La luz de la venganza

22.- Sus ojos se volvieron mi perdición.

Sebastián
Cinco años atrás...

Siempre existe un día en la vida de las personas que lo cambia todo, para algunos es haber conseguido el trabajo de sus sueños, entrar en la universidad que tanto anhelaban o encontrarse un simple billete en el suelo.

Para mí fue aquel día donde el frío era tan infernal que hasta respirar hacia que me doliera la cabeza. Sin duda siempre odiaría el frío.

Me acomode la chamarra para cubrirme mejor, el vapor de mi respiración salía cada vez que soltaba alguna maldición por el maldito frío infernal.

¿Por qué se le ocurrió al jefe venir a Toronto en épocas de lluvia?

–El jefe quiere vernos– Leonardo hablo detrás de mi, asentí en respuesta.

Camine detrás de él, la espalda la traía tensa, aunque está vez había una variante en su expresión, había una sonrisa como si algo bueno hubiera ocurrido.

Algo extraño ya que él nunca sonríe, aunque ese cambio también lo he notado en el rostro de los jefes, ya no se ven tan demacrados e incluso mientras toman sus comidas se les puede mirar un gran cambio de humor.

En estos años que he estado con los Vicari lo primero que pude notar era su expresión triste y demacrada, incluso algunas personas del servicio tenían esa expresión en sus rostro.

En todo este tiempo también he notado que el único objetivo de ellos es encontrar a su hija que perdieron hace más de una década, nunca han perdido aquella ilusión de algún día encontrarla.

Aunque el ver cómo dan todo de si por encontrar a su hija y no tener una sola pista es muy deprimente.

El gran pasillo se abre paso para Steven, Josh, Leonardo y yo, si nos llamaron a nosotros es porque nos mandaran a algo importante.

Leonardo es quien nos indica por dónde caminar, su sonrisa en el rostro me causa un escalofrío, ya que nunca lo había visto de esa manera.

–¿Y esa sonrisa Leonardo?– pregunta Steven dándole un pequeño codazo en el brazo– me estás causando nervios con esa sonrisa.

–No comas ansias– le respondio él sin dejar de mirar al frente– en unos minutos lo sabrás– se detuvo frente a la puerta del despacho del jefe.

Dio unos pequeños golpes y al instante recibió una respuesta positiva para que pudiéramos entrar, al otro lado de la puerta nos esperaba el jefe, estaba detrás del escritorio.

Fue extraño ver qué su esposa también estaba a su lado, estaba recargando uno de sus brazos en la silla, sus rostros mostraban una sonrisa.

Algo había cambiado...

–Pondre en sus manos uno de mis más grandes tesoros– Stefano se puso en pie, dejo sobre el escritorio un sobre completamente cerrado– ustedes hoy me traerán de regreso a mi hija.

Eso fue, habían encontrado a su hija.

–¿La encontraron?– Josh se atrevió a preguntar sin temor a nada.

–En efecto– asintió– la información sobre mi hija está en ese sobre, alguien me acaba de llamar para decirme que es el momento indicado para ir por ella.

Leonardo tomo entre sus manos el sobre sacando las hojas, nos dio una a cada uno. Temble cuando tuve aquel papel entre mis manos.

–La traerán aquí sana y salva– puso las palmas de sus manos sobre el escritorio– no quiero que la amarren, solo la dormirán con la droga que le di a Leonardo. Si mi hija llega aquí con un solo rasguño los mataré sin compasión alguna, ¿Entendido?

–Entendido– dijimos los cuatro al mismo tiempo sonando firmes en nuestra respuesta.

–Algo más– añadió Eleanor dando un paso al frente para quedar junto a su esposo– no le digan la razón por la que la han traído aquí, Stefano y yo queremos ser quienes les digan la verdad– todos asentimos.

Leonardo nos explico cada parte del plan, la manera en que la traeriamos sin llamar la atención de las personas, sería Steven quien la dormiría con la droga y solo la subiriamos a la camioneta cuando nadie estuviera a nuestro alrededor.

Mire su foto en aquel papel que contenía su información, sus ojos fueron lo primero que pudo captar mi atención, en aquella foto ella estaba en un parque junto a alguien más.

No se que fue lo que atravesó mi corazón, quizás fue la droga que había consumido hace unas horas, pero sus ojos fueron los que causaron toda una guerra en mi corazón.

Deje sobre el escritorio del jefe aquella hoja para dejar de mirarla como un idiota.

Salimos de la mansión para adentrarnos en la camioneta en la que iríamos por ella, Leonardo era quien manejaba y Steven iba en la parte del copiloto, mientras que a Josh y a mi nos había tocado ir en la parte trasera.

Tuvimos que ponernos pasamontañas a petición de Leonardo, por si algún curioso se nos atravesaba y teníamos que deshacernos de él.

Nos adentramos en la ciudad, las pequeñas gotas de lluvia caían en las ventanas y también las empañaba.

Llegamos a una pequeña casa, estuvimos esperando por varios segundos hasta que una chica castaña salió con una enorme sonrisa en el rostro, un joven la esperaba y los dos se perdieron de nuestras vistas.

–¿Qué estamos esperando?– Josh se dejó caer sobre su asiento.

–Ten paciencia, ella pronto saldrá– replicó Leonardo sin dejar de mirar al frente.

Estuvimos alrededor de media hora estacionados, hasta que su cabellera rubia se asomo saliendo de la casa.

Comenzó a caminar a la dirección donde la castaña había ido, Leonardo encendió el motor de la camioneta y con sigilo comenzamos a seguirla.

–Vaya que se parece a la jefa– murmuró Steven.

–Luego te fijas en los parecidos– reprendió Leonardo– ve preparando la droga.

–Si, claro.

No sé en qué momento me perdí en su corta cabellera rubia, la forma en que caminaba dando pequeños saltos, su diminuta existencia pareciendo una adolescente de solo quince años.

Esta como para tirarmela en una noche, todo un riesgo que estaría dispuesto a cometer.

Ella se detuvo en la parada de autobuses, estaba tan concentrada en su celular y audífonos que no noto cuando nos estacionamos frente a ella.



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En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

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