La Leyenda de Isthar #3. La Batalla por la Tierra

EPÍLOGO PARTE EXTRA II: LA CEREMONIA

Adler

Llevo ya más de dos años aquí encerrado, me dedico a fregar toda la mierda de la nave en la que estoy, junto con varios alienígenas, preso. He participado en dos intentos de hacernos con la nave, pero el problema más gordo es que los nuevos Amos, porque eso son por mucho que quieran decir lo contrario, han anulado todos los sistemas de navegación y defensa de la misma. No sé qué ocurre porque hay mucho revuelo dentro de la nave, los carceleros están demasiado nerviosos y tensos. Ojalá sea que viene mis aliados para expulsar de nuestro hermoso planeta a estos invasores, llegó la hora de la comida y dentro del comedor nos proyectan un holograma y en ese momento lo reconozco es la basílica de San Pedro en el Vaticano. Cuando por medio va pasando un militar de los nuestros, y es el inútil de Claudio, cuyo mérito fue el sabotearme una de mis operaciones cuando los alienígenas nos invadieron, me sorprendo cuando veo que se va a casar con uno de los traidores del Gran Caudillo…

Isthar

Ahora mismo nos encontramos en el Palacio de Castel Gandolfo por invitación expresa del Santo Padre, como es conocido uno de los máximos líderes religiosos del planeta, a pesar de las innumerables villas que los terrícolas han decidido regalar a la Familia Imperial Quantum, junto a mis padres, hermanas, sobrinos y los padres de mi esposa. En estos instantes me dirijo, en un vehículo terrestre, algo que ellos, junto con nuestra tecnología, han desarrollado para que sea bastante más respetuoso con todo lo que tienen en este maravilloso planeta, para entrevistarme con el máximo representante de Dios ante mis congéneres, los humanos. He solicitado que mi escolta sea mixta, no sólo de terrícolas y humanos exiliados, sino que haya, al menos, un representante de todos los mundos más importantes del Imperio Quantum. No tardamos en llegar hasta el Palacio de los Papas, o Palacio Apostólico. El Papa nos esperaba en la puerta. La charla se prolongó durante varias horas y conseguimos algunos acuerdos, aunque también mostramos nuestras diferencias, sin embargo, manifestó que buscaría la forma de poder cumplir con las normas imperiales que, podían ir en contra de su fe, y con las propias de su religión. Aparte me ayudó a unificar la norma de los Taerugs junto con sus normas para realizar una sola ceremonia, pero me prometió que intentaría acordar con los máximos responsables de las otras religiones para que se pudiera unificar en una sola ceremonia los diferentes ritos del matrimonio.

Claudio

Me encuentro en Roma en los días previos a mi boda, todo el mundo me agradece los esfuerzos que realicé durante nuestra Primera Guerra Intergaláctica y me han ofrecido como lugar de descanso el Palacio del Quirinal, antiguamente sede Papal y posteriormente sede de la Presidencia de la República Italiana, me gustaría poder abrazar a Atkamec. Estoy nervioso, la noche no me ha servido para descansar y encima han llegado seres de diferentes partes de las galaxias, para colmo la Alta Jerarquía Imperial viene a dar el visto bueno a este enlace. Lo único que aún no me ha puesto nervioso es mi hermano menor, mi cuñada y mis sobrinos, junto con mi padre. En este momento me encuentro en la puerta del Palacio y un extraño vehículo, adornado según nuestras costumbres, me está esperando. Nada más subir nos lleva, veo a mi padre junto con un ser, similar a nuestras mujeres, que oculta su rostro tras una máscara.

P. Claudio: “Hijo mío, permíteme que te presente a su Alteza Imperial la Emperatriz Helanka. Esta valerosa mujer se ofreció, voluntariamente, como cebo para descubrir un complot que, si se hubiese realizado satisfactoriamente, podría haber creado un monstruo sediento de poder y nosotros hubiéramos sido sus primeras víctimas…

Me cuadré, como pude, y le presenté mis respetos nada más llegar a la Plaza de San Pedro en el Vaticano, vi una muchedumbre que nos aclamaba por igual a los alienígenas aliados y a nosotros. Desde la Plaza de San Pedro hasta el interior de la Basílica los escoltas Imperiales aguardaban a que entrasen los dignatarios venidos de todas partes del Imperio. Entró la Emperatriz y la colocaron en el Sitial de Honor, cuando “las Valquirias”, como eran conocidas las tropas por su aspecto, llegaron dando a entender que la novia, y futura esposa mía, hacía acto de presencia, y entré empujando la silla de ruedas de mi padre y me dirigí hacia el altar para celebrar mi boda.

¿FIN?[1]

 

                                                              

[1]¡NO! Ahora se inicia una nueva era en la que la colaboración entre mundos diferentes será fundamental para la supervivencia. La Ley del Más Fuerte ha sido modificada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.