La Loca Esa (novela Cristiana)

5. Arrancate la pureza

"Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo perseveró."

2 Tesalonicenses 3:5

Haza se paró frente a un gran edificio, era bastante moderno, con grandes ventanales de cristal, puertas de madera y paredes de mármol, era la más bella escuela que hubiese visto, todo lo contrario al uniforme: era una camisa blanca de manga larga...

Desde el "Incidente" Haza había tenido horribles pensamientos intrusivos, de esos esporádicos que te incentivan a hacerte daño a ti mismo o a otros, Haza odiaba esos pensamientos, pero una idea se instalo en su mente desde hacía un tiempo: hacer realidad dichos pensamientos, solo aquellos que involucraban la autolesión. Dicha idea sumada a la presión de Imogen hizo que Haza por fin se animara a ejecutarla y cuando la idea de "Saltar del auto" apareció ella solo la ejecuto, la hizo real.

Haza se paró frente a un gran edificio, era bastante moderno, con grandes ventanales de cristal, puertas de madera y paredes de mármol, era la más bella escuela que hubiese visto, todo lo contrario al uniforme: era una camisa blanca de manga larga, una falda negra, unas medias negras y unos zapatos negros, Haza sentía que moriría carbonizada por el calor, aunque la escuela contará con aire acondicionado. Por suerte desde su "pequeño" truco con el auto su familia se había mostrado un poco más tolerante con sus pensamientos, ¡De milagro no se partió un hueso o algo! No tenía más que unos cuantos moretones y rasguños. Claro que no volvería a arriesgarse asi, no tanto porque valorara su vida, sino por la inminente amenaza de volver a recibir ayuda psicológica, algo que Haza no deseaba, no desde que su psicólogo de "confianza" terminará por contarle un par de cosas en su sesión a su madre, simplemente ya no confiaba en ellos.

Haza estaba temblando, estaba sola no conocía a nadie, al haberse tirado de un auto en movimiento había perdido un día de clase, por lo tanto no sabía en donde se reunirían sus amigos y conocidos, en especial Cory y Brianna, con Andrés se llevaba bien, pero no lo suficiente.

— ¿Haza? — Haza se giró al escuchar su nombre.

Era un chico bajo, con el cabello corto y rizado, con ropa de diversos colores que poco y nada combinaba, de hecho parecía que se había vestido en la oscuridad, al prestar un poco más de atención Haza notó que en realidad era el uniforme, solo que estaba decorado con diversos retazos de tela colorida e incluso algunas pegatinas. Sí, sin duda ese chico era Cory.

— ¡Hola, Cory!  — Haza sonrió, era genial ver una cara conocida entre tanto caos  —, creí que estarías con Andrés y Bri.

— Oh, lo estaba, pero los perdí.

Haza sonrió, Cory era todo un caso. Haza hizo una oración agradecida porque Dios le hubiese enviado a Cory al rescate, ella era un asco al ubicarse, era fácil para ella perderse en su antigua escuela — la cual era tan grande como tres calles unidas —, en cambio esta era gigantesca, cada salón equivalía al tamaño de una casa, de haber estado sola Haza se pasaría todo el día dando vueltas y tardaría una semana en encontrar un salón de clases.

Haza hizo una oración agradecida porque Dios le hubiese enviado a Cory al rescate, ella era un asco al ubicarse, era fácil para ella perderse en su antigua escuela — la cual era tan grande como tres calles unidas —, en cambio esta era gigantesca,...

Las vacaciones siempre pasaban en un parpadeó, en especial para Joshua, él preferiría estar sentado bajo el abrazador sol de verano, bronceándose y mirando a un millón de bellezas, pero no, estaba allí, viendo al rechoncho profesor que química — cuyo botón de su camisa blanca estaba a punto de explotar liberando su abultado y grasiento estomago — cuchichear con el pitufo que era el profesor de filosofía. Las clases se le hacían eternas, sumamente eternas.

— ¡Al fin! — exclamó Joshua alegre al escuchar el timbre que anunciaba el receso.

Joshua pasaba por los pasillos completamente orgulloso y feliz, al escuchar los mormullos y suspiros de algunas chicas a su alrededor, sabía lo que él desataba y no tenía miedo de demostrarlo, todo lo contrario: estaba orgulloso de ser el causante de pasiones y de pensamientos indebidos.

— Más despacio que esto no es pasarela — Blue golpeó juguetonamente el hombro de Joshua, ganándose una mirada cómica por parte de este.

— Si lo fuera tú no estarías aquí.

— ¿De qué hablas? ¡Si yo soy más bella que Afrodita en persona! — Blue alzó brillantemente sus manos como si invocará algo.

— Si ajá.

— Eres una molestia, ¿Lo sabes verdad?

— ¿Sí soy tan molesto Porqué me sigues?

— Porque sin tí ya no sería parte de la élite de la escuela, solo te usó.

Blue le dió una palmada en la frente a Joshua antes de abrazar a Dafne por la espalda.

— ¿Cómo está la cosa más adorable de la tierra?

— Bien, pero levántate de encima que me vas a partir por la mitad.

Ambas chicas se carcajearon, amaban pasar tiempo juntas, no eran mejores amigas, pero si tenían la certeza de que ambas podían contar la una con la otra en cualquier situación y eso duraba más que la amistad adolescente.




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