Jayde soltó una risa estrepitosa, que incluso llego asustar a Luka, se podía notar que el ambiente se había puesto tenso, Jayde veía a la anciana como si fuera a darle una paliza, sus ojos se habían oscurecido al igual que su semblante y notó que sus nudillos los apretó fuertemente. Por alguna extraña razón la anciana también la miraba de la misma forma solo que ella lo disimulaba con su sonrisa dulce que empezó a pensar que era falsa. Luka se acercó a ella tomándola de la cintura y haciendo que esta retrocediera a una distancia prudente de la anciana, Jayde lo miro furiosamente con ganas de golpearlo, en respuesta Luka apretó fuertemente su cintura.
-Venimos hacerle unas cuantas preguntas -hablo Luka antes de que lo hiciera esta-. Espero que pueda responderlas.
-Claro excelencia -accedió amablemente-. ¿Por qué debería de negarme? -miro a Jayde otra vez con una sonrisa socarrona-. ¿Es su novia?
-Nosotros vamos hacer las preguntas anciana no usted -dijo tajante-. ¿Por qué no toma asiento? -indicándole que se sentará en la silla de estilo barroco de madera con acabados en oro y tapizado en terciopelo rojo-. Puede que sean largas y tomen demasiado tiempo, no me gustaría que se lastimará la espalda.
-Tranquila mi niña todavía me siento igual de viva que de joven -dijo fingiendo amabilidad, haciendo que la sonrisa de Jayde se borrará-. ¿Porque no empiezan?
-El espejo que me regalo para dárselo a mi hermana -empezó hablar-. ¿Dónde lo encontró?
-Perteneció a mi familia desde siglos -respondió cortésmente-. No me pregunte como es que el espejo llego a las manos de mi familia porque no se la respuesta.
-Si es como una reliquia familiar -inquirió Jayde-. ¿Por qué la regalo a un desconocido?
-Como puedes ver cariño soy solo una anciana solitaria -contestó obvia-. No tengo a nadie a quien dejársela, tampoco quisiera que el espejo que ha pertenecido por varias generaciones a mi familia vaya a parar al basurero cuando yo haya fallecido, por eso se lo di al joven Luka…
Se callo la anciana al ver el error que había cometido, en ese momento supo que ella no les estaba diciendo la verdad y que no era lo que aparentaba
-Yo nunca le dije mi nombre -dijo desconfiado-. Así como aquel día yo tampoco le dije que era un príncipe y aun así usted lo supo.
- ¿Quién no conocería el nombre del gran príncipe de la casa Saboya? -inquirió segura-. Su nombre lo sabe todo Italia.
-Pero no toda Italia sabe mi apariencia -contrataco Luka-. Porque yo no me involucro con nada relacionado con la corte, solo mis más allegados saben mi apariencia, el resto no me conoce.
La anciana sonrió gentilmente tratando de cubrir su nerviosismo, Jayde al verla de aquel modo se rio divertida.
- ¿Por qué no nos empieza a contar la verdad? -le cuestionó, hizo un ademan pensativo-. Creo que yo ya se la respuesta -acortó la distancia que la separaba de la señora hasta sentir su aliento sobre el suyo-. Porque no eres lo que dices ser anciana, es más, apuesto a que ni eso eres.
-No sé de qué está hablando señorita -dijo incomoda, alejándose de Jayde-. Yo los recibí en mi tienda con gentileza y así es como ustedes me lo agradecen con grosería -miro a Luka decepcionada-. Pensé que era una buena persona ahora me di cuenta de lo terriblemente equivocada que estaba -Luka se sintió avergonzado pensando que había malinterpretado la situación-. Por favor sean amables de salir los dos de mi tienda -les señalo la puerta-. Y si no quiere mi regalo puede regresármelo excelencia no tengo ningún problema y no me sentiré ofendida.
La señora ni se esperó a verlos salir de la tienda, simplemente se dio la media vuelta dándoles la espalda, dispuesta adentrarse al interior de lo que debía de ser su habitación, cuando Jayde de la nada la empujo contra la pared y la acorralo dejándola totalmente sorprendida y pasmada ya que no se esperaba aquel movimiento por parte de ella.
-Malas noticias bruja -dijo severa-. No te puedes ir sin antes decirme la verdad -se inclinó hacia ella para oler su cabello-. Hueles a una roja, no puedes disfrazar ese aroma que te caracteriza ni utilizando toda tu magia.
La anciana engrandeció sus ojos en una mezcla de horror y asombro, la miró con miedo, comenzó a temblar entre los brazos de Jayde, trató con sus débiles manos arrugadas empujar a esta, pero ni siquiera logro moverla un centímetro. Jayde la miro intensamente, sus ojos solo reflejaban frialdad, sin mostrar compasión a la señora, se mostraba firmemente y no pensaba ceder ante su apariencia tierna.
Luka observó que el collar de Jayde había desaparecido de su cuello y en su lugar había una larga daga en su mano hecha de oro, de hoja asimétrica y con tres rojas de rubí como decoración en el final de la empuñadura.
- ¿Quieres hacerlo por las buenas o por las malas? -dijo atemorizante, no dudo en empuñar la daga en contra de la mujer-. Espero que elijas la segunda opción de lo contrario le quitarías la diversión.
La anciana busco desesperadamente la mirada a Luka, al encontrarlo le suplico con la mirada que lo ayudará.
-Por favor yo no he hecho nada -sollozo-. Dígale a su amiga que se detenga, sé que usted es una buena persona y no dejará que me haga daño ¿verdad? -Jayde acercó la daga hasta su garganta sintiendo el frio del metal en su piel-. ¡Ayúdeme! Se lo suplico de un ser humano a otro.