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Una y otra vez, me veo atrapada en un torbellino de pesadillas que parecen cobrar vida en mi mente, dejando marcas tangibles en mi piel. ¿Dónde está él en medio de todo esto? ¿Está jugando conmigo, con mi cordura, con mi corazón? Una voz resuena en la oscuridad, una presencia misteriosa que se sienta en mi cama con gestos enigmáticos, pero esta vez, está aquí conmigo.
—"No estoy jugando contigo", susurra con una voz ronca que atraviesa mi alma.
El miedo a dormir se apodera de mí, encerrada en el cuerpo de una niña pero con la mente de una mujer joven. La dualidad de mi ser se manifiesta en la forma de una niña solitaria llamada Pajarito, que busca respuestas y consuelo en medio de la confusión. Sus preguntas y su tristeza me conmueven profundamente, pero también me hacen temer por lo que está por venir.
En medio de la incertidumbre, él me abraza con fuerza, brindándome un consuelo que no sabía que necesitaba.
El hombre de la obscuridad
La niña, con sus ojos suplicantes, me pide un cuento de princesas, un escape de la realidad que la atormenta. Y así, entre susurros y sombras, le relato una historia de valentía y sacrificio, mientras veo cómo sus párpados se cierran lentamente.
Pero esta vez, algo ha cambiado. Es una niña triste una vez más, pero ahora hay una conexión más profunda entre nosotros. Ella me observa con ojos sabios más allá de su corta edad, como si pudiera leer mi alma y comprender mis propias luchas internas.
Juntos compartimos un momento de paz y complicidad, tejido entre cuentos inconclusos y suspiros silenciosos.
El futuro es incierto, lleno de preguntas sin respuesta y caminos sin explorar. Pero una cosa es segura: nada será igual que antes, ni para ella ni para mí. En este nuevo capítulo de nuestra historia compartida, nos enfrentamos a lo desconocido con valentía y esperanza está última no la tengo clara, juntos podemos superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino sería posible?
En blanco...
Habitación.... obscura
—Pajarito? Dónde te encuentras, te ando buscando
—no déjame...
Otra vez a correr a correr, la niña.............
La sonrisa se escucha tan decorativa y divertida, como si a él le fuera divertido el proceso..
En lo q ella llorea lamentándose..
Hearts 🌑💙
..te lo dije
Quieres la parte de theia..la que quedó inconclusa
Pobrecita niña ..
Pajarito pajarito 😥
Hola y hola , sabes una cosa cuando comencé a escribir esté cuaderno me sentre en una historia que comenzó a construirse en mi cabeza.
Como decirte la de theia y el loco que la observa al parecer
Ellos son contradictorios , pero que hay de lion
Casi siempre te das cuenta de quién es el protagonista me apuesto a que tú ahora mismo tienes una idea de quién será..
Pero te advierto en mi cabeza hay muchos finales, y recuerda que tú mente también es común y predecible lo cual puede ser manipulada por determinada situación .
Pués seguiré con la niña...
Dormí y desperté con él aún a mi lado, abrazándome en la penumbra de la habitación.
La niña tonta que creía haber dejado atrás volvió a salir, recordándome lo vulnerable que podía llegar a ser.
Con cuidado, moví mi mano y acaricié suavemente su mentón relajado, mientras observaba su respiración tranquila que parecía iluminar la estancia.
Pero detrás de esa aparente luz se escondía un oscuro corazón del que debía huir.
Él, con su impotencia y rasgos extraordinariamente hermosos: pelo negro, ojos finos, físico musculoso, todo lo deseable. Medía 1,78 metros y su mirada penetrante parecía leer mi alma, dejándome inquieta y temerosa.
Se removió en su sueño, provocando un escalofrío en mi interior.
Nerviosa, retiré mi mano, escuchando su suave gemido de protesta.
Después de un rato, me permití volver a dormir, pero al despertar, él ya no estaba.
Había desaparecido, dejándome preguntándome a dónde había ido, sumiéndome en la incertidumbre y la tristeza.
Pasaron los meses y me encontré sola, enfrentando la soledad con lágrimas en los ojos cada vez que salía.
Viví en la oscuridad de mi propia compañía, adaptándome a ella sin saber si sobreviviría.
En las noches más oscuras, sentía una presencia acechante, asustándome con la idea de que él había regresado, pero en realidad era solo mi propia desesperanza proyectada.
Crecí en la soledad, cumpliendo los 15 años sin nadie más que yo misma.
—¿Cómo era a los 15?
Cambié, me transformé en algo muy diferente.
—¿Me volví lamentable?
La respuesta estaba por descubrirse en el reflejo de mis propios ojos en la oscuridad de la soledad