Mirabella había sacado a relucir todas sus habilidades culinarias con la variedad y calidad de platos que había preparado. Después de darle todos los halagos que tenían, todos terminaron en los vacíos archivos del templo. Keyfour era el centro de la atención ya que estaba siendo rodeado por todos. Detrás de él había un peculiar pilar. Tenía una escritura desconocida sobre sus caras y podía sentir como interactuaba con la Fuerza.
“Esto es un pilar rakata, el profesor podrá confirmarnos el lenguaje que tiene escrito en sus caras.” Decía divertido Artemios. “No sé si todos saben esto, pero los rakata eran los dueños del Imperio Infinito mucho antes que la República existiera. Una de las razones de su poderío sobre la galaxia era su extraña tecnología que podía energizarse a través de la Fuerza.”
“Es cierto, estas escrituras coinciden con lo que he visto en la universidad.” Dijo sorprendido Uzuri.
Keyfour empezó a emitir pitidos para todos lados.
“¿Es un… poste de luz?” Preguntó a aire Shin. “No, es un poste de seguridad…” Agregó mientas se acercaba a su mecánico amigo.
Shin movió su mano para que el pilar empiece a crepitar con electricidad, los relámpagos eran muy parecidos a los del lado oscuro.
“Asombroso…” Dijo al aire Uzuri.
“¿Keyfour sabe rakata?” Preguntó sorprendida Vitti. “¿Cuáles son esos?”
Artemios bajó una pintura de uno de los estantes.
“Esta debería ir para casa cuando volvamos.” Dijo divertido para que todos se acercaran a ver la imagen.
El humanoide tenía los ojos salidos de su cabeza y parecía tener rasgos anfibios. Shin los reconoció del templo que había encontrado en Tatooine y algunas ruinas que había visto en el pasado.
“Eh, son feos…” Dijo al aire la twi’lek.
“Nuestro mecánico amigo va a ayudarnos a entender su tecnología, Revan dejó un lexicón de su lenguaje.” Dijo pensante Vatse.
“Keyfour va a ser un explorador como nosotros.” Dijo divertida Vitti. “¿No necesitas alguna mejora?”
Keyfour no quería que lo mejoren.
“Lo sé, lo sé.” Dijo divertida Vitti. “Voy a poner el lexicón en Jeythree también…”
“Es una buena idea, Vitti.” Dijo al aire Shin. “Es una buena sorpresa, Vatse. Buen trabajo, esto nos da una gran ventaja.”
Hussan entró para saludar a todos con una pequeña reverencia.
“Te perdiste el almuerzo, espía.” Dijo jocoso Artemios. “Aquí tenemos a tu contraparte de la República.”
“Es un placer conocerla, agente.” Dijo con cuidado Hussan.
“Buenas… tardes.” Dijo pensante Mirabella. “¿Este es el jefe de tus espías?”
“Algo así, ahora compartimos la responsabilidad.” Dijo sonriente Shin. “¿Algo interesante?”
“Deberías verlo, he tenido una extraña visión…” Dijo pensante Hussan. “Parece que entrenaban todos juntos… Incluso con los que no podían controlar la Fuerza.”
“No hay nada que no puedan aprender, Hussan. La técnica de armas no es solo nuestra, de hecho, estoy seguro de que puedes encontrar algún mandaloriano que sea expertos en sables…” Dijo pensante Shin. “Entrenar de esta manera forja vínculos entre los alumnos y los maestros.”
Alara lo estaba mirando con cariño.
“Yo conozco un mandaloriano que te daría un poco de trabajo con sus vibroblades…” Dijo divertida Shia. “La verdad es que no, tu técnica es maravillosa…”
“¿Qué pasa?” Preguntó mirando a su novia.
“Nada… Yo tuve que pelearme con mis superiores para organizar un entrenamiento así y tú lo harías desde el primer día…” Dijo sonriente Alara.
“Ah… es sentido común, preciosa. No servirá para muchas cosas, pero en estos casos debería ser más que respetado.” Dijo sonriente Shin mientras apretaba a su novia. “Tendremos que seguir a Keyfour en la estación… Voy a hacerte mantenimiento.”
Keyfour no estaba contento con la idea.
“No me importa, seguro que esquivas a Chup la mitad de las veces que lo necesitas…” Dijo ofuscado Shin. “Vitti va a ayudarme.”
