La luz de la venganza

38.- Siempre he sido tuya.

Aurora

Algo me había enseñado el mundo, y es que a pesar de todo el dolor que puede haber a tu alrededor, a pesar de todas las cicatrices que lleves en el alma debes de seguir adelante.

Porque todo en algún momento terminara, el dolor se disipara, las risas llegarán, las lágrimas se secaran, las heridas cerrarán y el corazón dejara de doler.

La vida seguía a pesar de que en nuestro camino nos encontrábamos con piedras que nos impedían caminar con normalidad, porque a pesar de las caídas siempre podías volver a levantarte y seguir con más fuerza, hasta que llegara un momento donde serías invencible y nada te derrumbaria.

Y cuando pienses que ya no puedes más, abra alguien que llegue para darte la mano y juntos sobre llevar aquel camino lleno de piedras.

–Necesito pedirte un favor– balance nuestras manos en el aire mientras caminábamos por los jardines de mi mansión.

–Te haré el favor que quieras con una condición– asintió varias veces.

–Bien, ¿cuál es la condición?– volte a verlo.

–Te lo diré después de que me digas que favor quieres.

–Necesito que veinte de tus mejores hombres me acompañen a buscar a Ethan– detuve nuestros pasos en medio de aquel jardín.

–Tendras a esos hombres a tu disposición en el momento que tú me lo digas.

–Ahora dime tu condición para prestarme a esos hombres– alce las cejas esperando por su respuesta.

Su mano dejo de estar entrelazada con la mía, una de sus rodillas tocó el suelo y de su abrigo saco una pequeña caja de terciopelo rojo. Cuando abrió aquella pequeña caja sentí que las piernas me flaquearon y solo pude cubrir mi rostro con las manos para evitar soltar un grito.

–Mi condición es que me dejes ser el hombre que despierte a tu lado cada día, ser el padre de tus hijos, ser quien esté contigo en todos los momentos de tu vida ya sean buenos o malos, déjame ser el hombre que envejezca a tu lado– soltó un enorme suspiro mientras una sonrisa se mostraba en su rostro.

»Mi bonita, mi condición es que te cases conmigo, ¿aceptas?

Esto debía de ser un sueño, era irreal esto que estaba sucediendo, las palabras habían abandonado mi garganta y solo pude asentír en forma de respuesta.

Luca tomo mi mano deslizando el anillo por mi dedo anular, después se puso en pie y me abalancé a sus labios que devoré en un solo segundo.

Sus brazos me rodearon pegándome a su cuerpo, sintiendo la calidez de su pecho sobre el mío.

–Te amo– pegue su frente a la mía.

–Oficialmente puedo decir que eres mía– soltó una pequeña risa.

–Siempre he sido tuya.

___

Muchas veces para lograr ser feliz primero debes nadar por un océano lleno de tiburones hambrientos, al principio pensaras que nunca podrás llevar a tocar tierra firme, pero conforme vas avanzando las esperanzas se van alzando.

Aunque quizás a veces la mejor opción es nunca entrar en aquel océano porque muchas veces terminamos ahogados ante la falta de saber nadar, pero cuando te das cuenta ya no hay vuelta atrás y debes de seguir. Al final verás a todas esas personas que al igual que tú lograron llegar a su meta.

Tal vez algunos tengan heridas, pero cada uno de ellos te recibirá con una sonrisa en el rostro.

–Mi bonita, mis hombres te esperan en el jardín principal– informo Luca al entrar en la sala.

Ya sabía donde estaba aquella mansión donde se encontraba Ethan, así que hoy mismo hiría y terminaria con todo esto. Era arriesgado, pero al menos podría vivir o morir en paz.

No sabíamos cuántos hombres se encontraban en la mansión de Ethan cuidando de él, así que mientras más hombres yo llevará, era mucho mejor.

–Te acompañaré– sus brazos me rodearon la cintura pegándome a su cuerpo.

–No, podrías salir herido y yo... Simplemente no podría soportar la idea de verte herido y jamás me perdonaría si mueres por mi culpa.

–Estare bien– dejo un corto beso en mis labios y después uno en mi coronilla– nada me pasará, y si me quedo aquí me volveré loco de la preocupación y pensando en que momento volverás.

–¿Me prometes que no tendrás un solo rasguño?– eleve la mirada para poder verlo a los ojos.

–Prometido, antes de morir tengo que casarme contigo, he esperado tanto tiempo para unir mi vida a la tuya que no dejaré que una simple bala me separé de ti.

Mis brazos lo rodearon undiendo mi rostro entre su pecho.

A esto yo le llamaba: paz.

___

Las camionetas se detuvieron a unos cuantos metros de la casa de Ethan, era una casa como cualquier otra, no demostraba que tuviera mucho dinero, la casa era de dos pisos, tenía en la parte delantera solo tres ventanas y una puerta de madera. La verja no era custodiada por ningún hombre pero se podía notar por las sombras dentro de la casa que si estaba siendo vigilado, al igual que por algunas zonas del jardín.

De hecho aquella casa parecía de una familia común.

Luca tomo mi mano dando pequeños círculos en ella, gire para voltear a verlo y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

–Todo saldrá bien– dejo un casto beso sobre mi coronilla.

Me quedé por unos segundos viendo aquella casa, algunas luces estaban encendidas y otras estaba apagadas, pero las sombras de algunas personas pasando delataban que había gente.

–Es hora– ordene a Steven quien de inmediato dio la orden a mis hombres a través de los Walkies para ir y pudieran entrar.

Cuando nos dieron la señal de que podían seguirlos bajamos de la camioneta, nuestros pasos eran sigilosos, tratando de no hacer un solo ruido. Uno de mis hombres dio un golpe a la verja para que se pudiera abrir.

El ruido hizo que algunos hombres comenzaran a salir de la casa, pero al mismo tiempo que pusieron un pie fuera recibieron una bala.

Mis hombres se abrieron paso entrando en la casa, miraron los pasillos y algunos de ellos caían con una bala en alguna parte de sus cuerpos.

Me arrodille frente a uno de los hombres de Ethan, lo tome del rostro para que pudiera verme.



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En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

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