La madre perfecta

Capítulo 4 Sacrificio

Harlem, Nueva York

Me pongo el sobretodo y me miro al espejo. A pesar del maquillaje que llevo puesto, me veo demacrada y agobiada. Esta no era la vida que deseaba, no era el futuro con el que tanto soñé. 

―¿Estás lista, cielo?

Lo miro a través del espejo y asiento en respuesta.

―Sí, dame un par de minutos y nos iremos.

Sonríe, me besa en la mejilla y ase aleja. Me aplico el labial rojo y me doy un último repaso antes de tomar el bolso y salir de la habitación. Me observa un tanto melancólico. Se aproxima, mete sus dedos debajo de mi barbilla y me mira a los ojos.

―¿Cómo llegamos a esto? ―comenta, afligido―. Esto no era lo que quería para ti ―recorre mi rostro con la yema de su pulgar. Cierro los ojos e inclino mi cabeza para aceptar sus caricias―. Te prometo que haré lo que sea para terminar con esto y darte la vida que te mereces.

Abro los ojos, sonrío y me acerco para besarlo. Amo a este hombre como nunca antes amé a ningún otro. No es el primero en mi vida, pero estoy decidida a que sea el último.

―Lo sé, cariño ―acaricio su rostro con el dorso de mis dedos―. Sé mejor que nadie lo mucho que te has esforzado para darnos la vida que nos merecemos ―lo abrazo y me pego a su cuerpo. Hundo mi cara en su pecho y suspiro profundo―. Sé que el día de que seamos felices para siempre está esperándonos a la vuelta de la esquina. Nos toca ser pacientes y esperar el momento exacto en que la fortuna nos sonría ―inclino la cabeza hacia atrás y lo miro a los ojos antes de separarme de él―. Pero mientras esperamos a que suceda, tenemos que seguir trabajando duro para sobrevivir.

Meto la mano en mi cartera y saco los anteojos.

―Te amo, Sophia, nunca lo olvides.

***

Manhattan, Nueva York

Cierro los ojos e inhalo profundo, antes de bajar del taxi. No sé hasta cuando podré aguantar esta situación. Si estuviera en mi poder, retroceder el tiempo, volvería justo al momento en que Sophie me rogaba para que me quedara con ella. Qué tonta fui al no querer escucharla, al empeñarme en correr tras un sueño que me costó mi inocencia. Sin embargo, la decisión que tomé me hizo encontrar al amor de mi vida y ya no puedo renunciar a él, a dejarlo atrás. Esta fue mi decisión y tengo que asumir las consecuencias.

―Estaré cerca, cariño ―me indica Damien, preocupado―. Si esto se pone difícil, solo tienes que gritar y estaré allí antes de que pestañees.

Me duele ver lo mucho que esto lo lastima, lo difícil que es para él, saber que voy a entregarme a los brazos de otro hombre.

―Siempre te veo a ti ―menciono, desconsolada―, cada vez que entro a una de esas habitaciones, imagino que eres tú ―susurro en un lamento doloroso―. Es la única manera en la que puedo sobrellevarlo.

Pega su frente a la mía e inspira profundo.

―Cada vez que sé que estás con otro, tengo ganas de entrar a esa habitación y destruir a ese maldito con mis propias manos ―espeta, enfadado―. No sé por cuanto tiempo más pueda soportarlo, nena, pero te juro que estoy a punto de volverme loco ―entierro los dedos en la tela de su camisa. Esta situación me afecta, me está haciendo pedazos, me destruye poco a poco―. Siento que en cualquier momento voy a cometer una locura.

Aquellas palabras me provocan desesperación.

―¡No, Damien! ―sujeto su cara entre mis manos y lo obligo a que me mire a los ojos―. Esto lo hago por nosotros, pero te juro que en algún momento se va a terminar ―le prometo con vehemencia―. Tienes que jurarme que no vas a cometer ninguna locura, porque no voy a ser capaz de continuar sin ti ―suplico entre sollozos―. Te necesito, nada de esto habrá valido la pena si te pierdo ―cierro los ojos e inhalo profundo―. Te amo, ahora, hoy y siempre.

Lo abrazo y hundo la cabeza en su pecho.

―Te lo prometo, cariño ―me besa en la cima de la cabeza―. Por ti, soy capaz de soportar lo que sea.

Suelto el aire que estoy reteniendo en los pulmones una vez que escucho aquellas palabras.

―Tú y yo, juntos contra el mundo.

Salgo de mi refugio y lo beso.

―Por siempre y para siempre.

Responde, risueño. Bajamos del auto, pero nos mantenemos distanciados, como si fuéramos un par de desconocidos. Ingreso a las instalaciones del lujoso hotel y me dirijo hacia el bar. Antes de entrar al salón giro la cara con disimulo y lo busco, no puedo hacer esto si antes no lo veo por última vez. Tras un rápido repaso, me cruzo con esos hermosos ojos azules que me cautivaron desde el primer momento. Me observa cauteloso y atento a todo lo que sucede a nuestro alrededor. Está tenso, puedo notarlo en la forma en que los músculos presionan por debajo de la tela de su americana.

―Te amo.

Articulo con mis labios, en un tono tan bajo que pasa desapercibido para cualquiera, menos para él. Cierra los ojos y al abrirlos me mira con determinación. Comienza a caminar con paso firme en mi dirección para terminar de una vez por todas con esta situación. Ha llegado al límite de su paciencia.

Mi corazón se sacude debajo de mi pecho, emocionado, pero, a la vez, temeroso. Por más que lo deseemos, no podemos detenernos.



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En el texto hay: amor, gemelas, embarazo

Editado: 23.10.2023

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