La Ley Del Lobo

Capítulo 32

 

Charlie se encontraba desayunando en el comedor. En este se habían colocado varías mesas llenas de un suculento de desayuno que consistía en pastel de carne, crema de frutas, pan recién hecho, tocino, huevos, chocolate, café, té, plum cake, bollos calientes y panecillos. Ella siempre había pensado que para comer bien en Inglaterra, se debía desayunar tres veces al día. Esa hora del día era la mejor del país.
No recordaba cuando había comido tanto, junto a ella se encontraba la duquesa de Hastings y su hija, la condesa de Adington. Reparó bien a esta última pensando en Georgia. También habían otras damas que la miraban con curiosidad. 
—Su gracia—comenzó a decir Lady Hastings—El baile de clausura de este año, sin duda será fenomenal. La duquesa de Westhampton será nuestra anfitriona. 
Charlie tuvo que obligarse a dejar su tocino y responderle a la duquesa. 
—Por supuesto y no sólo eso, todos estarán invitados. 
—Oh claro que estamos invitados, puesto que estamos aquí en Westhampton Terrace. 
—No habló de ustedes—le dijo Charlie—Habló de los cosechadores y sus cónyuges, ellos merecen estar aquí, después de todo las festividades son para ellos.
Las damas guardaron silencio y luego Lady Hastings se echó a reír.
—Es usted muy graciosa Lady Westhampton—le dijo la condesa.
—¿Que parte de la oración resultó graciosa mi lady?—le preguntó Charlie. Todas guardaron silencio de inmediato. 
—Está festividad es de ellos y me parece egoísta que solo nosotros, que no aportamos nada a las cosechas, disfrutemos del baile. Este año vendrán todos ellos y serán nuestros invitados especiales.
Todas se miraban entre sí y Charlie continuó desayunando.
—Por supuesto, usted tiene toda la razón—le dijo una de las damas y todas coincidieron a excepción de Lady Hastings. Después de todo, ella era una duquesa también, no tenía por qué hacer feliz a Charlie. 
—Esas personas no tienen la más mínima educación—le dijo esta—Y no sabrán cómo comportarse en un baile. 
—A mi tampoco me parece adecuado, es una forma muy exagerada de mostrar agradecimiento—añadió la condesa—Creerán que pueden ser iguales a nosotros y nos hablarán de forma indecorosa. 
Charlie las miró con una pizca de burla. 
—Que lástima que no podré contar con su presencia esa noche—les dijo y luego las miró—¿Con ustedes tampoco? 
—Por supuesto que puede contar con nuestra presencia mi lady—le dijeron. 
—Creo que he perdido el apetito—informó Lady Hastings—Les pido un permiso. 
Charlie se limpió los labios con la servilleta.
—Les pido un permiso yo también—añadió la condesa y Charlie la tomó por las manos impidiendo que se levantara. 
—Agradecería de todo corazón que tú más que nada, no vinieras al baile ni a nada de nuestra familia—le susurró de manera mordaz—No creas que no te he visto hacer sentir incómoda a mi cuñada cuando pasas junto a ella y le haces un guiño; no dudaré ni un segundo en acabar contigo y con tu inútil esposo. Ahora inventarás la mejor excusa y te irás. 
La condesa se soltó disimuladamente—¿Cree que le tengo miedo? Mi padre es el Duque de Hastings. 
Charlie le sonrió—Hastings hace lo que dice Westhampton y Westhampton hace lo que yo le diga ¿Piensa tentar a la suerte mi lady?
Ella no le respondió y a continuación Charlie le arregló un rizo. 
—Mi Lady espero su nota y con gusto daremos un paseo—le dijo a ella en un tono más fuerte para que las damas las escucharan. 
La condesa se puso de pie y le hizo una reverencia. 
—Así será su gracia, con permiso. 
Charlie continuó disfrutando de su desayuno con una sonrisa en los labios. 
“Antes de marcharme, dejaré todo en orden.”


***

—¡¿Te has vuelto loca?!—le gritó Georgia a Charlie. Estas se encontraban en compañía de Becky, Aitasis, Iuola, Camelia y Victoria en Westhampton Room bebiendo el té. 
Los invitados estaban siendo entretenidos por sus cónyuges, así que ellas decidieron tomarse un descanso. 
—No puedes traer a los cosechadores aquí—continuó Georgia—Esa gente no ha sido educada como nosotros. 
—No se necesita educación en un baile Georgia—le dijo—solo se necesita saber bailar. 
—¿Y tú crees que ellos sabrán los pasos?—le preguntó Iuola con desdén. 
—No tocaremos ni vals, ni cuadrilla, ni reel—les informó—Traeremos músicos que a ellos les haga sentir cómodos.
—Esto es una locura—agregó Iuola—los invitados están escandalizados, Lady Hastings se encargó de que todo el mundo la oyera. 
—A mi me parece una idea estupenda—comentó Becky—Después de todo, yo hago parte de ese tipo de gente. Estaba incluso en una categoría inferior.
Charlie le sonrió—Gracias Becky. 
—Suena divertido—agregó Aitasis—Además me muero por ver la cara de todos esos idiotas invitados de Wolf al ver a toda esa gente aquí. 
—¿Lo haces por eso Charls?—le preguntó Iuola—¿Para fastidiar a mi hermano? 
—Si es con ese fin, te apoyaremos—le dijo Georgia y Charlie se limitó a sonreír. 
En ese momento Marco entró a la estancia e hizo una reverencia. 
—Su gracia—comenzó a decir—Su excelencia la solicita en la biblioteca. 
Aitasis se echó a reír—¡La inquisición! Charls, Wolf pidió tu cabeza. 
Esta se puso de pie—Antes le cortaría ambas manos, les pido un permiso.
Ella salió de la estancia y Victoria suspiró.
—Moriría por ver eso—comentó y todas se echaron a reír.

 

***


Marco le abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarla pasar. 
—Lady Westhampton, excelencia—la anunció, hizo una reverencia y se fue.
Wolfram se encontraba de espalda mirando por la ventana y luego la miró. Ella sintió que su corazón latía deprisa y se obligó a tranquilizarse; a continuación le sonrió.
—Supongo que habrás oído lo del baile ¿No Westhampton? ¿Qué harás? ¿Sermonearme?
Él se acercó a ella sin decirle nada. 
—Supongo que tus pares te habrán dicho que tú esposa perdió el juicio—continuó.
—Ninguno se atrevería a hacer eso. 
Ella se obligó a retroceder dos pasos.
—Te advertí que haría lo que quisiera como duquesa. Voy a invitar al que yo quiera al baile y no me importa en lo más mínimo sino estás de acuer...
—Lo estoy. 
Ella se detuvo y frunció el ceño—¿Qué? 
—Me encanta tu idea mi amor. 
Lo miró como si él tuviera dos cabezas. Wolfram le colocó un rizo detrás de su oreja. 
—A nadie nunca se le ocurrió jamás, me gusta. 
—¿Te sientes bien? 
—Mejor que nunca, si tú estás a mi lado. 
Ella se cruzó de brazos—No te la vengas a dar de Romeo conmigo. 
Él la tomó por la cintura—¿Deseas que les informe a ellos o les enviaras una invitación?
Ella trató de zafarse, pero él no se lo permitió.
—Ambos y yo les diré personalmente.
—Muy bien, te acompañaré.
—No será necesario—le dijo cuando pudo zafarse de su agarre—Marco puede ir conmigo. 
—También iré yo—le dijo él mientras se acercaba a ella.
—¡No es necesario!—le gritó mientras retrocedía y chocaba con la pared. 
—¿Por qué estás tan nerviosa? 
—¿Cuál de tus dos ojos me ve nerviosa? 
Él sonrió. Charlie abrió los ojos como platos, desde que se había encontrado con él, no lo había visto sonreír ni una sola vez. 
Wolfram tomó su mano izquierda y le dio un besamanos, no obstante, se demoró más de lo permitido. 
—No voy a contenerme Charls—le susurró—Si tengo que jugar sucio lo haré, no voy a descansar hasta que seas mía completamente. 
Ella se quedó sin aire por unos minutos. Su corazón latía muy deprisa, sus latidos eran demasiado fuertes y llegó a pensar que hasta Wolfram los estaba escuchando. 
En ese momento él tocó la campana y Marco apareció en la estancia. 
—Escolta a Lady Westhampton, Marco—le ordenó y este asintió. 
Charlie no salía de su asombro y no pudo evitar ser arrastrada por Marco. 
Este hizo sonar su garganta—Duque 1 - Duquesa 0.



#1094 en Otros
#202 en Novela histórica

En el texto hay: wolfram, charlie, sagawesthampton

Editado: 02.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.