Entré a ese sitio al que llaman cárcel.
Me sentía completamente fuera de lugar, y miraba nerviosa a todos lados mientras me hacían esperar unos minutos hasta poder ver a Bruno.
Las manos me sudaban de los nervios que sentía por verle después de tanto tiempo, y sobre todo verle de una forma distinta. Aún pensaba que podía ser el asesino de mi hermana, que estuviese aquí no quería decir que me fiase de él o algo así. Solo significaba que necesitaba respuestas.
Aunque ni Blanca ni Diego lo comprendieron.
-¿Qué?-Gritó una voz desde la puerta de mi habitación.
-Voy a visitar a Bruno a la cárcel.-Dije yo y ambos hermanos me miraron entre sorprendidos y con cara de ¿qué narices estás haciendo Noa?
Yo también me lo preguntaba, pero necesitaba tener respuestas y era la única manera de conseguirlas.
-¿Por qué?-Pregunto Blanca, Diego seguía mirándome con cara inquisitiva apoyado de brazos cruzados desde la puerta. No hacía falta que dijese nada ambos me estaban transmitiendo lo que opinaban de mi decisión, sin embargo no les pensaba hacer caso.
-Necesito respuestas.-Dije y Diego soltó una carcajada irónica.
-Es muy lógico la verdad, no hablar por ejemplo a Hugo que pero ir a hablar a Bruno.-
-Voy a hacerlo con vuestro apoyo, o sin el.-Dije levantándome y cogiendo la ropa de mi armario para vestirme. Me giré a donde Diego estaba con una ceja alzada.- ¿Puedes marcharte? Quiero vestirme.- Pero él no se movió de donde estaba, yo molesta cogí toda la ropa que había dejado encima de la cama y me dirigí a la puerta lista para salir de aquí en dirección al baño.
Pero Diego se puso en medio.
-No es buena idea.- Yo le miré cabreada, y él no apartó la mirada siguió ahí como retándome, como pensando que en realidad no lo iba a hacer.
-Te lo vuelvo a repetir Diego, voy a hacerlo con vuestro apoyo o sin él.-Le empuje para que me dejase pasar y cuando finalmente entré al baño cerré la puerta de un portazo.
Escuche como una puerta se abría y levanté la mirada encontrándome con la de Bruno.
Tragué saliva el parecía muy sorprendido de encontrarme aquí, y nos quedamos unos segundos sin que ninguno de los dos hablara, solo mirándonos.
-¿Qué haces aquí Noa?-Finalmente dijo él. Parecía cansado, derrotado. A mí se me escaparon unas lágrimas sin saber que creer, estaba deseando tener respuestas. Pero aquí estaba y no tenía ni idea de que preguntar, ni que iba a hacer cuando tuviese la información por la que había venido. A parte por un momento la mirada de él mientras me mordía el labio para intentar no llorar.- ¿Qué ha pasado?-
-¿Mataste a mi hermana?-Pregunté mirándole a los ojos. El tardó unos segundos en responder como si no creyese que le estuviese preguntando esto.
-No.-Suspiré.-Noa…-
-No sé qué creer, todo se me ha venido abajo hace unos días. Pensaba que mi hermana ya se la había echo justicia cuando te metieron aquí pero…-
-Estas dudando.-Dijo mientras yo me quitaba con rabia mis lagrimas.- ¿Qué es lo que te ha hecho dudar de mi culpabilidad?-Su tono de voz durante todo lo que llevábamos de conversación fue extraño como si estuviese sin fuerzas iba desganado.- ¿O quién?-
-Resulta que me he hecho amiga de tus mejores amigos.-Él me miro con curiosidad.-Sin yo saberlo.-
-¿De Enzo también?-
-Algo así.-Suspiré.-Tú madre jura que estaba contigo esa noche.-
-Noa…-Empezó, vi como sus manos temblaban.-Esa noche estaba con mi madre lo juro.-
-Pero…-
-Alguien se tomó muchas molestias para inculparme.-Suspiró.-Alguien la estaba amenazando.-
-¿Quién?-Él simplemente se encogió de hombros, pero parecía agobiado. Nos quedamos unos segundos ahí sin decir nada, no sabía qué hacer no sabía que decir, no sabía cómo manejar esta situación. Se me estaba viniendo todo encima.