Faustine miro fijamente a su hermano, Luka desvió su mirada hacia el suelo ya que no era capaz de sostener su mirada. Jayde los maldijo por estar de entrometidos, pero no se dejó intimidar, les sonrió dulcemente y entro al salón de música con su compañía. El salón de música era grande, sus paredes estaban pintadas por bellos dibujos de un gran paisaje de montañas que de cerca de veía un precioso lago en el que revoloteaban mariposas a su alrededor y un ciervo bebiendo de su agua. Un gran candelabro de cristal iluminaba todo el salón, cubriendo la mayor parte del piso había una gran alfombra roja con bordes dorados, encima había un gran instrumento con teclas de cuatro patas, lo reconoció por los libros que había leído, era un piano negro, era maravilloso. Junto a una silla había otros instrumentos recargados: un violín, una flauta, un clarinete y una viola. Enfrente del piano había varios sofás grises con bordes plateados y enfrente una pequeña mesa donde estaba un juego de té.
- Pensé que iba tocar el piano Jayde -menciono Faustine-. Espero ahora que ha llegado pueda tocar algo para nosotros.
-Nos desviamos un poco -repuso Jayde-. Quería ver los jardines desde el balcón, siempre es bueno el aire fresco.
-Debo de apoyar a Faustine -comentó Rosella-. ¿Qué tal un poco de piano? He escuchado que la princesa Camelia es muy buena tocándolo, la comparan con el mismo Mozart.
Jayde sonrió de oreja a oreja ocultando su irritación, eran tan insistentes que no podía negarse una segunda vez a la princesa sin levantar sospechas, ¿Por qué la maldita Camelia tenía que ser buena con el piano? Ni siquiera existía ese instrumento en su época ¿Cómo esperaban que lo tocará? Tampoco es que se preocupará por aprender a utilizarlo. Entonces a lado vio su salvación, la viola, era uno de los instrumentos más nuevos en su época, al escuchar su sonido en la corte quedo fascinada que tuvo que pedirle quien la toco que le enseñara como tocarla. El diseño de ahora era diferente al que ella una vez toco, pero seguía teniendo el mismo número de cuerdas, así que podía tocarla.
-Tengo que presumir que el piano no es el único instrumento que se tocar -les informó, Luka la miro sorprendido-. También tengo unos grandes dotes musicales con la viola.
- Por supuesto -la apoyo Amadeo-. Una vez en la corte de Baviera escuche a la princesa tocar la viola, es tan maravillosa como lo es con el piano, deberían de escucharla es fascinante.
Pudo suspirar aliviada, al final Amadeo había servido de algo, Faustine y Rosella compartieron miradas mutuas, esta al final asintió ante su petición.
-Como negarse -repuso Faustine-. No sabía que su alteza tuviera grandes habilidades, sería un deleite para nosotras escucharla.
Tomo la viola entre sus manos admirando su diseño marrón y rustico, hace siglos que no había visto alguna y ahora que la tenía enfrente no podía dejar de sentir melancolía. Por suerte hace un siglo se le había ocurrido abrir un libro de música del siglo XVIII donde había visto unas partituras de un famoso compositor llamado J.S Bach, esperaba que funcionará. Se paro enfrente de ellos, sostuvo su viola en el lado izquierdo apoyándolo contra su hombro, con su mano derecha sostuvo el arco, estaba a punto de tocar cuando la voz de Rosella la detuvo.
- ¿Sin partituras? -preguntó incrédula-. ¿No te equivocarás?
-Me lo sé memoria no se preocupe -respondió indiferentes-. Descuide no me equivocaré.
- ¿Con cuál pieza nos deleitarás? -preguntó Faustine curiosa
-Suite no.1 de Bach -contestó apresurada-.
Cerró los ojos imaginándose la partitura en su mente, cuando la tuvo con claridad, comenzó a mover sus manos sintiendo como sus dedos fluían con cada nota que tocaba, la melodía suave comenzaba a brotar entre sus manos, hace mucho tiempo que no escuchaba el sonido que desprendía la viola, temía el poder olvidar como se escuchaba al tocarla, pero ahora que lo hacía el sonido que brotaba era tan natural que lo disfruto movía el arco al son de cada nota sintiendo cada ritmo, cada sonido en lo más profundo de su ser.
Las notas comenzaron a descender volviéndose más agudas y luego volvían a subir. Se vio a ella misma recordando a ver tocado delante de toda la corte, cerro sus ojos sabiendo que la miraban maravillados, algunos con ojos cristalizados pudiendo sentir las mismas emociones que ella trataba de proyectar con la música. Con esas últimas imágenes termino de tocar el preludio. Abrió los ojos solo para comprobar que la miraban de la misma manera que cuando toco por primera vez, sonrió satisfecha al ver que logro la emoción que querían que sintiera. Con esa misma emoción termino de tocar toda la pieza. Al terminar hizo una reverencia final escuchando los aplausos de sus espectadores.
-Amadeo no se equivocaba al decir lo buena que eres tocando la viola -admiro Faustine-. Nos dejaste sin palabras.
Tenía razón su hermana, pudieron ver una presentación que había puesto su corazón en cada nota, simplemente no había palabras para describir lo hermoso que había tocado.
-Me alegro que les haya gustado -repuso Jayde.
Poco tiempo después de que terminará de tocar Rosella tuvo que retirarse ya que era demasiado tarde para ella, se despidió de todos, Faustine la acompaño hacia la entrada para despedirse dejándolo a los cuatro solos.
-Bueno creo que yo también tendré que irme -menciono Amadeo, parándose- Tendré que madrugar.