivanna. No quiero que te humilles más.

—Y ni se acerca a todo lo que yo lo humillé a él.

—Pero ya pasó. —Por primera vez en años miro a Pipo molesto—. Se acabó. En julio serás oficialmente la vicepresidenta de Doble R. Eso es lo único que debe importarte ahora.

—¿Y si ya tiene a otra?

—Qué te importa. Es uno más. No dejes de repetirte eso: es uno más, y ya.

—Estabas de acuerdo con que lo buscara.

—Al principio —acepta—. Es un gran chico. Pero no te quiero ver rogar. Ya no te ama, Ivanna —suelta, por fin haciéndome llorar—. ¿Eso necesitas escuchar para dejar de buscarlo? —Asiento—. Bien, ahí está: Ya no te ama.

Inclino el rostro hacia abajo, llorando.

Pipo toma mis manos y las aprieta.

—Estarás bien —me promete—. Siempre lo estás. No eres un alfil, eres...

—La reina —termino por él, limpiándome las lágrimas.

En el estacionamiento me meto dentro de mi Audi color negro y espero unos minutos antes de arrancar. No sé qué espero, realmente no pienso en nada en particular, pero parece lo correcto.

No puedo explicarlo de otra manera que no sea «El camino me trajo», de modo que al llegar estaciono el Audi en el mismo lugar en el que solía dejar al Maserati y camino hacia la entrada.




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