Puedo asegurar que éste no fue el día más triste de mi vida. Al contrario. El día más cálido fue el día en que la conocí a ella.
Enfundada en una falda negra, una blusa blanca y unos zapatos altos carmesí, con el cabello rubio enrollado en su cabeza, sujeto por una preciosa flor. El atuendo perfecto para los primeros días de la primavera.
Estaba ella en esa librería, comprando el próximo texto que la haría viajar, volar, disfrutar del mundo que todavía no había conocido.
“El retrato de una dama”, pude reconocer esa portada de Henry James a la distancia. Uno de los primeros libros que leí cuando estudiaba Literatura en la universidad.
Ahora adquiría libros por placer, pues ahora, después de haberme graduado con honores yo trabajaba en una de las mejores editoriales. En el edificio frente a la librería.
Durante meses la observé desde mi oficina, bajarse del autobús cada quince días, entrar a la librería y salir con un nuevo libro bajo el brazo y una sonrisa deslumbrante.
Ella fue la mujer que llegó a mi vida en el momento que más lo necesitaba. Sabía cómo hacerme sentir bien. Además de ser una docente de profesión, había sido mi maestra del amor.
No sólo porque ella fuera mi primera novia, sino porque fue la primera mujer que me enseño qué es el amor.
Durante nuestro tiempo de noviazgo vivimos bonitos momentos. Momentos que hasta la fecha todavía viven en mí. Me dejo un álbum lleno de recuerdos… cada noche duermo con ellos. Me enamoré perdidamente de ella.
Ella, la mejor de las maestras y yo, un mal estudiante. Cometí errores que hicieron que ella se marchara. Cuando tomó la decisión de irse, dolió tanto que me negaba rotundamente a aceptarlo.
Fue muy difícil aceptar su partida, casi pierdo mi empleo en la editorial. Los días no volvieron a ser los mismos, pasaron de ser alegres a tristes.
Tras ella se fue una gran parte de mi corazón y de mí.
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el primer amor, love, el primer amor pueder ser el unico y verdadero
Editado: 15.06.2018