Sergio
Un rayo de sol logró romper el techo de nubes grises que aparentemente inmovibles amenazan a la ciudad de New York. A pesar de ese cielo de tonos sombríos, ese pequeño rayo logró sobrepasarlo entrando por mi ventana para iluminar a la hermosa mujer que duerme a mi lado, haciendo brillar su cabello, dándole unas tonadas de partes rojas que combina con su piel rosa y perfecta.
Perfecta aún con las pequeñas cicatrices que tiene por distintos lugares de su cuerpo. Cicatrices que cuentan su infancia y su adolescencia. Las inspiradoras de su joven madurez. Aunque yo sé que detrás de ese semblante serio y a veces sin expresión que normalmente tiene, se esconde esa niña curiosa y traviesa que ella misma llama; "la polilla que se distrae con la luz". Y la prueba de ello es que la luz también se distrae con ella. Su espalda también brilla al ser iluminada por ese pequeño rayo de luz.
Estiro mi brazo a la mesa de noche de al lado de mi cama en busca de mi celular para captar este momento, y quizás en el futuro plasmarlo en alguna pintura como la que creé con mi mente. Ella brillando con el atardecer de la Toscana. Quizás algún día pueda llevarla. Sonrió para mi mismo, pensando en lo bonito que es verla sonreír. Cuando se olvida de todo y se enfoca en el momento deja salir a esa niña escondida y disfruta de cada pequeño detalle como anoche, después de la escena de celos que me hizo la cual no me molestó en lo absoluto, de hecho me dio bastante gracia aunque realmente no tengo claro por qué los celos, si por mi asunto con Nathalie o por los títulos. En cualquiera de los casos, no sé como no se ha dado cuenta de que ella es todo lo que yo quiero, sin importar de donde viene, o donde estuvo o cuantos títulos tenga o no. Es ella de cualquier manera, no importa si la conocí en ese club o si la hubiese encontrado caminando por alguna calle. Estoy completamente seguro de que una vez que mis ojos la vieran quedarían atrapados y la seguirían hasta tenerla como ahora, a mi lado durmiendo apacible sin preocupaciones.
Llevo mi brazo derecho atrás de mi cabeza mientras recuerdo la bonita noche que pasamos;
La llevé a un restaurante de hamburguesas y cerveza artesanal, bastante bueno. Ella disfrutó de sus papás bañadas en queso cheddar y yo disfruté de verla mientras me tomaba mi cerveza oscura. Descubrimos que ella prefiere las cervezas rubias. Hicimos un tour de catacion bastante interesante donde probamos distintos tipos de cervezas. Es bastante tolerante al alcohol lo cual es bueno, porque así pudimos disfrutar el tour sin tener que traerla inconsciente a casa.
— Aprendí a tomar en el club, porque normalmente a los clientes les gustaba que tomáramos con ellos, y solíamos tomar whiskey cuando una de las chicas se iba.
Nunca hemos hablado acerca de su vida en el club, luego de volvernos a encontrar, después de su regreso simplemente omitimos ese tema, pero hoy está bastante conversadora, quizás no estaba lista para hablarlo antes y yo no he querido incomodarla con eso.
— ¿Se iba?
— Eso decíamos, de todas formas si se iban, al final éramos consientes que morirse era la única forma de irse.
— Entiendo, entonces brindaban porque que ellas ya estaban en un lugar mejor.
— Si, excepto por Sheryn. Cuando ella murió tú ya me habías dado una esperanza, le prometí que saldríamos juntas y le enseñaría el mundo, porque Sheryn no conocía nada del mundo. Siempre estuvo cautiva.
— Es por eso tu apego a Gina, crees que es Sheryn.
Ella se ríe a carcajadas, eso no es muy común de ver.
— Yo no me apegué a Gina, ella se apegó a mí. Yo no paraba de verla el primer día de clases porque ya sabes, es idéntica. Ella creyó que yo quería ser su amiga o que me gustaba y se acercó porque según ella, "parecía un cachorro triste y solo" y de ahí nunca se alejó.
Ella sonríe girando su dedo por el borde de la jarra de cerveza.
— Y nunca se calla, igual que Sheryn, ella solía despertarme por las mañanas, quejándose de todas y de todo caminado de un lado a otro y lanzando consejos por aquí y por allá.
— Si, Gina es igual, a Jerry lo vuelve loco y he de decir que las veces que he conversado con ella me pierde.
— ¡A mí también me vuelve loca! Pero es como si la vida me regalara una versión más joven y feliz de Sheryn.
— Te cuidó antes y te cuida ahora...
Ella sonríe, pero su mirada es triste. Pido la cuenta y tomo su mano para salir del restaurante.
— ¿Caminamos un poco? Comí demasiado.
Asiento y caminamos uno al lado del otro explorando lugares, ella observa constantemente grabándoselas en la cabeza emocionada cuando ve que son de su interés.
— Mira una tienda de postres, se ven deliciosos a Sam le gustarán. Siempre buscamos lugares nuevos para encontrar los mejores.
Ella hace interrupciones así, pero me sigue contando parte de su vida y me sorprende mucho escuchar la naturalidad con la que lo hace como si contaras los detalles de un viaje escolar. Y sus recuerdos, no sé como describirlos; tristes, desgarradores, impactantes, cada detalle, cada "cliente" cada momento.
Ella camina sobre el borde de un pequeño muro jugando como una niña de vez en cuando sostemiendose de mi hombro, claramente está achispada por las cervezas.
— Una noche me dijeron que sería el regalo de cumpleaños de alguien importante para los negocios de Jakob y yo estaba fastidiada, no quería ir, pero Jakob me amenazó, lo normal. Entonces vi al hombre más apuesto que jamás había visto, con los ojos más hermosos del mundo, azules como el cielo reflejado en el mar.
Inmediatamente, el recuerdo llega a mi mente y me hace sonreír, me detengo quedando de frente mirándola hacia arriba con la luna llena sobre su cabeza. Quiero ver su cara en este momento.
— Ese día me dijiste que tenía bonitos ojos, ¿Tanto te gustan?
— Me encantaron desde ese momento, no sabía que hacer, pero tú apenas y me mirabas, estabas bastante serio, llegué a pensar que no te agradaba para nada.