Su mecánico amigo tuvo que rendirse.
“No molestes a mi amigo.” Dijo divertida Alara mientas lo atrapaba entre sus brazos. “¿Necesitamos algo más de este lugar?”
“Tendríamos que cargar lo que falta…” Dijo pensante Shin.
“Yo me encargo.” Dijo al aire Hussan. “Gracias por dejarme cuidar a estos cuatro.”
“No me agradezcas por darte trabajo, Hussan. Tienes mucho para ponerte al día…” Dijo divertido Shin. “¿Encontraron algo más?”
“Detalles, Revan podía hablar rakata…” Dijo pensante Artemios.
“Meetra tenía una conexión particular en la Fuerza…” Dijo pensante Vatse.
“No averiguamos mucho de Scourge, parece que quería cambiar de Emperador, pero no mucho más.”
“Buen trabajo.” Dijo sonriente Shin. “Deberíamos tomarnos un par de días antes de ir a la Joya. De paso el profesor puede explorar un poco.”
“Yo me encargo de custodiarlo, tengo miedo de que haya algún secreto en estas parades.” Dijo al aire Mirana.
“¿Tu dron volvió, Vitti?” Preguntó con curiosidad Shia.
“Sí, tengo un mapa de los alrededores. Es una cadena montañosa, el otro día se despejó por un par de horas y justo era de día…”
“Fue una gran vista.” Opinó pensante Vatse.
“Podríamos enviar otro a dar una vuelta.” Dijo pensante Vitti.
“Yo te ayudo.” Dijo contenta Shia. “Artrisa quería ver si algo había evolucionado en esta era glaciar…”
“No vimos animales…” Dijo pensante Vitti.
“Tal vez este planeta haya albergado a una civilización avanzada…” Dijo pensante Uzuri. “Hemos tenido casos de describirlos justo a tiempo, antes de que caigan en un espiral imparable de destrucción.”
Shin miró a su novia para besar su frente.
“¿Quieres explorar ese lugar? Yo quiero pasear un rato con Mirabella.” Dijo sonriente.
“No necesitas…”
“Me encanta estar entre tus brazos…” Dijo divertida. “Solo quería anunciarme…”
“Prometo cuidar a tu novia, Shin.” Dijo contenta Mirabella.
Shin las vio partir mientras pensaba en que hacer.
Shin encontró la escalera hacia el subsuelo gracias a las indicaciones de Hussan y no tardó demasiado en bajar junto a Artemios. El purasangre estaba entusiasmado. En cambio, él se sentía confundido, no quería recibir más visiones, incluso si ahora no destruían su cabeza. El último escalón lo envió directo al pasado. En un paso estaba viendo a un par de docenas de alumnos practicar formas con un gentil maestro. Algunos llevaban túnicas, otros llevaban armaduras y la gran mayoría parecía estar en su primera sesión. El segundo paso ya estaba en otro lado, el mismo maestro estaba peleando en otro lugar, protegiendo a otros aprendices. Sus enemigos eran variados ya que eran jedis y siths. Los derrotó para caer ante un misil al proteger a un grupo de niños. La pelea en Kyros-4 había sido formidable, las playas estaban cubiertas de jedis y siths que habían caído ante los bajos números de los Grises. Darth Turión estaba empalado a una de las paredes, sonriendo mientras una sith pateaba su pecho. El jedi no estaba protegiendo al indefenso.
“Parece que entrenaban aquí.” Dijo al aire Artemios. “Formidable.”
Shin supo que él había podido leer un poco más en la Fuerza.
“¿Qué pasa, jefe?” Preguntó sin cuidado el sith. “Estás… no sé, tenso es la palabra.
“¿Qué pasa si soy un monstruo?” Respondió sin cuidado Shin. “Si soy… lo que solía ser.”
“Voy a darte una opinión poco convencional, Shin. Solo porque me agradas mucho. No pongas valor en la definición de… monstruo que estás usando. ¿Alguna vez te dedicaste a masacrar gente solo para llamar la atención de alguien?”
Shin lo miraba con seriedad.
“No, yo sé que parece que has sido un monstruo en todos estos años, pero para los estándares del Imperio eras un jedi peleando por la ley y el orden.” Dijo al aire el purasangre. “Tus demostraciones de poder eran fantásticas, ya que solo destruías a los imbéciles que se pensaban dueños del título poderoso. Lo que quiero decir es que serás un monstruo para tus amigos, pero eras un héroe para nosotros. Personalmente, me gustaba mucho el tipo de sith que eras, ya que no eras un obsesivo del poder y tenías la capacidad de usar tu propia Fuerza en lugar de consumir la de los demás.”
