"No podrá viajar sin compañía, ni socializar abiertamente con nadie. El ducado no es un adorno que se puede exhibir, es un privilegio y una carga que viene con enormes expectativas y responsabilidades"
La taberna de Rolfe era una de las más antiguas que existían en West Oxfordshire y muchas personas visitaban el lugar sólo por la taberna.
Esta tenía dos pisos y era completamente de madera de roble, tenía una amplia gama de licores en la barra y mesas por doquier, tanto en el primer piso como en los balcones del segundo. La música y las bailarinas hacían de él un espacio agradable para los caballeros.
Cada año Rolfe se esmeraba porque la taberna fuera agradable para las mujeres que la visitaban, a pesar de que había otras, las personas preferían ir allí.
Charlie estaba escandalizada. No tenía ni idea de cuánto ganaba Tyler, pero este había alquilado un lujoso carruaje para ir a la taberna.
Ella lo miraba en silencio. Él se encontraba justo en frente mirando por la ventana.
―Tyler―lo llamó
Él la miró―¿Sí?
―No era necesario que hicieras semejante gasto. Entiendo que tienes un buen sueldo. Pero sé que el dinero hace falta. Tú no me conoces y no tienes por qué comprarme nada
―Entiendo
―Mañana devolveré todos esos vestidos
―Si quieres hacer eso, está bien, pero no recibiré el dinero de vuelta
―¿Por qué no?
―Porque no
Ella lo miró enojada y el carruaje se detuvo.
―Viniendo aquí he caído en cuenta que hace mucho que no me divertía. El trabajo me consume demasiado, no quiero perder el tiempo discutiendo contigo. Quiero disfrutar, miradas de enojo es lo que me espera al volver
Charlie lo miró. Visualizó en sus ojos algo que ella también tenía: Soledad.
Él bajó del carruaje y le tendió la mano para ayudarla a bajar. Se prometió así misma que ella también disfrutaría al máximo.
No esperó a que él le ofreciera el brazo, sino que ella misma lo agarró.
―Tyler nos espera una gran noche
Él asintió pero no le dijo nada, sin embargo logró ver un brillo travieso en sus ojos insondables.
Ambos entraron y el lugar estaba atestado. La música, el baile, las risas y el tabaco se mezclaban en el ambiente.
―¡Va ser muy difícil encontrar una mesa! ―le gritó ella
Una mujer se acercó a ellos y Tyler le deslizó una moneda entre sus dedos. Ella leyó en los labios de la mujer que le decía "Sígame".
Él la tomó de la mano y pasaron con cuidado por medio de la gente, luego subieron las escaleras. Había una mesa desocupada donde se podía ver con claridad todo lo que ocurría en el primer piso.
Él la acomodó en el asiento y luego se sentó.
―¿Qué les traigo de beber? ―preguntó
―A mí me gustaría un vaso de coñac―le respondió Charlie
Tyler alzó una ceja en su dirección.
Ella le sonrió―¿Qué?
―Tráiganos la botella del mejor coñac que tenga
―Enseguida―le dijo la mujer de pechos grandes que Charlie decidió ignorar para no sentirse mal con su falta de ellos.
Ella aplaudió―¡Muy bién! ¿Sabes Tyler? Hace rato algo me está dando vueltas la cabeza
―¿Qué podría ser?
―Yo me considero una persona bastante divertida y en los pocos momentos que la he pasado contigo, no te he visto sonreír ni una sola vez ¿Acaso no soy divertida?
―Sí lo eres
―¿Entonces?
―No estoy acostumbrado a sonreír
La mujer trajo la botella con los dos vasos y los puso en la mesa.
―¿Les sirvo?
―Estamos bién, gracias―la despachó Charlie mientras tomaba la botella y la abría.
―¿Qué clase de persona no está acostumbrada a sonreír? ―continuó mientras servía ambos vasos
―Eres fuerte, una mujer normal no podría abrir esa botella
―Define "Normal"
Él al miró mientras tomaba su vaso.
―Preferiría no hacerlo. No encuentro desagradable el hecho de que lo puedas hacer, solo que no es común
―Vale, cuando estoy preparada para acalorarme en una discusión contigo vas y dices algo agradable. En fin, no nos desviemos del tema. Explícame eso de que no estás acostumbrado a sonreír
―No sabría cómo hacerlo
Él se tomó el trago de un sopetón y Charlie lo imitó. Ella volvió a llenar los vasos.
―¿En serio ese trabajo es tan triste?
Ella se bebió el segundo y volvió a llenar su vaso.
―Bebe despacio―le aconsejó él―La noche es joven
Ella le sonrió. No podía negar que Tyler Breedlove era increíblemente guapo y varonil; no tenía la típica belleza inglesa alno ser rubio y de ojos azules, no obstante su seriedad y su porte lo hacían ver muy interesantes y más para ella, que era mortalmente alta.
―Tyler―comenzó a decir ella mientras le servía un trago―¿Qué sabes de la familia Westhampton actualmente?
Él se lo bebió de un tirón―Lo que sabe todo el mundo
―Créeme, mi trabajo es tan agobiante que no se me permite estar al tanto de la aristocracia británica
―¿Por qué trabajas en los campos de labor?
―Está bien, jugaremos a las preguntas. Responde la mía y yo responderé la tuya
―Bueno―comenzó a decir él mientras entrelazaba sus dedos―Cada miembro vive con su respectivo cónyuge y sus hijos
Ella se quedó de piedra y tomó la botella para servirse un trago.
―¿Están casados? ¿Todos?
―Es tu turno
―Trabajo porque necesito comer
―Te pregunté por qué trabajas en los campos de labor, no por qué trabajas
―Aquí no hay mucho que hacer para una mujer y la mayoría de los trabajos de buena paga son para los hombres
―¿Y por eso te vistes de hombre?
―Tu turno
―Todos están casados menos el duque
Ella abrió los ojos como platos.
―¿Qué? ¿Él no está casado?
―No
―¿No se casó con Lady Francesca?
―No sé quién es Lady Francesca
―Ella es la hija de los duques de Oxford, estaban comprometidos
Tyler alzó las cejas―Vaya, sabes mucho
―Mi padre era el administrador de Westhampton Terrace, mi madre falleció al darme a luz y el me educó hasta los cinco años. Él se murió por la misma enfermedad que padeció Lord Ian, el antiguo duque. Lady Nerissa me acogió bjo su ala y fui educada como una dama. Aunque no lo parezca, sé bordar, hablo francés y latín; toco el pianoforte, sé pintar y montar a caballo. A los quince años me enviaron a ser la dama de compañía de la reina, duré tres años y regresé a los dieciocho