La Leyenda del Tesoro Prohibido

Capítulo 3: Un Ángel entre nosotros

Una silueta de mujer se asomaba hacia la multitud, el silencio inquietante me hacía temblar y mientras más se acercaba, el asombro se esparcía por toda la hacienda. ¿Quién será?, me preguntaba dentro de mí,  gotas de sudor brotaban de mis manos y mis ojos parecían detenerse en el tiempo, nunca la habíamos visto. De pronto apareció, tenía un cabello largo y hermoso de color dorado, unos ojos del color del cielo y sus mejillas de algodón decorados con una tierna sonrisa, era la mujer más hermosa que jamás había visto, estaba delante de nosotros con una dulce mirada el cual ninguno sabía corresponder.

Don Antonio, la tomó de la mano y dijo: He aquí, mi prometida, mi princesa, mi dama y señora, mi profunda inspiración. Les presento a mi esposa, Laia Alvarado Mancini, la nueva patrona y amuleto de esta hacienda, nuestra fortaleza. Los invitados aplaudían muy alegres, mientras que los trabajadores no dejaban de hacerse preguntas. Todo indicaba que la señora Estefanía y su hija se encargaron de vestir y asistir a la señorita Laia, para los invitados, todo era realmente hermoso y único, pero nadie sospechaba que detrás de todo eso se escondía algo extremadamente cruel y oscuro que poco a poco empezaban a notar los trabajadores, quienes luego de presenciar la ostentosa presentación de Don Antonio, volvían a sus puestos de trabajo, las mujeres se quedaban para atender a los invitados mientras que los varones salían para adelantar el trabajo del día siguiente.

La fiesta continuaba y mi padre nos ordenó que fuéramos de inmediato a la casa y que no saliéramos hasta que ellos volvieran de trabajar, la situación se puso muy tensa para nosotros, mis padres estaban muy nerviosos, las demás personas hacían lo mismo con sus hijos y nosotros seguíamos sin entender muy bien lo que pasaba. Mi hermano me tomó del brazo y me llevó a casa, al llegar le pedí que me explique lo que estaba pasando, a lo que él respondió, tampoco entiendo lo que pasa, vayamos a traer frutas del huerto.

Estuvimos jugando entre los árboles y el pastizal para tratar de matar el tiempo, inventábamos juegos, corríamos, descubrimos nuevos insectos mientras hablábamos de lo hermosa que era la esposa del patrón; mi hermano me decía que era demasiado bella como para estar enamorada de un hombre tan grande como Don Antonio, seguramente debe ser alguien que le gusta mucho el dinero, me decía, dudo mucho que lo quiera de verdad. Posiblemente, le respondí, pero cuando sea grande yo también me casaré con una mujer así de hermosa como la señorita Laia, las risas inundaban nuestro cuerpo, no podíamos creer que un ángel habitaba entre nosotros. 

El sol todavía no terminaba su jornada cuando de repente notamos que las caravanas empezaban a salir de la hacienda, todos los invitados ya estaban rumbo a su morada, esto, definitivamente era una mala señal, teníamos miedo de volver pero se empezaron a escuchar gritos y no podíamos quedarnos ahí. Volvimos enseguida a la hacienda y cuando llegamos, Geronimo junto a su hermano, estaban siendo azotados por los capataces, frente a todos los trabajadores, las mujeres lloraban en silencio y nosotros no parábamos de temblar; cómo es que un día de fiesta y alegría se pudo convertir en una horrible pesadilla.

Mi madre, al vernos ahí, nos llevó rápidamente a la casa, mientras salíamos de la hacienda veíamos detrás nuestro como se llevaban a los hermanos a los calabozos para continuar con el castigo. Don Antonio, era muy cruel, no contento con azotar a sus cautivos, los encerraba en calabozos oscuros y les rociaba sal en sus heridas, los gritos eran escalofriantes.

Pronto oscureció, mi madre no dejaba de llorar y mi padre aún seguía fuera. Cuando llegó nos abrazó fuertemente y nos dijo: tenemos que salir de este lugar, Don Antonio es cada vez más peligroso y no quiero que ustedes sean sus esclavos, quiero que tengan una vida sana, que sean libres y puedan trabajar dignamente, lamento no haber podido salir antes y darles algo mejor. Mi padre no tenía tierras, no tenía casa y los trabajos en esa época tenían muchas condiciones, es por eso que decidió servir a Don Antonio, a cambio de comida y una casa donde vivir para su esposa e hijos.



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En el texto hay: hermanos, hacendados, tesoros

Editado: 30.05.2021

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