La luz de la venganza

15.- ¿Team frío o team calor?

Aurora

–¿Alguna vez te han dicho que el hablar no le hace mal a las personas?– frunci el entrecejo.

El silencio que siempre se creaba en el coche mientras Sebastián conducía a mi instituto hacia que me aburriera. Me daban ganas de darle una bofetada para que al menos formulara una sola palabra. Aunque sea un insulto por haberlo golpeado.

Puede que el silencio a veces sea bueno, pero no siempre. Las personas necesitan decir lo que esconden en sus corazones, necesitan deshaogarce al menos una vez en la vida, decir lo que les gusta y lo que no.

Además de que en estos días no había tenido con quién hablar ya que Violeta y su familia se habían ido de vacaciones a California para visitar a unos familiares.

No se, pero la manera en que ella se despidió no me gusto nada, unos días antes de que se fuera la había notado más pálida de lo común, en sus ojos ya no se mostraba aquel brillo y ya no reía como antes.

Le sugerí que fuéramos a un doctor por si estaba en una etapa de resfriado pero ella simplemente me decía que estaba cansada y no había dormido bien. También se lo dije a sus padres aunque creo que no me creyeron mucho.

–Por favor no empiece– gruño Sebastián– sigamos en silencio hasta llegar a la mansión.

–No me caes bien– me cruce de brazos.

–Al menos en algo coincidimos– asintió varias veces mirándome a través del espejo.

–¿Cuántos años tienes?¿70? Porque te comportas como un anciano cascarrabias que no les gusta que les picen su césped– me cruce de brazos.

–Tengo veinticuatro– refuto al instante– ¿Y usted cuántos años tiene?¿6? Porque se comporta como una niña pequeña.

–Casi le atinas– entrecerre los ojos con una sonrisa en el rostro– tengo siete años. ¿Casi igual a ti, no?

Él solo rodó los ojos volviendo su mirada al frente al mismo tiempo que el silencio nos volvía a invadir.

Sin duda mi deporte favorito era hacer enojar a Sebastián.

Mire a través de la ventana como íbamos pasando los árboles que nos indicaban que estábamos saliendo de la ciudad, la mansión de Stefano y Eleanor se encontraba a las afueras de la ciudad y tardabamos alrededor de media hora en llegar hasta mi instituto, eso sí es que no había tráfico.

–¿Que color te gusta, Sebastián?– ladé la cabeza sin dejar de mirar por la ventana.

–¿Por qué la pregunta?

–Solo para romper el silencio y el hielo– me encogi de hombros.

–Es el azul.

–¿Comida favorita?

–La sopa instantánea.

–¿Eres team frío o team calor?

Esta era la pregunta más importante ya que definía a las personas, aquí sabría si odio completamente a Sebastián o solo un poco.

Si elegía mal sin duda tendría que darle una buena clase de porque el tema frio es mil veces mejor que el team calor.

–Team calor.

–¡¿Que?!– di un pequeño brinco en mi lugar– ¡¿Estás mal de la cabeza?!¿Cómo porque te gustaria una estación del año donde hace mucho calor y con ello viene el sudor, el mal olor y las alergias?

–¿Usted es team frío?– asentí– ¿A quien le gustaría una estación del año donde el frío congela todo tu cuerpo y te impide hacer cualquier cosa sin ir cubierto por mil prendas, además de que es una época donde hay más enfermedades y que te puede causar la muerte?

–Aqui el único que está mal eres tú– lo apunte con todo el enojo reflejado en mi voz.

Los dos nos quedamos viendo a través del pequeño espejo por varios segundos, no me había dado cuenta que el coche se había detenido al pie de las escaleras de la mansión y bien podría irme para alejarme de un ser que elije mal la cosas.

¡Maldición!

Este hombre como me hace salir de mis cabales en un solo segundo, tan bien que íbamos con mi interrogatorio y tuvo que joderlo con su maldita elección del team calor.

–Deberia de aceptar la diferentes elecciones de los demás, no importa si son las mismas que las suyas o no– su tono serio me demostraba que lo había hecho enojar.

Pero eso ahora me valía un carajo, no estábamos hablando de aceptar las elecciones de los demás sino de otras cosas.

–Te ves horrible cuando te enojas– apreté la mandíbula– ¡Pero que va! Tu siempre estás enojado.

–Beh, sei molto carina con un'espressione accigliata– su acento italiano por casi unos segundos logra derretirme.

–Por si acaso, la tuya– pase la mochila por mi hombro y sali del coche.

Esta bien, eso había sido algo infantil. Solo enojarme porque no eligió lo mismo que yo no era nada maduro y él tenía razón en que debería de aceptar lo que los demás elijen así eso me guste o no.

Pero es que Sebastián hace que me enoje por cosas que no valen la pena, es como una pelea entre los dos por ver quién hace enojar al otro primero y quién se enoja primero pierde.

Sin duda en ese juego yo siempre saldría perdiendo.

___

La cafetería estaba llena de adolescentes que buscaban algo de alimento para saciar su apetito. Los empujones en ningún momento podían faltar y lamentablemente hoy no había venido Violeta ya que era siempre ella la que se abría paso entre todo el tumulto de gente.

Ella habia ido a unas vacaciones exprés a California, querían visitar a unos familiares que nunca me había mencionado. Se me hizo raro la forma en que se despidió ya que algunas lágrimas caían por sus mejillas y ella solo me dijo que era porque me extrañaría.

Entre todo el tumulto de gente trate de buscar su cabellera obscura entre toda, ver sus ojos verdes y suplicar al cielo porque él no me haya hecho caso y se haya quedado.

Pero en ninguna parte del día lo pude ver, había desaparecido por completo de mi vida, como si nunca hubiera existido y solo hubiera sido un sueño de esos que deseas con toda el alma volver a vivir pero nunca vuelven.

«Es lo mejor»

No se que excusa puso Luca para irse del instituto, no sabía ni siquiera si seguía en la ciudad o se había ido a otro planeta.

Y así serían los siguientes seis años porque yo así lo había elegido, yo lo había obligado a irse para que encontrará a alguien mejor y que pudiera darle la estabilidad que él merecía.



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En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

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