Se levantó sintiendo que se ahogaba contra sus propias lágrimas, de repente la recordó, la persona más amable que había conocido: Lucia de Beaumont. Los recuerdos comenzaban a inundar su cabeza provocándole un fuerte dolor, se agarró desesperada su cabello queriendo alejar aquellos recuerdos, vivía tan feliz en la ignorancia de no saber su existencia que ahora que la recordaba solo sentía una gran pena oprimiendo su pecho.
-Malditos sueños de coño -maldijo entre susurros.
Tomo entre sus manos el vaso de agua que había encima de su mesa, bebió todo su contenido, antes de dejarlo nuevamente se dio cuenta que había una nota. Lo miro extrañada no habría nadie que quisiera dejarle mensajes, curiosa abrió la nota, solo decía tres palabras: Catalina del Carretto. No tenía imaginar quien debía de ser, maldijo una vez más su suerte, tendría que investigar primero como seguían las cosas en Vercelli y si era necesario que volviera, lo segundo tendría que hacerle la visita a una bruja. Tocaron varias veces su puerta, al no haber respuesta paso Scarlett, traía un vestido lila dejando al descubierto sus hombros, la manga larga era en forma de globo y la falda lisa tenía encaje blanco de flores en la parte inferior. Se puso unos finos guantes blancos, su cabello lo tenía recogido en un moño alto.
-Algo sencillo, no quiero un vestido que batalle al caminar por lo esponjado que esta -le pidió-. Pero tampoco exageres en lo sencillo.
- ¿No sería mejor alteza que use uno de esos vestidos extravagantes? -inquirió Scarlett-. Ya que se encuentra en el palacio ante los ojos de todos.
-Hoy no es momento de extravagancias…
-Pero usted siempre dice que cualquier momento es para extravagancias -replico confundida-. ¿Por qué hoy no?
-Porque hoy vamos a dar un paseo -respondió alegre, la inspecciono con la mirada-. Parece que ya lo intuías.
Scarlett saco del armario un vestido de cuello alto de encaje con botones de color blanco, las mangas eran largas y la mitad estaba hecha de gasa en forma de pico con un moño azul en el codo. La falda era de cintura alta y algo esponjada, hecha de terciopelo de color azul celeste, con un bordado de flores beige alrededor en la parte inferior. Scarlett le ayudo a ponérselo, era ligero en comparación a los otros vestidos y era elegante. Sacó de su joyero un broche de zafiro que le puso en su cuello, su cabello rubio lo amarro en un moño trenzado y le puso una diadema de medio arco azul celeste con encaje blanco llena de rosas. Justo a tiempo escucharon alguien tocando.
-Pase -le indico.
Luka entro vestido formalmente con un chaleco verde menta estampado encima de un frac gris combinándolo con un pantalón blanco y unas botas de cuero. Jayde se acercó y le acomodo el torcido moño blanco en su cuello, si algo había que no soportaba era la imperfección, no toleraba ver las cosas desordenadas y torcidas. Este no hizo comentario alguno y en cambio saco una caja de terciopelo que le tendió, la miro sorprendida, abrió la caja y encontró el anillo de compromiso de rubí que le había dado anteriormente a Scarlett.
-Mi madre me pidió que te lo diera -le explico-. Podrías hacerme un favor y utilizarlo.
-Lamentablemente el rojo no es mi color -dijo seria, admiro el anillo en sus manos-. Pero podría hacer una excepción -miro a Scarlett y le indico que saliera de los aposentos, esta salió sin preguntar y cerró la puerta tras su paso-. Tenemos algo de que hablar.
- ¿Podría ser después del desayuno?
-Me temo que no -respondió seria, le tendió la nota que le habían dejado-. Hay que ver a una bruja.
- ¿Del Carretto? -preguntó confundido, después recordó-. Son una familia aristocrática italiana, son los marqueses de Savona, en la región de Liguria.
-Bien ahí es donde tendremos que ir.
- ¡Estas loca! -exclamo en voz baja-. No podemos ir hasta ahí, apenas pudimos ir a Vercelli y eso que esta unos pasos, Savona está a largos kilómetros de distancia y con mi madre de regreso será imposible.
-Pues bien, entonces esperamos la muerte sentados -le reprochó, sentándose en el tocador con los brazos cruzados-. Recuerda que tu vida no es la única en juego, mi alma puede perderse.
- ¿No hay nadie aquí en Turín? -dijo frustrado.
-Al parecer no -respondió molesta-. Por eso quiero ir con Urice para preguntar y si de lo contrario se niega a respondernos tendrás que buscar la forma de engañar a mami -se paró molesta y lo empujo con su dedo índice-. Yo no pienso esperar la muerte.
Jayde estaba a punto de salir molesta de su habitación cuando la mano de Luka la detuvo.
-De acuerdo, sé que estamos en el mismo barco que se está hundiendo poco a poco -accedió-. Te acompañare a ver a Urice, pero al menos no podemos esperar un par de días -lo miro suplicante-. Apenas acabamos de llegar a Vercelli, tuve suficiente dosis de fantasmas por esta semana.
-Luka resultará beneficioso para los dos que esto acabe tan pronto como empezó -dijo seria, lo miro comprensiva-. Yo no pertenezco aquí, piensa que mientras más rápido acabe, tu vida volverá a la normalidad -le dio unas palmadas en el hombro-. Cuando me vaya no tendrás que soportar dosis de fantasmas o criaturas.
- ¿Por qué lo dices? -preguntó confundido.