Ellas tienen miedo de irse de nuevo,
Quieren despertar otra vez y no morir de frio,
No quieren morir sin comprender,
porque la batalla la perdieron antes de nacer.
Paula Canyul.
Llevaba días sin acudir al colegio desde aquella pelea con el director, mi padre estaba en contra de mi regreso no paraba de decirme que podíamos encontrar uno mejor y con más control, en donde un director corrupto y su hijo no me intimidaran, pero mi padre no entendía que me gustaba ese colegio por que estaba cerca de casa y no quería alejarme de él me limité a decirle que no era necesario.
Además, ya no me sentía tan sola, kelpie estaba conmigo a toda hora y el cuervo a quien él se dirigía como “amo” venía seguido a vigilarnos.
También mis noches eran más tranquilas, podía dormir más y había empezado a tener sueños con regularidad.
— está bien no te cambiare de colegio, pero te contratare un chofer que estará fuera del colegio a toda hora, si sales 5 minutos tarde él tiene la indicación de llamar a la policía y entrar a buscarte. — agregó mi padre.
Su preocupación por mi era adorable pero también muy exagerada al parecer las cosas intermedias no existían en mi vida, sino que pasábamos de un extremo al otro, había pasado de ignorarme y llegar tarde a estar todo el día en alerta de lo que hacía o quien me hablaba.
Mi teléfono empezó a sonar.
— Padre no puedo llevar un chofer al colegio te aseguro que no me pasara nada, tendré más cuidado y voy a evitar los lugares solitarios. — le dije mientras veía el identificador de llamadas
Era Eduardo que me marcaba por segunda vez en el día.
— Puedo ir a comprar unas pinturas no iré sola. — pregunté
— ¿Con quién? — me interrogó con cara seria.
— Con Eduardo el chico que estuvo en la junta. —
Un destello de sorpresa apareció en su rostro, pero desapareció tan rápido que cualquier otra persona no lo hubiera notado.
No lo culpaba porque era la primera vez que salía con un amigo, también me sentía sorprendida porque jamás pensé que esto sucedería.
— Está bien, pero tiene que dejarte en la puerta de la casa y si traes algún rasguño que asuma las consecuencias. — me dijo con un gesto de advertencia.
El teléfono dejó de sonar y moví mi cabeza en asentimiento.
Subí rápidamente a mi habitación para devolver la llamada.
Contestó al primer tono.
— Hola — dije en un jadeo
Pude escuchar una risita al otro lado.
— Hola Yuli te escuchas sin aliento acaso te he interrumpido. — empezó a bromear
— ¡¡¡No!!! Estaba hablando con mi padre. — escuché como se aclaraba la garganta.
— Quería ver si podrías ir de compras conmigo. — me dijo con una voz más formal.
— Tranquilo estoy en mi habitación, mi padre no está conmigo. — sonreí
— Entonces iré por ti Yuli. — su tono juguetón había regresado
— Claro te espero, ¿en cuanto tiempo llegas? —
— Estoy cerca de tu casa y puedo verte en 10 minutos. — murmuró tímidamente.
— De acuerdo. — Colgué sin decir más.
Un carraspeo me hizo saltar.
— podrías dejar de hacer eso, es bastante molesto. — le dije con enfado
Kelpie siempre aparecía sin aviso y no me acostumbraba a ello.
— Mi amo no estará feliz si regresa y no te encuentra, él dijo que no podías salir sin su permiso. — manifestó Kelpie.
— Si amiguito, pero dijiste que querías golosinas y ya te acabaste todas las que tenía podrías venir conmigo y así tu amo no se enojara. — Le dije sabiendo que me diría si a todo después de escuchar la palabra golosinas o comida.
Era muy gracioso, pero kelpie era un glotón podía comerse 4 paquetes de jamón con varias bolsas de patatas fritas y aun así pediría más y más.
Sus ojos brillaron.
— Está bien ir, solo porque mi amo dice que debo cuidarte. — Contestó tratando de mostrar indiferencia
Solté una pequeña risita, pero no dije nada.
Mi padre me esperaba abajo, me dio más dinero del que necesitaba, pero no me queje ya que con kelpie a mi lado necesitaba mantener el refrigerador y las alacenas llenas de comida.
Compraría golosinas suficientes para mantenerlo tranquilo ya que se ponía inquieto cuando tenía hambre y empezaba a ser travieso.
También compraría comida para su amo, kelpie no paraba de pedirle que las probara.
Eduardo llegó y al ver a mi padre se puso pálido, trate de salir rápidamente pero mi padre le dio un sermón de lo que pasaría si yo me lastimaba, y que incluso si me caía la culpa sería de él.
Salimos rápidamente, Eduardo se veía bastante incómodo.
— No creas lo que dijo mi padre, él solo ha estado muy preocupado por el incidente con el director. — él miraba al frente casi ausente.
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Editado: 20.11.2021