Scarlett sentía que todos sus fuerzas se estaban perdiendo, los esqueletos luchaban para zafarse, cada minuto que pasaba comenzaba a perder el control, tenía que mantenerse firme, de lo contrario el pequeño ejercito la atacaría sin piedad. Observó como su nariz comenzaba a sangrar, eso le pasaba cuando se excedía con su magia, por alguna condición extraña sucedía desde que tenía diez años, nunca supo si había cura, por eso solo podía rasgar la superficie de sus poderes. Se estaba agotando, no podía pensar claramente como vencerlos, sentía que las fuerzas abandonaban su cuerpo, cayo de rodillas al suelo, siguió estirando su mano manteniéndolas en contra de la pared mientras erigía al mismo tiempo un escudo para que sus espadas o lanzas no la lastimarán. Resistió todo lo que pudo, dejo caer agotada sus brazos provocando que el escudo se rompiera y los esqueletos quedarán libres.
Scarlett se paró decidida, la mayoría de sus poderes eran inútiles en contra de estos, al no tener una mente propia eran inmunes. Su magia estaba bastante gastada, se quitó la sangre de su nariz, todavía podía aguantar. Utilizo su magia para esquivar cada golpe desviándolo al mismo tiempo, doblo su espalda hacia atrás observando como todos arremetían sus armas contra ella, entrecruzándose. Desapareció delante de ellos y reapareció detrás de estos, los volvió a elevar en el aire, pero esta los desmembró al mismo tiempo dejándolos en varias piezas. Pudo tomar un suspiro antes de que volvieran a la normalidad, quiso caer al suelo debilitada, pero antes de hacerlo sintió como alguien la atrapaba de la cintura impidiendo que cayera. Por un momento pensó que era Luka, lo miro agradecida, pero antes observó delante de ella unos ojos grises profundos que la miraban seriamente, la sostenía Amadeo.
-Luego me explicas -le exigió-. Sabía que algo se traían de manos, pero nunca pensé que fuera tan grave.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó preocupada-. Un simple terrenal como tú, te harán pedazos esas cosas.
-Una vez le gane a un duendecillo enojón en una pelea -mencionó despreocupado, le guiño el ojo-. No temas -señalo su anillo-. Tengo un as bajo la manga.
Sostuvo con fuerza a Scarlett, la volteó cubriéndola con su pecho, esta sintió sus mejillas enrojecer, quiso separarse de él, pero su agarre era fuerte.
-No mires -susurro delicadamente-. No querrás que tus hermosos ojos se derritan.
- ¿Qué piensas hacer? -murmuro.
Amadeo tapo de sus ojos con su mano, Scarlett se moría por observar aquello, pero prefirió hacerle caso a la advertencia de este y se obligó a no levantar la mirada. Amadeo observó como los esqueletos se lanzaban hacia ellos, este levantó su anillo al techo, cerró sus ojos mientras murmuraba las siguientes palabras:
- Solis fulgor
Scarlett sintió como un abrazadora luz iluminaba toda la sala, el calor que emitía era intenso, ahora comprendía sus palabras, cerró con más fuerzas sus ojos aferrándose a este, duro por un momento, pero la luz que había desprendió fue tan intensa que podía jurar que por unos segundos la noche se convirtió en el día. Cuando sintió que la luz se apagaba y el calor se esfumaba, abrió los ojos encontrándose con los esqueletos pulverizados, donde antes había huesos solo quedaban montañas de cenizas. Amadeo descubrió sus ojos, le toco sus hombros delicadamente avisándole que ya podía separarse de él, Scarlett no se había dado cuenta que seguía aferrada a este, rápidamente se alejó desviando la mirada hacía las cenizas, lo miro asombrada.
- ¿Cómo pudiste…? -preguntó anonadada-. ¿A caso ya sabías de la función de tu anillo? ¿Cómo?
-Desde que tenía diecisiete me entere de lo que realmente era-respondió con desdén-. Desde entonces he podido ver tu mundo -se agacha para mirarla directamente a los ojos-. Pequeña bruja, en lo personal me parecen fascinantes…
Scarlett palideció.
- ¿A caso me viste? -pregunto conmocionada.
-Para ser sincero los estuve observando desde un buen rato -le confesó-. Parecía que tenías manejada la situación hasta que te debilitaste -frunció el ceño-. Tengo entendido que eso no les sucede a las brujas ¿o sí?
- ¿Nos seguiste? -protestó-. ¿y no dijiste nada?
-Quería esperar lo que sucedía y trataba de entenderlo -respondió sincero-. Pude concluir que vinieron a detener a otras brujas ¿diferente clan? ¿no?
-Son plateadas -dijo rápidamente-. Si puedes manejar tu anillo serás de gran importancia, seguidme.
Nirelle invoco una arma circular arrojadiza, era un par de chakram, el centro era hecho de oro y el filo de color morado oscuro. Orlena se rio al verla preparada para pelear, no le dio importancia, volteándose para seguir mezclando varias pociones cuando un chakram aterrizo a lado de ella rozándole su mano. Devolvió su mirada incrédula hacia esta, no podía creer que su hermana menor estuviera dispuesta a pelear contra ella.
- ¿Estás hablando enserio?
-Puedes leer mente ¿no? -dijo seria-. Ya debes de saberlo, no dejaré que hagas eso, sobre mi cadáver.
-Tan dramática como siempre -mascullo entre dientes-. No sabes de lo que hablas pequeña, ¿recuerdas que yo te crie? -soltó una risa incrédula-. No eres capaz de lastimarme.
Sus ojos se tornaron en un morado oscuro, Orlena cayó al suelo retorciéndose del dolor miraba anonada a esta, quería luchar contra su poder, pero Nirelle era más fuerte que ella. No la estaba matando de dolor, pero tampoco dejaba que se reincorporará dejándola inmóvil.