La Lección de Quererte

2

De vuelta a la yo de la resbaladilla con gotas de lluvia cayéndole trágicamente en su cara.

Había salido corriendo de casa de Diana para admirar el hermoso paisaje y quererme tirar frente a un camión, llámame ridícula, pero esto no podía estarme pasando ahora. Por dios, era realmente triste quedar embarazada en tu primera vez, y lo peor era que ni lo recordaba. Además de que solo tenía 19 años, apenas podía recordar darle de comer a mi perro Winky, apenas podía recordar la última vez que cociné algo para mí misma sin quemar media casa. Así que, ¿cómo en el mundo haría esto?

Diana apareció entre la lluvia mirándome con preocupación. Ya casi me esperaba que viniera para darme su discurso. No estaba oficialmente preparada para ningún discurso ni nada. Negué con la cabeza.

—Quizá la prueba falló ¿sabes? Nunca es seguro con esas cosas, lo mejor sería ir al doctor para estar al cien por ciento seguras.

Diana me miró con tristeza pero asintió. Ella sabía que estaba en fase de negación, pero incluso así me apoyaba en esto, siempre tan buena amiga.

—Mis padres conocen a un doctor que es discreto, podemos sacar cita para hoy.

—Vale.

—¿Becca?

—¿Sí?

—¿Por qué no vamos a la casa? Te estás mojando podrías enfermarte.

Asentí, estaba siendo ridícula. Ser una mártir no iba ayudarme en esto, así que decidí intentar recordar con que chico me había acostado hace unas semanas. Si por lo menos podía saber eso no me sentiría como si estuviera cayendo en un vacío.

Cuando regresamos a la casa miré a Diana, ella probablemente era la clave de todo esto. Ella fue la que me vio con un chico el día de mi cumpleaños. Esperé que hiciera la cita con el doctor y me dijo que sería dentro de una media hora así que íbamos en camino a la clínica cuando la volteé a ver y ella se dio cuenta porque acomodó sus lentes. Me dio una mirada.

—¿Qué pasa?

Me encogí de hombros.

—Estaba pensando sabes, tú fuiste la única que se dio cuenta con que chico me fui la noche de mi cumpleaños.

Ella parecía más nerviosa aún.

—Sí...sobre eso... Yo realmente no estoy segura con quién te fuiste.

—¿Qué? Pensé que habías dicho que era un chico guapo cuando te pregunté.

—Sí, pero la cosa está que tenías a más de un chico detrás de ti esa noche.

Oh mierda. Eso no sonaba bien en ningún lado.

—No estoy diciendo que estuvieras con todos o algo así, simplemente digo que había dos chicos con los que bromeabas mucho pero la cosa está en que no recuerdo mucho de ellos, solo sabía que ambos eran muy amigos, llegaron juntos a la fiesta y creo que te vi bailar con uno de ellos pero después estuviste con otro platicando así que es difícil decidir con cuál te fuiste.

Mi yo borracha de hace unas semanas no perdía el tiempo ¿No? Nada mejor que meterme entre dos amigos. Sonaba genial, muy genial todo si esto no se estuviera yendo a la mierda. Llegamos a la clínica y Diana me dio la mano, dándome el apoyo que necesitaba.

—Estará bien, salga lo que salga haremos esto.

Asentí nerviosa y entramos con el doctor que en realidad era una mujer joven, de unos cuarenta años. Ella nos sonrió al entrar pero su sonrisa se fue disminuyendo cuando vio lo jóvenes que éramos. Parecía imaginarse la desgracia que estaba por venir, créanme que yo también. Tan solo ver el lugar tan aséptico me daban ganas de tirarme por la gran ventana que estaba detrás del escritorio.

—Bueno, ¿quién es la paciente?

Diana me señaló y prácticamente me empujó hacia el frente. Y yo solo pensé "que empiecen los juegos del hambre".

***

La consulta salió bien. Si le puedes llamar bien a las preguntas incómodas de la doctora y mis ganas por estrangularla cada que abría la boca. Verán, la cosa no era que preguntara cuántas veces estuve con un chico o si sabía lo que significaba un condón. Sino el hecho de que hacía un juicio previo sin saber nada de mí, su mirada solo decía que era una niña tonta y que seguramente me pasaba esto por zorra.

No voy a negar que quizá esto me estaba pasando por zorra. Pero recordemos que era una zorra borracha así que por lo menos no estaba tan consciente de mis acciones pero, de todos modos ¿quién era ella para juzgar?

Casi podía sentir el humo salir de mis orejas. Diana me miró.

—Tranquilízate Becca.

—¿Tranquilizarme? Estoy perfecta Diana, no sé de qué hablas.

—Tienes la cara toda roja y parece que quieres afilar algo.

Apreté mis labios.
—Esa doctora...

Diana pareció entender y su cara mostró arrepentimiento.

—No sabía que sería una perra prejuiciosa créeme, no la conocía pero si quieres podemos ir a otro lugar.

—No es tu culpa, simplemente esperemos por los resultados para salir de aquí lo antes posible.

Había unas cuantas personas en la sala de espera pero como era una clínica más general realmente no podían saber porque estaba aquí. Diana me sonrió débilmente.

—¿Y qué piensas hacer?

Ah, esa era una buena pregunta.

—¿De qué? —dije haciéndome la tonta. Ella rodó sus ojos.

—Sabes de qué.

Y si, señores ella me conocía tan bien. Me moví incómoda en la silla, maldita silla.

—Supongo que me tiraré de la ventana más alta.

—¡Rebecca!

—¿Qué? Era una broma tontita, obviamente no está en mis planes.

—No deberías bromear con esas cosas.

—Vale, pues si quieres saber mi respuesta no sé qué haría. Si es cierto que tengo a un bebé creciendo dentro de mí solo espero que no termine siendo igual de imprudente y estúpido como yo.

Diana se echó a reír pero negó con la cabeza.

—¿Qué?

—¿No puedes tomarte nada en serio?

—Claro que si puedo, simplemente bromeo para de verdad no terminar tirándome por esa ventana.

Ella negó con la cabeza nuevamente. Sabía que no había remedio así que esperamos. Una de las enfermeras nos llamó para entregarnos los papeles y entonces de verdad estaba considerando tirarme por la ventana. Diana tomó el sobre y fuimos al auto. No estaba segura de que fuera una buena idea estar en un auto cuando fácilmente podía lanzarme cuando estuviera en movimiento.




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