La noche había llegado y luego de un agotador día molestando a Joaquín, probandome ropa y jugando con Nina, por fín estoy sobre mi suave y enorme cama, comiendo uvas y fingiendo leer un libro.
Sentí como la puerta de mi habitación se abrió y levanté la mirada para ver a un sirviente novato mirarme con confusión y algo de enojó.
Seguro que viene a ver si no necesito algo pero por el momento estoy bien así que le mostré mi mano y la moví en señal de que se retiré.
-¿Qué rayos haces en mi habitación, tirada en MI cama?
¿Ven? Un novato que no sabe como tratar con una princesa.
Lo despedirá por su comportamiento pero como soy alguien de buen corazón lo dejaré pasar por ahora, además Nina lo quiere mucho, no más que a mi obviamente.
Rendido y aceptando que yo soy la verdadera dueña del castillo, Joaquín dio un largo suspiro.
-¿Sabes leer?
Me preguntó mientras se acercaba curioso por verme con un libro que de hecho era para niños… un cuento de hadas.
Yo me senté en MI cama y le extendi el libro.
-¿Quieres que te lo lea?
Con ánimos, asenti.
Todos los sirvientes que saben leer ya me leyeron ése cuento un par de veces, sólo falta él.
Sin pedir permiso se sentó en la cama y agarró el libro.
Como soy amable y quiero que me lea un cuento antes de dormir, voy a pasar por alto su atrevimiento de sentarse en mi cama.
Lista para oírlo, me acosté.
Nina se enojaria sí me ve apuntó de dormir con mi ropa normal en lugar de un pijama pero seguro me perdona, después de todo soy adorable.
-El caballero malvado y la huérfana.
Bien, dijo bien el título así que sí sabe leer; al parecer no sólo tiene la cabeza de adorno.
Sin esfuerzo de abrir el libro, me miró con algo de sorpresa.
-¿Todavía te gusta éste libro que es para niños pequeños?
Se me hacía que faltaba un libro en la biblioteca pero no recordaba cual era y ahora veo que lo tomaste tú.
En el castillo hay un lugar con muchos libros de donde agarré éste y que al parecer Joaquín llama biblioteca.
Que nombre más raro le inventó, cualquiera sabría que en verdad se llama ganado de libros.
Por un raro motivo, ése tipo sonrió de manera dulce y me hizo sentir muy incómoda.
¿Por qué sonríe de la nada? ¿Ya se volvió loco?
No le di tantos golpes en la cabeza para que enloquezca.
-No te preocupes, no me burlare de que te gusten los cuentos de hadas, después de todo… ¿quién es la bebita de la casa?
Así es, tú lo eres.
Ya veo, su sonrisa era para burlarse de mí…
En fín, como soy una dama civilizada y madura, lo dejaré pasar por alto.
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Nina iba por los pasillos del castillo, buscando a Luz al no encontrarla en su habitación y de pronto se detuvo y se asustó al ver a su jefe salir de su habitación con la ropa desarreglada, despeinado y con arañazos.
-¡Señor, ¿qué le pasó?!- preguntó la mujer mientras se acercaba con preocupación.
No era para nada usual ver a su jefe en tal estado.
El hombre desvió la mirada mientras cerraba sus ojos.
-N-no pasó nada.
Está noche dormiré en la habitación para los invitados especiales así que sí Arnold me busca dile que estaré allí.- dijo el dueño del castillo antes de seguir su camino.
Nina lo vio irse con confusión y al tener una idea de lo que pasó, fruncio el ceño y se dirigió a la habitación de su jefe para abrir la puerta y ver los restos de las almohadas por la habitación, un par de sillas en el suelo y a Luz sentada en la cama, acariciando su cabello con una sonrisa inocente y pura.
La mujer dio un gran suspiro antes de llevar su mano a su frente y negar.
-¿Por qué les es tan difícil llevarse bien?- preguntó con pesar.
La chica de cabello plateado sólo volteó la mirada hacía otro lado de manera indignada.
Ella no hizo nada malo esta vez.
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Luego de que Nina se calmara fue a buscar mi pijama y me lo hizo poner.
Ahora estoy acostada, tapada y lista para dormir.
-Usted sí que es única, señorita.
Me dijo Nina mientras hacía a un lado un mechón de cabello que tenía en mi frente.
Lo sé, soy única e irremplazable, soy la luz del castillo.
-Pero de igual modo debe tener cuidado con el señor Joaquín, es alguien muy amable y paciente pero no existe en la tierra alguien más peligroso que él.
¿Disculpa? Yo soy la mas peligrosa de todo el mundo, soy tan temible que hasta un dragón se pondría de rodillas ante mí.
Que se enojé no mas ése tal Joaquín y me haga frente, lo voy a poner en su lugar en un dos por tres.
-Se nota que él la quiere mucho, después de todo viajo personalmente para buscarla, abandonando una importante misión y dejando sólo a sus compañeros.
Al oír éso funci levemente el ceño.
Un momento, ¿entonces ése tonto sabía de mí existencia?
Soy increíble y toda una belleza pero no soy famosa ni nada por el estilo, es más, mi familia era humilde y el pueblo donde vivía pequeño y bastante apartado.
-Además también agarró de su biblioteca un libro muy preciado para él y no se enojó.
¿Libro preciado?
¡Ja! ¿Ahora quién es el bebé?
Seguro es un libro que su mami le leía cuando todavía era un mocoso que le tenía miedo hasta a su propia sombra.
-Hasta mañana, señorita Luz.
Y Nina se fue mientras yo cerraba mis ojos, lista para dormir en mi suave y nueva cama.
Otro perfecto y pacífico día como la dueña de un gran castillo, sólo teniendo inconvenientes con un sirviente novato al cual tuve que disciplinar.
Editado: 26.05.2021