La Maldicion de la Bruja Roja

Capitulo 50: Las Hermanas Cavaglieri

Entonces lo observo: una Dilara con su cabello castaño claro largo por debajo de sus hombros, todo estaba oscuro, ella llego por detrás de la puerta con su vestido desgarrado y lastimada, cojeaba, los truenos se escuchaban estruendosos, era la única luz que la guiaba por aquella casa. Por accidente rompió un jarrón atrayendo a una persona, se escondió en un armario, lo abrió un poco dándose cuenta que era quien buscaba. Con un cuchillo en su mano lo ataco, el hombre era rápido la logro apartar con facilidad, pero ella pudo recuperar el cuchillo y lo acuchillo una y otra vez hasta que lo desangro.

- ¿De qué hablas? -preguntó extrañada.

- ¿Piensas ayudarnos? -insistió Jayde, cambiando el tema-. Solo necesitamos información.

Dilara la miro desconfiada.

-De acuerdo -accedió-. Pero tendrán que decirle a Matteo que me visite.

Les indico que se sentará en la mesa más cercana, Lidia se acercó con una jarra de vino que les sirvió a cada una en una copa.

-Necesitamos que nos hable si ha habido un suceso relacionado con brujas -hablo Luka-.

-Como olvidarlo -repuso impresionada-. Fue lo más emocionante que le sucedió a este pueblo -se puso pensativa-. Yo debía de tener veinte años cuando ocurrió, es el único caso que se ha dado donde quemaron viva a una bruja. Yo estuve ahí cuando la quemaron -su mirada reflejaba lastima-. Pobre, estaba implorando que no lastimaran a sus hijas, ellas estuvieron presentes en la muerte de su madre, ninguna persona debería ser capaz de ver eso. Recuerdo que eran dos o tres las niñas -trató de recordar-. Por la multitud no pude verlas bien, cuando quise acercarme ayudarlas ellas se habían desvanecido, paso hace quince años, recuerdo haber escuchado a unas señoras nombrar el nombre Karla Cavaglieri.

- ¿Sabe cuál fue su cargo? -preguntó Scarlett-. ¿Fue acusada o encontrada haciendo brujería?

-La culparon de haber enfermado a varios bebes del pueblo -respondió pensativa-. Bebes sanos que cayeron enfermos de un día para otro, nadie se explicaba cuál era la razón, entonces una vecina dijo verla comprar articulo raros, así que la siguió en su casa y la observó hacer brujería, la policía no tardó en llegar a su puerta y se la llevaron. Inspeccionaron su casa y se dieron cuenta de varios artículos de magia negra, ataron los cabos y la culparon. Inmediatamente la quemaron viva, los bebes se recuperaron enseguida menos uno que murió ese día. 

- ¿Era madre única?

-Creo que si -dijo insegura-. Solo sé que su casa está encima de una colina lejos del pueblo, se llega atravesando un sendero.

- ¿Sabe si sus hijas se encuentran aquí? -preguntó Jayde.

-La chica que viene a entregar pan por doña Magdalena -comentó Lydia-. Una vez me le encontré en el bosque, se dirigía hacia un sendero, podría ser ella.

-O una muchacha cualquier -replico Dilara-. No estamos seguros…

- ¿A qué hora viene? -repuso Luka.

-Siempre vienen a las diez de la mañana -le respondió-. Es muy puntual.

-Sería todo -concluyó Jayde, le dio un gran sorbo a su copa acabándosela-. Gracias por el vino, pero ya es hora de irnos.

Scarlett y Luka la siguieron hacia la entrada, pero justamente antes de salir Jayde fue detenida por Dilara sosteniéndola del brazo.

- ¿Eres una especie de adivina? -susurro intrigada-. ¿Cómo lo averiguaste? -esta se soltó de su agarre-. No me importa como quiera…

-Lo que menos me importa es hacer justicia -le acortó-. Tengo mis propios problemas como para meterme en los ajenos.

-Estas ayudando a unos niños…

-Ya comprendes -dijo irritada-. Es mi problema, será mejor que cooperes conmigo, descuida le diré a Matteo que le das tus saludos.

Partieron en el carruaje regresando hacia el castillo donde afuera de la entrada los estaba esperando Matteo con una mirada inquieta, debió de conseguir mejor información que ellos. Observaron de lejos el atardecer, el sol se estaba ocultando y la luna no tardaría en aparecer, si los estaba utilizando para rituales, la noche sería el peor enemigo de los niños. Scarlett debía de apurarse si quería retrasar los efectos de las brujas. Por sus caras Matteo dedujo que sabían la misma información que él, les enseño un archivo que debía contener información.

-Supongo que saben lo mismo que hablo -dijo serio-. Son las hermanas Cavaglieri, hablemos en el salón.

Entraron al salón de recepción, las paredes verdes estaban tapizadas, el suelo era de madera que cubría la mayor parte una alfombra verde hecha de terciopelo, encima se encontraba un juego de sofás y sillones de color beige acomodados de enfrente en forma de cuadrado. Enfrente había una chimenea hecha de oro, encima había un gigante espejo con bordes de oro, en el centro había una mesa de madera. En el techo colgaba un candelabro iluminando el salón, había varios ventanales que daban vista hacia el exterior donde se podía apreciar el patio trasero, en las paredes había punturas de ángeles colgadas. Al entrar pudo oler el olor de fuego quemándose, la chimenea estaba prendida, se podía sentir caluroso el lugar. Matteo cerró la puerta tras su paso echándole seguro para que nadie entrará, se acercó a un estante donde había varias botellas de alcohol y vasos de vidrio, les ofreció, pero ellos se negaron. Se sirvió un vaso de coñac, se sentó en un sofá individual, Scarlett en otro, Luka y Jayde se sentaron en el sillón, abrió el archivo sobre la mesa mostrándoles su interior.




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