La maldición de la niña dorada.

Son Reales.

Capítulo de Elyiza

 

 

Sabes que tú vida es extraña cuando a las 5:00am, tu madre te despierta llorando.

-Mi niña, tengo algo que decirte, tu..., tu... Ella murió –Dijo en un hilo de voz y entre sollozos, intentó calmarse, nunca la había visto así, ella es una cirujana, está muy acostumbrada a la muerte y eso me espantó.

- Quién, ¿Quién falleció? -Tartamudeé.

-Mi...mi mamá. -El mundo se congeló, no, ella no, eso no podía ser posible, era una locura. ¿Qué le habrá pasado? Nada podía matarla, estaba segura de que yo fallecería antes que ella, pero no.

- Qué, ¿Cómo ocurrió? -Logré decir, tragándome las lágrimas, ella era su madre a fin de cuentas no quería hacer de mis sentimientos un drama, cuando lo que ella estaba sintiendo era peor y más importante.

- Iba de camino a Blades a vernos, hubo una colisión de autos, ella falleció en el lugar. – intentó calmarse, con esfuerzo logró decir todo esto lo más calmada posible.

Después de terminar de hablar no pude soportarlo más y me puse a llorar, ella había sido una mejor amiga para mí, durante toda mi vida. Llamé a Becca y Josh, ellos me dieron palabras de consuelo y un poco de compañía, y por primera vez llamé a Bell por algo que no tenía nada que ver con cosas fantásticas o inimaginables, sigo pensando que son mentiras y que en algún momento me van a decir "No existe nada de eso feliz cumpleaños" o "Feliz día de los inocentes" pero les voy a seguir el juego hasta donde ellos quieran sigo escéptica con la existencia de creaturas místicas, pero bueno siempre he creído que sí existen, Claro, tener todos los días mensajes sobre cosas sobre naturales es extraño, aburrido y confuso, pero ya me estoy acostumbrando.

-Hola, ¿Qué pasó? Es muy temprano... Te pasó algo o solo te volviste loca- Dijo aún medio dormido al contestar, eso a pesar de mi humor me hizo sonreír.

-Ella... -Tomé un segundo - Ella falleció- Por mi mente pasaban todos los recuerdos de cuando estaba niña y me ponía sus vestidos, que, claro está, debían combinarse con labios rojos, collar de perlas y su perfume, ese perfume que tanto amaba con olor a rosas que de hecho su nombre es Rosa si no mal lo recuerdo de L'Erbolario, pronto el respondió sacándome de mis pensamientos

- ¡Qué! La princesita falleció- Dijo alterado. ¿princesita? Ah Becca. Volví a sonreír ¿Cómo él podía hacerme sonreír a pesar de estar triste?

- No, mi, mi abuela.

- Ah, lo lamento ¿Qué sucedió?

- Un accidente de camino a nuestra casa. Mi familia es católica, vamos a hacer una vela, me encantaría que vinieran, sé que es solo trabajo, bueno, sea cual sea su trabajo, pero igual me agradan, además ocupamos cambiar la fecha de nuestra partida no va a poder ser pasado mañana, por obvias razones, así que necesitamos hablar. -En parte era solo una excusa, pero era cierto, necesitábamos cambiar la fecha, no podría pensar en nada estando triste.

- Está bien, en la noche llegamos, ahí luego hablamos. – Sentí calma y no sabía por qué.

Al llegar la noche, se hizo la vela durante toda la noche, cerca de las 9:00pm Mart y Bell llegaron, yo llevaba un vestido verde oscuro, casi negro, con un cinturón dorado y zapatos beige con tacón verde esmeralda. Pero al ver a Bell y notar que íbamos combinados, sonreí y al mismo tiempo sentía como si ya lo esperara, el llevaba un traje verde oscuro con camisa blanca y corbata verde esmeralda. Era gracioso el hombre que me atraía iba acorde con mi traje, cuando digo "hombre" es correcto, él es un hombre, lo que a veces me sorprende, él tiene unos veinte... y algo, casi treinta, creo, pero he de decir que Mart se veía muy, muy bien, el llevaba el mismo traje solo que en tonos rojos y bordado dorado. Ambos entraron y me estaban buscando con la mirada cuando Bell encontró mis ojos paró su caminar, nos sostuvimos la mirada por mucho tiempo, más del que creí. "Elyiza" escuché, una voz muy lejana, pero no le presté mucha atención. "Elyiza" volvió a decir esa voz, esta vez la reconocí era mi madre, me tomó un momento volver la mirada hacia mi madre. No había hablado con ella en todo el tiempo que llevábamos ahí no habíamos podido hablar, siempre había alguien más con quien hablar o recibir condolencias.

- ¿Cómo estas, querida? -Dijo y me abrazó de la cintura.

- Estaré bien.

- Lo siento, pero así es esto, solo necesitas estar vivo, para morir. En un momento estas vivo, pero al otro, no.

-Mamá, lo sé, lo lamento, era tu madre. – Ella simplemente asintió -Lo siento, debo irme, te amo mamá.

-Yo igual querida y, por cierto, tus amigos son bastantes atractivos. -Dijo guiñándome un ojo, seguía triste y eso se notaba, pero su humor a veces era así. Sin importar, tiempo, lugar o situación.

Volví a ver a Mart y Bell ellos se dirigieron hacia mí, Bell me dio un beso en la mejilla. -Lo siento Ely. Mi pésame.

-Gracias.

-Te ves muy linda en ese vestido. - Me susurró Mart al oído. Me puse un poco roja – Eh, quiero decir. Mis condolencias. -Se corrigió, sutil...

-Muchas gracias. Por ambas cosas.- le respondí susurrando en su oído, el solo se limitó a reír en mi oído con esa voz grave y he de admitirlo, muy atractiva.

Siguió pasando la noche. La mayoría de las personas ya se habían ido, nosotros habíamos salido del lugar, estábamos hablando, me despedí de Josh y Becca, ellos ya se tenían que ir , cuando, al cabo de unos cuarenta minutos de que Josh y Becca se hubieran ido se escucharon unos gruñidos, mi corazón se aceleró por un instante, pero no le preste mucha atención, sin embargo, Bell y Mart se pusieron de pie lentamente con normalidad pero rígidos y alertas, justo como en nuestros entrenamientos, recordé todos los entrenamientos, habían sido divertidos, nunca realmente les he puesto mucho esfuerzo, realmente no voy a convertirme en una guerrera, como si eso existiera, pero me ayudan a mantener mi condición física y mi salud, por lo que son de ayuda, sigo pensando en hasta dónde llegará esta broma. Ambos metieron sus manos en sus sacos. Bell volvió a ver a todo su alrededor, sacó algo de su saco y lo metió debajo de mi falda, le hubiera dado un golpe, hasta que noté que era algo metálico y filoso, metí la mano en mi falda y noté que efectivamente era un arma metálica.




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