—Ya empaqué mis cosas -exclamé emocionada. Me dirigí a la puerta de casa arrastrando una valija grande y llevando una mochila colgada a mis espaldas.
—¿En dónde te vas a quedar? -me preguntó mi mamá como si nunca se lo hubiera dicho, cuando la verdad era que se lo había estado recordando toda la semana.
—En un apartamento compartido -respondí como quien responde lo mismo varias veces.
—Llámame cuando llegues. -Se acercó a mí y me miró con ternura.
—Me voy, porque si me quedo unos minutos más puede que te arrepientas de dejarme ir.
Me abrazó con tal fuerza que temí que decidiera no soltarme, y los segundos que duró el abrazo me parecieron horas. Dudé si soltarla porque me dolía tener que separarme de ella.
Un día antes.
Viajé a Madrid para buscar un departamento. Caminé por toda la ciudad y por las zonas más cercanas al edificio de la universidad, luego de un gran recorrido y de preguntar en varios lugares finalmente encontré un departamento con 3 habitaciones a un precio que me pareció muy accesible. Antes de viajar, había hecho algunos folletos que decían "¡Busco compañeras de apartamento! Contacten a este número..." y mientras caminaba por las calles de la gran ciudad lo fuí colgando en diferentes postes y paredes. Al momento de volver al aeropuerto para tomar el avión de regreso, recibí una llamada preguntando por el anuncio que había colgado por casi todo Madrid. Se trataba de dos chicas que estaban interesadas, les pregunté sus nombres, edades y cuál era el monto que pretendían destinar para el alquiler. Gracias al cielo era mayor al que yo había propuesto, así que no tardamos en ponernos de acuerdo luego de una larga charla.
Al llegar a casa, apenas estaba acabando el atardecer cuando llamé a Denisse y Taylor, mis mejores amigas, para contarles lo que había hecho. Ellas no tenían idea, y mantuve la calma hasta que llegaron a mi casa y nos encerramos en mi cuarto.
—Me voy a Madrid -dije apenas estuvimos a solas.
—¿Cuándo y por qué? -inquirió Denisse con un tono de incredulidad.
—¿Dónde te quedarás? -Taylor sonaba más calmada, al parecer ya lo sospechaba.
—Mañana me voy, chicas. Me quedaré en un departamento que compartiré con dos estudiantes más. Voy a ir a la universidad. -Ambas se quedaron mirándome sin saber si estaba bromeando o no.
—¿Por qué compartes el departamento? -preguntó Taylor.
—Ustedes saben que no me gusta estar sola -respondí mirándolas, y luego bajé la cabeza—. Además es más barato así -agregé restándole importancia al primero motivo.
—Entiendo -asintió Denisse-. Vemos que ya no vas a poder visitarnos tan a menudo -hizo puchero como si fuera una niña de 3 años.
—Pero sí volveré para verlas, aquí está mi familia -exclamé riéndome, para aliviarlas un poco.
—Gracias al cielo, no sé qué haremos sin tí, te queremos -dijo Taylor entre risas y se acercó a abrazarme. Denisse la imitó y las tres nos unimos en un fuerte apretón.
—Debo hablar con mis padres sobre esto -le dije con seriedad.
—Es verdad, entonces tendremos que irnos -se puso de pie.
—Si, mejor nos vamos.
Salieron a la sala principal, donde aguardaban mis padres sentados ante la mesa del comedor. Se despidieron de ellos y se fueron. Era el momento de hablar con ellos.
—Mamá, Papá -los llamé luego de cerrar la puerta principal-, necesito que se sienten por aquí. -Me senté en el sillón y les indiqué que hicieran lo mismo.
—Cariño ¿qué pasa? -se acercó mamá-, veo que tienes esa cara...
—¿Me necesitas para algo, amor? -Papá tomó asiento junto a mamá en el sillón largo.
-—Me voy a la universidad -solté intentando mantenerme seria, quería que me vieran como a una mujer y no como a una niña-, en Madrid.
Ambos se asombraron al oírme.
—¿Por qué te vas? -preguntó mi madre sin salir de su asombro.
—Quiero comenzar una nueva vida allá.
—Ya es adulta, cielo -le dijo mi padre a mi mamá, quien ya comenzaban a lloriquear los ojos.
—Gracias papá. -Me sentí muy bien al ver sus reacciones, y saber que confiaban en mí, ya que no se opusieron a mi decisión.
Me levanté y caminé hacia ellos para abrazarlos.
—Gracias por amarme.
—Te extrañaré demasiado -me decía acariciando mi cabello.
—También los amo tanto -les repetía sin soltar a ninguno de los dos.
Actualmente:
Llegué al departamento y no tardé en descubrir que no había nadie. Me fui a descansar luego de un día largo. No dormí mucho, puesto que decidí darme un baño para salir. Había logrado encontrar una universidad que me gustó, y debía avisarles a mis padres.
—Ya me inscribí -dije cuando ellos atendieron a la video-llamada.
—¡Qué excelente noticia, mi cielo! -exclamó mi madre del otro lado de la llamada— ¿Cuándo comienzas?
Tenía el delantal embarrado de harina y la mejilla derecha ,ella está amasando un tipo de masa seguramente de churros, siempre los hace cuando está triste y mi padre la ayuda a hacerlos, son muy buenos en la cocina,siempre hacen postres deliciosos.
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misterio, amor juvenil y amor verdadero, un amor entre una chica y un hombre lobo
Editado: 28.12.2022