Sabía a quien se estaba refiriendo, pero dudaba que les quisiera ayudar sin algo a cambio o que le dieran una buena explicación.
- ¿Crees que Scarlett acceda ayudarnos? -preguntó curioso.
-La convenceremos -dijo relajada.
Comenzó a comerse todo lo que le había servido de comida, se llevó una copa de vino a los labios y la degusto, Luka lo siguió y comieron por un largo silencio hasta que decidió romperlo:
- ¿Cómo sabrías que sucedería eso? -dijo intrigado, captando su atención-. ¿O que yo iba a reaccionar así?
Jayde se encogió de hombros.
-Simplemente hubiera agarrado cualquiera excusa barata como que le aguantaste la mirada por unos minutos o si cuando nos daban la comida rozabas accidentalmente la comida -dijo astuta-. Se que tu naturaleza es tranquila, así que hubiera estado presionándote hasta que explotaras, lo cual no resulto tan difícil como creí -lo miro pensativa-. ¿Estás bien?
Luka parpadeo varias veces intentando digerir todas las palabras de esta, ya no sabía ni como sentirse en aquel momento.
-Cuando termines ve hablar con ella -comentó Jayde-. Quéjate de mí, di que soy una mala persona, una princesa engreída y egoísta, es más te voy a dejar que me llames perra.
-No te llamaría así, aunque me dieras permiso -replico ofendido, se paró de la silla-. Iré con ella.
Se marchó en silencio dejando sola a Jayde con sus pensamientos, lo que le daba más miedo en este mundo. Luka bajo nuevamente hacia el comedor principal, esta vez había gente charlando y bebiendo juntos. Observó en la barra a Erika limpiando, alzo sus ojos marrones encontrándose con los de este, le sonrió gentilmente, con aquella apariencia dulce e inocente no podía creer que fuera cruel, era diferente a Jayde, ella no temía demostrar su verdadera apariencia, era hermosa y peligrosa al mismo tiempo.
- ¿Cómo ha estado mi señor?
-Llámame Luka -le pidió-. No me gustan los términos formales.
-Me alegro -dijo contenta-. ¿Hay algo en que pueda ayudarle?
Luka desvió la mirada, ni siquiera sabía cómo empezar.
-Me dijiste que si necesitaba compañía más agradable viniera contigo -murmuro apenado-. Fue un error…
Le diría a Jayde que no pudo hacerlo, estaba a punto de irse, cuando Erika lo tomo de la manga de su abrigo deteniéndolo.
-Lo decía enserio -repuso simpática, Luka la miro fijamente, al sentir su mirada dejo de sostenerlo y aparto su mirada apenada-. Siéntese y cuénteme de ella.
Luka se sentó inseguro en una de las sillas que estaba enfrente de la barra, Erika le dedicaba una sonrisa cariñosa, haciendo sentir incómodo a este. Al ver que este no parecía querer hablar, Erika dio el primer paso.
- ¿Cómo se llama la señorita? -le preguntó-. ¿Es su prometida?
-Se llama Jayde -respondió tratando de sonar seguro-. Es mi prometida, vinimos en un viaje a Vercelli para conocernos mejor.
-Parece que no se están conociendo mejor -comentó entre risas, Luka la miro fijamente, se veía radiante-. No era mi intención ofenderla -aclaro rápidamente-. Solo que no se veía muy amistosa.
-Tienes razón -concordó-. No es para nada amistosa -se quedó pensativo-. Pero siento que detrás de toda esa armadura hay un ser amable -Erika le sirvió brandy-. Aunque muy en el fondo -se echaron a reír juntos-. Es tan difícil de entender.
-Así somos todas las mujeres Luka -repuso Erika-. Somos como un rompecabezas no lo entiendes, pero te diviertes tratando de descifrarlo -Luka se bebió de un solo trago el brandy sintiendo como quemaba su garganta al pasarlo-. Tranquilo vaquero no hay prisa.
-Jayde es tan rara y siento que somos tan diferentes -le confeso-. Dice una cosa y luego se contradice ella sola, es amable a unos minutos y a los siguientes te está manipulando o te golpea de repente.
-Vaya sí que es una chica complicada.
-Me lo dices a mi -repuso Luka, tomo el siguiente vaso de brandy que le tendió Erika-. Y solo nos conocemos dos días.
- ¿Dos días? -dijo incrédula-. ¿Y ya no la soportas?
-Nos comprometieron cuando éramos niños, ella se había ido a estudiar al extranjero, a España -le mintió-. Hace unos días regreso a Italia para casarnos, estuvo tanto tiempo afuera que ni siquiera la reconozco.
- ¿Y si no está seguro porque se casa?
-Porque ese es nuestro deber -dijo con pesar-. Debemos de atacar las ordenes de nuestros padres.
-En eso me alegro de que mis padres estén muertos y ser una huérfana -dijo sincera, se sirvió un vaso de brandy y se lo bebió por completo-. Ya hubiera sido vendida por una parcela y por vacas -señalo el bar-. Al menos aquí puedo elegir mi propio destino.
- ¿Tienes alguien? -preguntó de repente-. ¿Algún pretendiente?
Su semblante se oscureció, bajo el segundo vaso de brandy que tenía a la mitad por beber y lo miro intensamente.
-A veces hay que hacer cosas que no queremos -dijo seria-. Para sobrevivir en un mundo tan cruel como este.
- ¿Entonces es un sí?
-Si tengo -respondió después de una larga pausa-. Pero no lo quiero -se acabó de un trago el resto de su bebida, agarro una botella de brandy y les sirvió a los dos, alzo su vaso de vidrio-. Brindo por los matrimonios infelices y arreglados que se pudran.
-Que se pudran -brindo, se bebió de un trago todo el contenido de brandy, cuando bajo el vaso estaba vacío-. Tu mereces más Erika que ser una simple mesera en esta posadera, mereces alguien que te valore y te sepa amar, que te respete y te diga todos los días lo linda que amaneces.
Erika se acercó más a Luka observando de cerca el verde iris de sus ojos, y Luka dándose cuenta lo pecosa que era.
- ¿Y dime quien podría quererme? -le susurro a su oído.
-Alguien que no esperas -murmuro, le acarició suavemente su mejilla-.
Sin darse cuenta se acercaron hasta sentir sus labio rozándose, era una atracción que no podía evitar Luka, su mente estaba tan confusa y distraída que no podía pensar claramente, solo se dejó llevar por sus instintos. Estuvieron a punto de besarse si no fuera por una voz masculina que los interrumpió.