En el corazón de la oscuridad, Azrael sentía cómo su esencia se desvanecía lentamente. La luz que había sido su identidad se extinguía, dejando un vacío profundo y helado. En ese vacío, Asmodeo encontró su oportunidad final. Con un rugido de triunfo, el demonio reclamó el cuerpo de Azrael por completo.
Pero algo extraño sucedió. A pesar de su naturaleza demoníaca, la forma de Asmodeo comenzó a cambiar.
La oscuridad que lo envolvía se disipó, revelando una figura de una belleza etérea y perturbadora. Conservaba la belleza angelical de Azrael, con un brillo oscuro que reflejaba la maldad interior.
Los ojos de Asmodeo, ahora de un violeta oscuro pero brillante, observaban su nuevo cuerpo con una mezcla de admiración y desdén.
— Finalmente — murmuró, su voz suave pero cargada de malicia — Estoy completo, soy Asmodeo al fin.
En lo más profundo de su ser, Azrael yacía en un sueño sin fin, su esencia atrapada en un estado de vacío absoluto. La oscuridad lo rodeaba, una prisión de la que no podía escapar. Sus últimos pensamientos de desesperación y culpa eran todo lo que quedaba de su conciencia.
En los reinos celestiales, Gabriel se encontraba en un estado de angustia y culpa. La conexión con Azrael se había desvanecido casi por completo, y el peso de sus decisiones lo abrumaba. Mientras contemplaba el firmamento, una figura conocida apareció ante él.
— Seraphiel — susurró Gabriel, reconociendo a su antiguo amigo y compañero. La presencia de Seraphiel era una mezcla de luz y sombra, reflejando su propia caída y redención incompleta.
— Gabriel — respondió Seraphiel, su voz cargada de dolor y reproche — ¿Cómo pudiste dejar que esto sucediera? ¡¿Cómo pudiste hacerle eso a Azrael?!
Gabriel bajó la mirada, incapaz de enfrentar la intensidad de la mirada de Seraphiel.
— No tuve elección — murmuró, su voz quebrada —Azrael traicionó nuestro propósito. Debía ser castigado.
— ¿Y ahora? — replicó Seraphiel, acercándose a Gabriel — Mira lo que tu castigo ha hecho. Azrael está atrapado en una prisión de oscuridad, su esencia consumida por el demonio Asmodeo. ¿Era esto lo que querías?
Gabriel sintió una punzada de dolor en su corazón.
—Nunca quise esto — admitió, sus ojos llenándose de lágrimas — Pero no podía permitir que su traición quedara impune.
— Su traición fue un error, sí — dijo Seraphiel, su voz suavizándose un poco — Pero el castigo que le impusiste fue demasiado cruel. Ahora, debemos encontrar una manera de salvarlo.
Gabriel levantó la vista, encontrando finalmente el valor para enfrentar a Seraphiel
—¿Qué sugieres? — preguntó, su voz llena de esperanza y desesperación.
— Debemos trabajar juntos — respondió Seraphiel, extendiendo una mano hacia Gabriel — Usa tu poder y tu sabiduría, y yo usaré la conexión que aún tengo con la luz. Juntos, podemos encontrar una manera de liberar a Azrael y derrotar a Asmodeo.
Gabriel tomó la mano de Seraphiel, sintiendo una chispa de esperanza encenderse dentro de él.
— Lo haremos — dijo, su voz firme — Por Azrael.
Mientras tanto, en la tierra, Daniel luchaba contra el dolor físico ya que aún no controlaba aquel poder de regeneración.
Más aún al sentir a Seraphiel alejado de su ser por unos instantes debido a su conexión con el cielo. Esto hacía que su cuerpo siga debilitado, pero su espíritu permanecía indomable. La conexión con Seraphiel le había dado una nueva fuerza y determinación.
— Azrael, aguanta — murmuró Daniel, sus ojos brillando con una luz renovada —Voy a encontrarte y liberarte de Asmodeo.
La batalla contra la oscuridad seguía en pie, pero con Gabriel y Seraphiel unidos una vez más, y con Daniel dispuesto a enfrentar cualquier obstáculo, la esperanza brillaba en el horizonte. La lucha contra la maldad continuaba, y aunque el camino era arduo, estaban decididos a no rendirse.