La Luna Perdida

Su fantasma me persigue

Sergio

El café de mi taza parece tener vida propia, una gota macha mi camisa blanca y maldigo por lo bajo, o simplemente yo estoy demasiado distraido. La limpio un poco y me rindo finalmente. Suspiro frustrado, y tomo mi tablet para verificar los estados que Gina ha enviado acerca de la nueva colección. Despego la pantalla y el nombre aparece gigante en ella "Emily's moon".
Sonrio un poco y me deleito con las impecables fotos de cada diseño. Su primera y última colección completa.
Leo ciertos encabezados y comentarios de revistas y otras casas importantes y me siento orgulloso de ella y de Gina quien ha sabido manejar todo desde el inicio. No solo de los talleres, ahora se encarga de los vinos tambien.
Sonrio satisfecho porque con ella no me equivoqué, la he puesto en distintas situaciones difíciles y las ha superado y manejado todas.
Después del incidente con Jerry, el cuál aterrizó en Italia en un lamentable estado provocado por Gina y un bate de baseball, Gian me sugirió involucrarla más con la familia, cosa a la cuál no accedí, por mucha ira que ella tenga no me convertiré en Michael y no la usaré para mis propositos. Siempre le he dejado claro que puede irse cuando quiera, aunque sospecho que no lo hará.

Miro hacia la calle empedrada de la bulliciosa Roma, realmente la única razón por la que escogí este café es porque hacen unos pastelillos deliciosos, parecidos a los de mi madre, pero que sea tan concurrido por turistas me desagrada un poco.

Suspiro, pensando en lo muy cansado que estoy después de todo esto. Cazar a los Jakob no ha sido fácil y entablar amistades con los Sabinni nuevamente ha sido indudablemente horrible, acerca de eso tomé una decisión, una que solo yo podia hacer y por la cuál me he ganado el repudio de mi padre, pero el respeto de Paolo y de el jefe de los Sabinni.

* Luego del funeral de Emily volé a Palermo donde Paolo ya me esperaba. Nunca en mi vida habia estado en Sicilia, mientras aún estaba el avión me dediqué a estudiar la isla completa, marcando el territorio con el respectivo nombre donde gobierna cada familia. Al bajar de él me topé con un lugar hermoso rodeada por aguas mediterraneas, pero por toda la información que sé, también peligrosa y mas ahora con Los Manccini y los Sabinnis enfrentados. 
Una camioneta nos espera para llevarnos a una de las casas de la familia. Gian lleva su gran ronrisa está feliz de llegar a casa.

Mientras nos conducimos en la camioneta unos de los hombres informa de la bajas que han tenido y lo complicado que se ha vuelto circular por las calles de Palermo para la personas.

— Pero ya llegué y eso va a cambiar.

Suelta Gian sonriente con bastante entusiasmo.

Yo me limito solamente a observar la cuidad y su gente mientra nos abrimos paso a travez de ella. 
Hacemos un una leve parada mientras dos enormes portones negros abren su puertas para dejarnos entrar unos metros más y giramos entorno a una fuente hasta dejarnos frente a la gran entrada. La fachada de la mansión es bastante antigua. Toda la propieda en si luce como si fue construida hace muchos siglos.

Camino detrás de Gian hacia adentro reparando en cada detalle y me doy cuenta de donde es el gusto de mi padre por el arte, la madera y las casas antiguas. Después de crecer en este lugar es comprensible. 
Entramos a una habitación la cuál parece ser un estudio y el gemelo de mi padre nos recibe sentado en su gran escritorio de madera cuyas tallados sobresalen en cada una de sus patas. Atrás de él un librero que cubre la pared en su totalidad, logro ver desde donde estoy parado lomos de libros tan antiguos como la misma casa. 
Emily amaria este lugar. 
El ya completamente canoso hombre se acerca a mi después de abrazar a su hijo.

— Sergio, te diria que es un placer pero por como está toda la situación aún no sé si tu llegada es algo bueno.

Entiendo completamente lo que quiere decir, nuestra inclusion a la familia ha dado mas problemas que frutos. Se lo dejo saber y él me invita a sentarme, mientra continua.

— Siempre supe que el que se criaran lejos de nosotros no les haría ningún bien pero mi hermano es testarudo.

Él me observa fijamente mientras Gian también lo hace.

— Aunque voy a reconocer que tu trabajo hasta ahora ha sido impecable. Definitivamente tienes un don con los números, fortaleciendo los negocios e incluso has logrado aumentar el flujo de dinero legal a nuestras arcas. 
Definitivamente era lo que nos faltaba para continuar nuestro legado.

Paolo, observa a Gian por un momento y continua.

— Si al menos uno de mis hijos se hubiese interesado por estudiar.

Gian mira hacia el otro lado con una evidente cara de fastidio. Supongo que está cansado de esa conversación con su padre.
Yo realmente no sé que aportar a su comentario así que opto por el silencio. Paolo retorna sus ojos hacia mi y continua.

— Por otro lado tu hermano...

Da un largo suspiro pero antes de que continue yo decido intervenir.

— Te advertí, cuando pasó lo de Berlín. Y dijiste que lo controlarias.

— ¡Me equivoqué! Transferí el amor por mi hermano hacia ustedes inmediatamente por ser sus hijos, pero realmente jamás pensé que ese muchachito crearia un problema de tal magnitud. ¡Tengo rusos en Palermo! ¡En toda Sicilia! La entrada a Siracusa es un absoluto suicidio. Es una cosa jamás antes vista.

Paolo se nota cansado y la preocupación es notororia en sus facciones.

— ¿Que ha dicho mi padre?

— Sergei... Ese es otro tema. Quiere que devuelva a su hijo a su casa, lo va a poner a trabajar en el viñedo. ¿Comprendes lo absurdo que es eso? Mi hermano se ha tomado muy bien el papel de campesino. ¡Es ridículo!

— Aun no tienes ninguna solución...

Eso me sorpende mucho pero quizás él y mi padre ya están muy viejos para pensar coherentemente.

— No es que no la tenga, pero es difícil tomarla porque al final Harry es hijo de mi hermano, mi sobrino, mi sangre.




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