Shin se sentía un monstro de todas maneras.
“El otro día maté a Cólerus en una llamada.” Dijo sin cuidado.
“¿Desde el templo?” Preguntó sonriente Artemios.
“Rompí su cuello a través de la Fuerza.” Dijo con seriedad Shin. “Yo… soy un monstruo, Artemios.”
“Eres estúpidamente talentoso, Shin.” Dijo sonriente Artemios. “Me gustaría haberlo visto patalear en el aire…” Agregó para notar que no servía su humor en esos momentos. “No puedes engañarme, Shin. Lo mataste porque sabes que es un sádico de mierda, que le gustan sus esclavos y torturar a sus enemigos.”
Shin sabía que era cierto.
“Te conozco, jefe. ¿Se lo has dicho a Ali?” Preguntó al aire.
“No.”
“No sé si puedo darte consejos de pareja, ya que no he conocido a mi… dama especial, pero no deberías tener secretos con ella.” Dijo pensante Artemios. “Ponle contexto, recuerda que Cólerus no era un niño camino a la escuela.”
Shin estaba viendo al mismo maestro entrenar con una niña, la pequeña quería dar un golpe amplio, pero siempre perdía su bo. Sonriente, el maestro la ayudó con cuidado, pero la niña perdió su arma al probar algo nuevo. Se estiró detrás de una sucia y olvidada caja para levantar le pequeño bo, era de metal y estaba sucio.
“¿Estás viendo lo mismo que yo?” Preguntó en voz alta mientras se sentaba en la caja.
“¿Olvido? ¿Polvo? Estoy contento de que no haya ratas…” Respondió divertido. “Parece que tienes más visiones que antes.”
“Alara piensa que es un… tesoro, yo creo que es una maldición. A veces toco algo y veo su… historia.” Agregó mirando el bo. “Esto era de una niña, su madre era una caballera y era su heroína. Su padre le contaba historias antes de dormir…”
Artemios se sentó a su lado.
“El otro día estaba esperando a Alara y toqué una estatua…” Dijo pensante Shin. “Un caballero quería seducir a una sith, una purasangre como tú. Sentía que era la más bella criatura conectada a la Fuerza. Ella, en cambio, estaba escuchando la voz de su maestro en la cabeza.” Agregó mientras miraba al piso. “Odiamos a los jedis por muchas razones, pero lo más importante es lo que representan. Esa compasión lleva directamente al amor, debilitándonos, dándonos puntos débiles que atacar. Un sith solo debe sentir odio…”
“Ah, eso me recuerda a mi maestro.” Dijo sonriente Artemios. “Yo creo que es fantástico, Shin, pero… deberías aprender a controlarlo.”
“No se puede controlar del todo, estuve estudiando mientras entrenábamos en Kyros-4. Si me imbuyo con mi… oscuridad puedo enfocar mi mente, pero…” Dijo al aire Shin.
“Ya veo, ahora quiero saber más del jedi seductor. Debe ser un dandi como tú.” Dijo jocoso Artemios. “¿No te duele?”
“No, sané mi conexión con la Fuerza y ya no me… inunda con visiones.” Dijo pensante Shin.
“Entiendo, Shin. No pienses en el pasado, tienes mucho futuro por delante, pero no el que la Fuerza nos impone, el tuyo. Me enseñaste que debemos forjar nuestro destino, incluso en contra de la Fuerza. No voy a hablar por los demás, pero… aquí estoy para esto, para los Grises.” Dijo con seriedad el sith. “Para lo demás tienes a Alara…”
“Gracias por escucharme.” Dijo con seriedad Shin.
“Escuché que para eso están los amigos.” Dijo divertido Artemios. “Este sucio lugar parece tener algún secreto, pero tú ya los descubriste.”
“Hay una armería detrás de nosotros, pero vamos a tener que pedirle ayuda a Vitti para abrirla, no quiero que se derrumbe nada.” Respondió con seriedad.
Artemios se puso de pie con una sonrisa en su boca.
“Asombroso.” Dijo mientras lo ayudaba a levantarse.
Shin ya necesitaba a su novia.