Sergio
Ella duerme nuevamente entre mis brazos, se ve tan pacifica, tan hermosa sin preocupaciones a diferencia de la chica que lloraba molesta en mi sofá hace poco.
* Mientras saco la comida china de las bolsas mientras la observo discutir por teléfono en la terraza, su cara es de arrepentimiento pero luego pasó a enojo. Se ve muy hermosa, vestida solo con mi camisa, con sus perfectas piernas desnudas y el cabello revuelto por el aire. Imagino el frío que debe de sentir, pero no voy a interrumpirla.
Finalmente termina su llamada, se limpia las lagrimas de los ojos, entra a la sala y se tira frustrada en el largo sofá en L de mi sala, yo camino hacia ella con la comida, porqué sé que debe de tener hambre aunque por el cambio de humor va a decirme que no.
Insisto para que coma y aunque está renuente termina comiendo, yo intento distraerla un poco para que trate de disfrutar la comida. Ella se acomoda en el antebrazo del sofá con las piernas entrelazadas, siempre se sienta de esa manera, come y habla acerca de lo nerviosa que está por el Fashion Week, verla de esa manera me transporta al Luxur, a la primera noche que cené con ella yo quería que ella tomara confianza para que me diera información pero más que eso, terminé encantado.
Luego de cenar y hablar un poco de trivialidades del trabajo decido tocar el tema sensible.
— ¿Porqué te molesta que tu hermano se preocupe por ti?
Ella me mira, se coloca un mechón detrás de su oreja y habla.
— Porque exagera, quiere controlar cada paso que doy y eso es absurdo. Soy una adulta.
Parece que estuviera escuchando a Elena en este momento. ¿ Porqué las mujeres son tan caprichosas?
— Solo quiere cuidarte Emily.
Ella pone los ojos en blanco y me ve con mala cara.
— James piensa que no puedo cuidarme, porque soy una tonta o algo así, cree que soy débil por todo lo que ha pasado en mi vida, piensa que si no me cuida y está pendiente todo el tiempo de mi, algo malo volverá a suceder. Soy una carga para él, una muy pesada. ¿Sabes que no quería dejarme venir cuando gané la beca? Val habló con él para convencerlo y luego él y yo tuvimos una discusión para poder hacerlo, y la verdad estoy cansada de eso. Hay tanto que quiero hacer, me perdí de muchas cosas en mi infancia y adolescencia, como salir con un chico, ir al baile, perder la virginidad con mi consentimiento, ir a fiestas con amigas, a excursiones en familia. Son cosas que no volverán, pero aún tengo vida y no quiero seguir viviendo con miedo.
Ella se desahoga rápidamente, saca todo lo que le molesta mientras las lagrimas ruedan por su cara.
Yo me muevo mas cerca de ella y la atraigo a mis brazos.
— No creo que él te considere una carga, solo tiene miedo de que pase algo y esta vez no pueda volver a verte. Lo que pasa es que a veces a los hombres se nos complica mostrar nuestros sentimientos y se no es más fácil ser duros.
— ¡Que estupidez!
Dice sorbiendo por la nariz, yo le ayudo a limpiar sus lagrimas.
— Tranquila, deja que se le pase y luego hablas con él. Ya no pienses en eso.
Le doy un suave beso para distraerla pero como suele pasar con los besos entre nosotros, siempre sobrepasan en limite, haciéndome querer más y termino distrayéndome yo también.
Me separo un poco de de ella para mirar sus ojos color miel aún bonitos pese a lo enrojecidos que están por las lágrimas, ella me sonríe y es la sonrisa más bonita que le he visto, ya la he visto sonreír antes, conozco muy bien su sonrisa fingida, la que llevaba siempre en el Luxur y la sonrisa cuando está emocionada con algo de su trabajo, esa siempre la veo desde el tercer piso, pero la sonrisa que me regala en este momento, simplemente es otra cosa.
Ella se sonroja al ver que la observo y corta el momento.
— Oye... ¿ Cómo sabía Jerry que yo estaba contigo?
— Porque yo le dije, Jerry llamó por la mañana diciéndome que Gina lo había llamado al borde de la locura porque nadie sabia nada de ti.
Me encojo de hombros y ella se tapa la cara con las dos manos, imagino lo que está pensando.
— Debía de estar muy desquiciada si decidió llamar a Jerry.
— Ellos hablan más de lo crees.
Digo eso sin más esperando que entienda y deje de sentirse mal por lo que está haciendo. Y por lo visto lo he conseguido porque su cara de asombro no tiene precio.
— Si, no eres la única que se acuesta con su jefe.
—¡ Es una mald...! ¿Pero tú como los sabes?
— Yo me doy cuenta de todo Emily.
— ¿ Y no te molesta? Es decir... Como jefe.
Eso saca me una carcajada, es decir yo no es que tenga la moral para llamarles la atención.
— No, y no lo culpo, es muy difícil no sucumbir a la tentación con una de tus pasantes.
Está a punto de poner mala cara porque quizás no entendió el comentario como debía, pero mi cercanía y mi beso no la dejan hacerlo.
Me levanto del sofá halando su mano, una vez que ella está de pie la cargo en mis hombros.
— ¿ Que haces?
Me dice entre risas.
— Te llevo a la cama.
— Se caminar.
Lo sé, pero no me importa, la suelto en la cama, me quito mi camisa y subo sobre ella, para probar de esos besos que dicen más que mil palabras, le quito mi camisa porque es lo único que nos impide estar piel con piel, siento sus manos dentro de mis pantalones apretando mi trasero, pero parecen que le estorban y comienza a quitarlos junto con mi ropa interior yo me levanto de la cama junto con ella para facilitarle el trabajo pero ella besa mi cuello y el lóbulo de mi oreja entonces pierdo el control haciéndome cambiar de idea y en vez de hacérselo suave y tierno como en la mañana, la giro y comienzo a besarle la espalda mientras la pego a mi para luego quitar su ropa interior e inclinarla con sus rodillas en la orilla de la cama, ella pega su pecho al colchón profundizando la posición y el verla de esa manera no ayuda para que pueda controlarme, debo decir que entre mis imágenes favoritas de ella que guardo en mi cabeza, en la que está de esta manera siempre ha sido unas de mis favoritas.
Tomo sus bonitas caderas con mis manos para controlar mis movimientos y después de un par de envestidas veo como araña el colchón al punto que desordena toda la cama, quiero parar pero no puedo, y cuando menos lo espero el orgasmo me alcanza y me veo apretándola de más, tanto que he dejado mis dedos marcados en su piel.
Le ayudo a incorporarse para pegarla a mi y abrazarla pero no estamos así mucho tiempo porque ella se gira y me besa de una manera que me indica que esto no ha terminado y solo con esa pequeña insinuación estoy listo para ella nuevamente.
Mira a mis ojos y sonríe, sé que le gustan mucho pero no siempre se atreve a mirarlos por tanto tiempo.
Me tira a la cama y se sube sobre mi mientras se inclina para besar mi oreja y mi cuello nuevamente.