Siete años
Resortes negros, cubre esa manta de pelos en una pequeña niña. Él odia todo de ella. Su mami le dice que Odiar está mal, pero no lo puede evitar. El color de sus ojos no merece su odio, ya que a ser hermanos lo comparten. Cuando su mami le contó, que se van a mudar a un nuevo lugar. Lo único que le importo fue si Carlota se va a quedar. Para su desgracia no la pudieron dejar.
A todo niño, le gusta lo nuevo. Pero, Charlie no es así. No le gusta su nuevo cuarto, su nueva casa, ni su nueva escuela, a la cual está en camino y van tarde; escondió las llaves, su mochila y su hermana, todo lo encontraron. Él prefiere lo viejo, Lo único viejo que no le gusta, es su hermana.
—Te va a gustar—típicas palabras de una madre a un hijo, al empezar en una nueva escuela. Llegaron hace diez minutos, la última oportunidad de Charlie, formo un berrinche, pero su mamá lo supo controlar.
—Que lo digas no significa que me guste, ¿Por qué tuvo que venir ella?—El niño señala a su hermana de cuatro años, en brazos de su papá.
—Charlie—le reprende su mamá—, Carlota quiso venir—señala en paz.
—Consientes demasiado a esa niña.
Su madre, impresionada por lo que dijo, le hace recordar a la suya. Pero por las dudas.
—¿Quién te enseño eso?
—Beth.
La abuela Elisabeth, ama ser abuela, pero detesta la etiqueta de abuela. Ella es joven todavía.
Al llegar a, el aula, La mamá de Charlie, se detiene en la puerta roja. Para agacharse a su altura.
—Espero que siempre digas la verdad—besa su rostro. Calor al sentir un beso de madre, es reconfortante para Charlie y piensa que todos los niños siente lo mismo.
—Cuídate mami.
...
Veinte minutos han pasado y Charlie se quiere ir. Todos los niños son raros. En total hay veinte niños en cuatro columnas, a Charlie le gusta contar. Un niño atrás de él, presta atención a la maestra, y Charlie le desvía su atención, a él.
—Tus ojos parecen chocolate.
—Gracias—el niño confuso por lo que dijo.
—Odio el chocolate.
...
En la hora de almuerzo, espera con ansia terminar de comer para decir a la maestra que llame a su mami, no quiere venir más. Charlie ve caminar hacia él, el niño ojos chocolate; ocupando el asiento frente suyo.
—Soy Derek
—Charlie
Se queda en silencio, Charlie ignora al niño ya que no le importa.
—Oye, porque no te gusta el chocolate.
—Me hace doler la pancita, y no me gusta las inyecciones.
Erick fruñe el ceño
—Eres un niño raro Charlie.
Los consejos de su primo Keller, fueron: si te ofende, golpearlos, lanzarle algo y devolverle la ofensa. Charlie no le gusta la violencia así que toma otro camino.
Le lana su preciado jugo de naranja a Derek, en la cara. Este molesto toma su avena, y lo baña en ella. Empezando una guerra de comida entre ellos.
—¡Oigan! Aquí se viene a comer, no malgastarla de esa forma—los regaña un maestra, alta de piel morena oscura. Los separa—La directora lo resolverá, Vamos voy a llamar sus padres.
...
—De acuerdo, entendí. Ahora se lo van a explicar a sus padres—anuncia la Sra. Fiorella, la directora. Derek está nervioso, su mami lo va a castigar y él prometió portarse bien. Sin embargo, a otra personita no le importa, el se quería ir.
Toc, toc, toc. Golpean la puerta.
—Adelante.
Entran Evelyn y Mack padres de Charlie, si hacer falta la mocosa de Carlota. Que innecesariamente sé que da viendo a Derek, eso a Charlie no le gusta es su amigo. Y también, un joven castaña, demasiado delgada para su salud con unos ojos chocolate, Charlie odia el chocolate.
—Tomen asiento—continua la Sra. Fiorella. Evelyn se sienta junto a Charlie, con la Carlota en sus piernas; todavía viendo a Derek intensamente. Su padre de pie a su lado, la chica ojos Chocolate, junto a Derek.
—Bien niños expliquelen a sus padres, ¿Por qué? están aquí.
—Yo quiero volver a la casa, después de que te fuiste —Comienza Charlie —, veo a este niño —señala a Derek —ojos chocolates, yo odio el chocolate.
—Eso fue lo que me dijo él —le sigue Derek —. Para comer mi almuerzo me le acerque, no me gusta estar solo y empezamos a hablar.
—El me dijo que soy un niño raro—acusa Charlie.
—Tú me lanzaste jugo de naranja —contraataca Derek.
—A mí me dolió más que a ti, era mi preciado jugo de naranja. Tú, me lanzaste avena, pudo haber estado caliente y me hubiese muerto igual que tío Carls.
La chica ojos chocolate, suelta un risa.
—¡Charlie!—reprende su mamá.
El tío Carls, murió cuando Charlie tenía cuatro, dentro de su casa. Quemado. Y a Charlie le dijeron que murió por que alguien malo le echo avena caliente.