24. Tequila
A pesar de aún estar molesto, salimos del baño con Luca sosteniendo firmemente mi mano y de nuevo pendiente de dónde piso para no tropezar y caer. Por momentos lo miro con agradecimiento aunque él no quiera verme o responder.
—¿Me la prestas? —escucho que le pregunta un tipo ebrio.
Luca frunce los labios y se vuelve hacia él para darle la cara, por lo que ahora solo puede ver la parte de atrás de su cabeza, y aunque no escucho que le diga algo tipo, este, asustado, se apresura a agregar: «Tranquilo, es una broma».
Para alejarlo Luca solo necesitó mirarlo.
—Me puedo defender —digo, mirando maravillada a mi ratoncito en «modo violento», pero estoy a punto de caer de bruces otra vez.
Estoy ebria.
—Que no te cuide mucho Omi De Gea —se queja sarcástico Luca, instalándome frente a él al mismo tiempo que ve de mí a la puerta del baño, de donde Omi acaba de salir seguido por Victoria y Michelle.
Nosotros salimos y ellos tres se quedaron platicando.
—Él y mis amigas me estaban cuidando antes de que tú vinieras —defiendo e intento regresar con ellos—. Lo pueden seguir haciendo.
«Porque si tanto le molesta...»
—No —masculla Luca, deteniéndome.
No quiere que vuelva con Omi.
Le fastidia Omi tanto como a mí me fastidiaba Prudensa.
—¡Etiquétame en esto, Instagram! —le grita de lejos un amigo del primer ebrio, que además procede a bajarse el pantalón para mostrarle el trasero.
Atento a la situación, Luca tuerce su gesto en una mueca de enojo y vuelve a verme.
—¿Qué? —me defiendo—. No soy la primera en hablar con extraños de nuestra relación.
—No pensé que te molestaría lo de Instagram —miente. Sé que miente—. Ni que lo llevarías tan lejos. Ya hablamos sobre qué tipo de relación tenemos.
—No pensé que te molestaría lo de Omi —devuelvo, sonriendo a la fuerza, y profundamente herida—, ni que lo llevarías tan lejos —agrego y otra vez intento volver con Omi para que él me cuide mientras continúe ebria, pero no hace falta... acaba de llegar.
Él, Victoria y Michelle acaban de pasar de nosotros.
—¿Pasa algo, amor? —me pregunta Omi, deteniéndose al ver que intenté zafarme de Luca.
—¡No es tu amor! —le advierte Luca, señalándolo, y dejo caer mis hombros porque de nuevo no lo entiendo.
¡Él estuvo tonteando con la tal Laura!
—Tampoco el tuyo —le contesta Omi, cruzándose de brazos.
No va a continuar el camino de regreso a la mesa, donde ya nos esperan Lina y Simoné, se va a quedar a discutir con Luca, lo que obliga a mis amigas a igualmente volver sobre sus pasos.
Y soy la responsable de lo que siga después, porque Luca, negándose a dejarse vencer, lleva su dedo índice derecho a su mejilla y le da de golpecitos, pidiéndome con ese gesto que me aproxime a darle un beso.
Segura de estar en medio de otro de Dejá vu, hago lo que me pide y Luca, orgulloso de sí mismo, arquea una ceja en dirección a Omi, retándolo.
Yo solo sé que Luca, con quien hace un par de minutos discutía a pesar de querer estar bien, me pidió un beso en la mejilla. Sin embargo, Omi, no conforme, y habiendo tomado ya como deporte favorito enfadar a Luca, finge doblarse de la risa: exagera la forma en la que echa la cabeza hacia atrás y enseguida se arrodilla al no poder contener más las supuestas «carcajadas».
—¡Ahora trata a Ivanna como perro amaestrado! —se burla a manera de crítica Omi, sin saber que hace dos años pedí a Luca hacer lo mismo muchas veces.
»¡Y cree que es su propiedad! —continúa Omi, acercándose a Luca peligrosamente.
«¿Quiere pelear?»
Así, mientras más gente en el bar se percata de todo, Omi, en lugar de intentar irse a los puños con Luca, posa su dedo índice sobre mi hombro.
—¡Uy, la estoy tocando! —le dice con burla a Luca que responde empujándolo lejos de mí.
—¡Omi, ya! —intento detenerlo, pero apenas puedo hilar un par de palabras o señalo con certeza hacia un mismo lugar sin caer hacia un lado.
—¡Esperen, esperen, esperen! —continúa riendo Omi, avanzando de vuelta hacia donde estoy a pesar de que Luca no lo deja de retar.
»¡Ay, le toqué el cabello! —se carcajea, volviendo a conseguir llegar a mí, y sí, apenas alcanza a tocar un par de hebras sueltas de mi cabello con las yemas de sus dedos, pero es suficiente para que Luca se vuelva a lanzar contra él para golpearlo.
—¡Luca! —intento detenerlo, pero me ignora.
Omi acabó con su paciencia al tocar mi cabello.
Mi cabello.
—¡Omi, basta! ¡Solo quieres enojarlo! —regaña Victoria a Omi respaldada por Michelle, pero Omi no deja de carcajearse y gritar que ama la textura suave de mi cabello con tal de mantener al borde del desquicio a Luca.
—¡Pero si lo único que haces es lastimarla! —le echa en cara Omi a Luca ignorando a los demás, en tanto Luca no deja de golpearlo.
Además de Victoria y Michelle, otros clientes se acercan a intentar separarlos y el animador, cansado de la situación, igualmente amenaza con llamar a la policía, lo que pone en alerta a los guardaespaldas de Omi, desde temprano distribuidos por el lugar. Estos, por orden de su jefe, aún no se meten para que este pelee en igualdad de condiciones con Luca.
—¡No dejas de lastimarla! —le vuelve a recriminar Omi a Luca, señalándome.
—¡No tienes idea de lo que hablas! —rebate Luca impregnando aflicción en sus palabras; y aunque todavía soy ajena a la totalidad de mi consciencia, de nuevo siento una gran necesidad de hablar, o balbucear, lo que sea, ¡pero entendernos!
Ser claros con lo que pasó.
Las cosas se salen tanto de control que los guardaespaldas de Omi están a punto de intervenir, por lo que, como puedo me impulso hacia adelante y me coloco en medio de Omi y Luca con la intención de primero dirigirme a Omi: