Nicolay había salido a explorar temprano cuando hallo la entrada a la mina de gemas, aquel marco era demasiado atractivo para pasarle de largo asique entro a ver que había y hallo una cueva de maravillas, pensó que un millón de ladrones no alcanzarían para gastarse tantas riquezas.
No olvidaba las palabras de Anai, el Comerciante, sobre lo inútiles que eran las joyas en el Valle pero las piedras eran hermosas y no creyó que pasara nada por tomar algunas, antes de darse cuenta había llenado el saco y no recordaba por donde estaba la salida, el brillo de los cristales le aturdía y estaba muy asustado cuando escucho ruidos y se encontró con Brunco y Bria.
Más o menos eso explico, con los ojos cubiertos y muriéndose de vergüenza, cuando el Herrero le exigió saber que estaba haciendo allí.
-En verdad lo siento-se agacho para recoger su tesoro-ya me voy.
-No deberías estas aquí.
-Ya se, perdón.
-No, en serio no deberías-su tono era de preocupación-¿para qué quieres esas gemas?
-Yo…no tengo idea-parpadeo-no sé qué me pasa.
-Oh, querido-la Dama acomodo su vestido antes de ayudarle-levántate, te sacaremos de aquí.
En cuanto estuvo fuera respiro mejor, miro su bolsa llena de cristales coloreados y se sintió estúpido, ¿para qué quería él aquello?, Brunco llevaba una bota con vino y le dejo tomar un trago para que terminara de despejarse.
-Gracias.
-Tienes suerte de que estuviéramos allí, chico, no serias el primer Ladrón en perderse en la mina para no salir jamás.
-No entiendo que me paso-dijo, cayendo en la cuenta de que había visto un esqueleto por allí y no le había importado.
-Es una trampa para jugadores-dijo Bria-todos tenemos una.
-¿Trampa?, ¿Cómo es eso?
-Hay una serie de tesoros escondidos en el Valle-explico Brunco.
-Mitzah les llama reliquias.
-Se supone que son objetos que pueden darnos una gran ventaja en el juego pero para obtenerlos hay que sortear una trampa, la mina de gemas es la tuya.
-A ver, esperen-se froto las sienes-asique, si yo hubiera podido ir por la mina sin distraerme, ¿habría hallado un premio que me ayudaría en el juego?
-Básicamente, mi reliquia está en la mina de metales.
-Pero tú puedes andar por ahí-pregunto Bria, desconcertada.
-No hasta los niveles inferiores, es muy peligroso, hay derrumbes y escapes de gas.
-Entiendo, la mía esta en el castillo.
-¿Tu puedes entrar al castillo?-Bria se alzo de hombros.
-Supongo, cuando no quiero no me notan, Mitzah me hablo de una sala llena de espejos pero no estoy interesada como para ir a investigar.
-Dioses, de verdad necesito un manual-dijo Nicolay-aprender a leer y un manual.
-Es mejor que te vayas a casa a descansar, querido.
-Si… ¿Qué hago con esto?-señalo la bolsa de gemas.
-La mayoría es vidrio sin valor, pero ya te lo robaste, tendrás que llevártelo.
-Ya que…-cargo la pesada bolsa-gracias por sacarme, lamento haberles…interrumpido.
-Ya vete-pidió el Herrero.
-Y ten más cuidado en el futuro-sugirió la Dama.
El pobre se fue farfullando bajo el peso de la bolsa, a Brunco casi le hizo reír la ironía de ver a un Ladrón quejándose por estar obligado a conservar un botín de joyas.
-Tiene razón-dijo Bria de pronto, mirándole con picardía-fuimos interrumpidos.
-Ah, si…bueno…
-¿Qué te parece si continuamos en mi casa?
-Bria…-ella tomo su mano y le condujo dócilmente de vuelta a la Villa.
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Para ser La Bestia, Yuoko se había vuelto muy casera tras ser domesticada por Nicolay, disfrutaba explorar a su lado y cazar para él pero, ahora que para variar tenía el estomago lleno, le gustaba mucho más quedarse en el refugio, echándose una siesta al sol, correteando por diversión a cualquier alimaña que veía o jugando con una bola atada a un palo que Nocolay le había preparado.
Se puso al alerta al oírle volver, de haberse tratado de Perdiz habría oído un silbido que le conminaría a esconderse en la casa, Nicolay llego con su saco lleno y al dejarlo en el suelo se desparramaron un montón de piedras de colores.
-¿Qué has traído?-tanto entre las piedras como un gato curioso-rocas que brillan, cosas del Herrero.
-Desperdicie toda la mañana-se sentó y se froto el cuello, adolorido-¿tu sabias sobre las trampas y las reliquias?
-Tengo la mía-acaricio su capa de piel animal.
-¿Eso es una reliquia?
-El Manto de la Bestia.
Había creído que las sorprendentes habilidades de Yuoko, su naturalidad animal, él como podía correr sobre brazos y piernas, saltar grandes alturas y romper huesos con los dientes, eran cambios físicos productos de su papel, pero quizás el papel solo alteraba su personalidad y la reliquia, el manto, le daba esos poderes, se pregunto si un jugador podría usar las reliquias de otro.