La Leyenda del Tesoro Prohibido

Capítulo 02: La Fiesta

¡Pablo Antonio Alvarado del Monte!, se escuchaba pronunciar a la entrada de la hacienda, era su primo, Fernando del Monte García, como era costumbre, lo visitaba siempre a fin de mes: ¿cómo estas primo, cómo se están portando las tierras? - le decía con gran alivio - como siempre primo, sin ninguna novedad, respondía seriamente. Ambos, se dirigían al despacho para sus reuniones cotidianas, pero se acercaba una fecha importante y tenía que hacerse todo a detalle, como todos los años, Don Fernando le organizaba una fiesta de cumpleaños al patrón, pero antes tenía que recibir el consentimiento de su primo. Don Antonio era una persona muy seria, solitaria y de carácter fuerte, no era de su agrado participar en este tipo de reuniones por lo que a menudo rechazaba invitaciones de sus allegados.

Luego del susto que nos dimos por casi ser descubiertos por Don Antonio, estábamos muy ansiosos porque Don Fernando pase a visitarnos, pese a ser el familiar más cercano del patrón, era una persona amable y cariñosa, siempre nos traía dulces, turrones y bizcochuelos de la ciudad, era la persona más querida en toda la hacienda. Don Antonio nunca estuvo de acuerdo con las acciones de su primo dentro de la hacienda, por eso nunca dejaba que se quedara más de un día entero. Antes de irse, Don Fernando nos entregó nuestros obsequios y nos comentó que pudo convencer a su primo de hacer una fiesta en la hacienda, lo que significaba que los trabajadores podrían descansar como se debe.

Antes del anochecer, Don Antonio mandó llamar a todos los trabajadores de la hacienda incluyendo a los niños, unos creían que era para castigar a alguien por algún motivo incierto, otros esperaban ser invitados a la gran fiesta que se acercaba y algunos solo esperaban las instrucciones de trabajo para el festín que había que organizar. Cuando llegamos al patio principal, Don Antonio ya nos esperaba en su balcón con una copa de vino en la  mano.

Con la mirada desafiante y una postura de militar manifestó: Damas y caballeros, como ya saben dentro de dos días estaré cumpliendo cincuenta años y edad, y veinticinco años como único encargado de esta hacienda, herencia que me dejaron mis padres. Por lo que considero que debe hacerse una gran ceremonia, familias muy importantes asistirán, algunos de la provincia y otros del interior del país. Quiero que mañana, todos ustedes, a primera hora empiecen con los preparativos de la fiesta, tendrán todo a  su disposición, para la bebida, la comida y todo lo que sea necesario. Y además, quiero que estén presentes en la ceremonia ya que al fin les presentaré a mi prometida. Buenas noches.

Luego de tal discurso, todos se quedaron asombrados, no tanto por la invitación que nos hicieron, sino más bien por quién sería la prometida del patrón. Nunca lo vimos ni siquiera coqueteando con alguna hija de los invitados de fin de mes, nadie podía asegurar que en sus salidas de la hacienda, el patrón se estaría encontrando con alguién. Don Antonio tenía un carácter aterrador y orgullo muy grande como para enamorarse y cortejar a alguien.

Al día siguiente todos muy apresurados armaban el espacio de la cocina y preparaban los insumos para el banquete, mi hermano y yo junto a los demás niños teníamos la tarea de cuidar al ganado, todos ansiosos porque llegue el día, por el banquete, los invitados y las sorpresas que se venían. El día se pasó muy rápido, al anochecer mi tía Angélica se quedó a dormir con nosotros y nos comentó que habían rumores de que la prometida de Don Antonio ya estaba en la hacienda. Lo curioso es que en ningún momento ingresó alguien extraño al lugar por lo que se sospechaba de alguna de las trabajadoras, no había otra explicación, mientras mis padres y mi tía debatían sobre la presunta patrona, salimos al patio con mi hermano para ver si encontrábamos alguna otra pista.

Nos subimos al árbol de capulí que estaba a la entrada para que nadie nos descubra, era un muy buen lugar para espiar que solo yo y mi hermano conocíamos, pasamos varios minutos ahí cuando de pronto vimos a la señora Estefanía, la panadera, junto a su hija Elena, ingresar al gran corredor, estábamos muy confundidos, nadie podía estar ahí, estaba tajantemente prohibido, luego, vimos salir a Doña Estefanía quien con una reverencia saludaba a Don Antonio e ingresaban juntos al corredor. Bajamos del árbol y nos fuimos corriendo a la casa, los adultos aún seguían en la cocina y no se dieron cuenta de nada, y de inmediato nos fuimos a dormir.

Por fin llegó el día, todos los trabajadores terminaban las decoraciones y dejaban todo listo para recibir a los invitados, pero faltaban dos personas, Doña Estefanía y su hija no estaban por ningún lado, muchos aseguraban que la señorita Elena sería la prometida por ser una de las mujeres más lindas de hacienda, pero Geronimo quien era su novio, desmentía y aseguraba que Elena no era lo que todos pensaban, él tenía la seguridad de que ella lo amaba y nunca lo abandonaría, además, el patrón los había visto juntos en varias ocasiones, en caso de ser ella la prometida, Geronimo ya no estaría con nosotros. Luego de aclararse todo, nadie volvió a preguntar ni a mencionar nada sobre el tema, todos esperarían en silencio el momento de la presentación.

Los invitados comenzaron a llegar, Don Fernando ingresaba, junto a su esposa e hijos, con una gran sonrisa en el rostro pues esta sería una hermosa fiesta. Grandes carruajes y caravanas se veían venir por la carretera a lo lejos, nunca antes la hacienda había tenido tanta gente en su interior, sin duda, este sería el mejor de los días. Finalmente todos los invitados estaban presentes, con hermosos obsequios para el patrón, quién hacía su aparición muy elegante con la seriedad que lo caracterizaba, inmediatamente el silencio envolvió el ambiente por su notable presencia, y con el bastón en lo alto dió la señal para que las puertas del gran corredor se abran ante nosotros.



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En el texto hay: hermanos, hacendados, tesoros

Editado: 30.05.2021

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