Ya en su habitación, Biancy abrió la ventana y colocó sobre su mesita de noche aquella luciérnaga que aun brillaba. Miró las estrellas varios segundos y luego recostó su cabeza, para dormir, en la cama.
Cuando quiso cerrar sus ojos vio que la luciérnaga volaba, nuevamente y salió por la ventana. Biancy se levantó de prisa y corrió a la ventana para ver la luciérnaga volar y allí, al hacerlo, ya no estaba, estaba una estrella en su lugar.
FIN