La Maldición de Los Pines

Capitulo 23

Hablaron durante unos segundos antes de que la sra. Pines girara en su dirección recordando que también se encontraban allí, aunque sobraran.

––Nick, tú ya les conoces, pero Alex te presento a Eric y Evan D´Balla –– le dijo alegremente.

Ambos se levantaron muy a su pesar hasta quedar frente a los invitados.

––D´Balla –– comentó el sargento con tono cansado.

––Donovan –– respondió el mayor de los hombres con el mismo tono.

––Con que tú eres el famoso detective Smith –– comenzó diciendo Evan ignorando a su padre, con su marcado acento italiano –– Breela me ha hablado de ti, es un placer por fin conocerte –– dijo tendiéndole la mano.

––Lo mismo digo –– respondió con una sonrisa tensa estrechando su mano.

––Ya pueden pasar al comedor  –– les informó Marie, viendo el tenso ambiente que se creaba.

Se dirigieron a la habitación contigua sin hacer ningún comentario. La sra. Pines encabezó la mesa seguida a su derecha por el sargento y al lado de este Alex, frente a ellos Breela estaba a la izquierda de su madre seguida por su prometido y el padre de este. Marie hacia todo lo posible por servir todo lo más rápido que pudiera, el ambiente era tan tensa que no dudaba que en cualquier momento alguno perdiera los nervios. Transcurrieron unos minutos en los que solo se oía los cubiertos chocar contra los platos, fue el sargento –– como cosa rara –– quién habló.

––No creo que nos hayan invitado a cenar para vernos las caras, ¿cierto cuñada? –– dijo lo último con cierto toque sarcástico.

––Cierto, queríamos informarles que la boda se ha adelantado –– les informó Rose el sargento hizo un gran esfuerzo para no escupir el trago de vino que mantenía en la boca y Alex dejo el tenedor suspendido en el aire dirigiendo su mirada incrédula hacia Breela.

––Eso… Bueno, eso… –– tartamudeaba el sargento sin lograr pronunciar algo coherente, luego de unos segundos se calmó y pudo hablar –– ¿y cuándo piensan hacerla? –– preguntó finalmente.

––El dieciocho de noviembre –– le respondió Breela evitando la mirada de Alex, que la seguía viendo con fijeza.

–– ¿Cuándo? –– Preguntó alterado el sargento –– ¿eres consciente de lo que haces, Rose? –– dirigió la mirada a su cuñada.

––Nadie está haciendo nada malo, y si así fuera no es de tu incumbencia –– le respondió tajante.

–– ¿Qué no es de mi incumbencia? –– Repitió indignado –– te recuerdo que es la hija de mi hermano.

––Tú lo has dicho, de tu hermano no TÚ hija –– dijo elevando la voz.

––Si a esas vamos, ambos sabemos bien que… –– le respondió de la misma manera pero dejó la oración a medias, no era el momento, ni la forma –– ¿podríamos hablar en privado? –– le pidió de forma amable.

––Hablemos en el despacho –– terminó cediendo, no debían tener esa conversación con espectadores y mucho menos con Breela en la misma habitación.

Ambos se colocaron de pie abandonando el lugar sin decir nada más, Alex no entendía que era lo que sucedía, tampoco le importaba, ni siquiera sabía que era lo que seguía haciendo en aquel lugar.

––Creo que será mejor que me retire –– dijo mientras se levantaba de la mesa con tres pares de ojos siguiendo sus movimientos –– fue un placer conocerlos –– dijo estrechando las manos de las hombre frente a ellos.

––El placer ha sido nuestro –– le respondió Evan.

––Buenas noches –– se despidió comenzando a caminar a la salida, esperando una respuesta que nunca llegó.

Cuando llegó a la puerta principal contó hasta diez, en un vago intento de esperanza, que murió cuando llegó al final de la cuenta y la persona que esperaba no era quién se encontraba a su lado.

––Hay cosas que no podemos evitar niño Alex –– explicó Marie en un intento de consuelo, acariciándole la espalda con la mano.

––Pero sí que podemos explicar –– le respondió de forma susurrada.

––A veces es mejor una mentira, que la verdad –– suspiró con pesar.

–– ¿Por qué suena como si esto ya lo hubiera vivido, nana? –– aunque no le gustaba lo que le estaba diciendo, ni la situación, vio en ello una oportunidad para estar más cerca de la verdad.

––Existen cosas que es mejor dejar bajo tierra.

–– ¿Cómo a Audrey? –– preguntó firmemente, girándose hasta quedar de frente a Marie cuyo rostro palideció, nunca la había visto así de blanca.

–– ¿C-cómo sabes de niña Audrey? –– preguntó con voz temblorosa.

––Al parecer, la única que no lo sabe, es Breela –– respondió él, agarrando a la mujer de la cadera al ver las piernas le fallaron –– Nana, ¿está bien? –– Inquirió preocupado, ella negó con la cabeza –– ¿Qué le parece si tomamos un poco de aire frío?

Dicho eso la ayudo a salir de la casa y comenzar a caminar hasta llegar a la reja, fue ella quién le detuvo.

–– ¿Quién te ha hablado de Audrey? –– volvió a preguntar pasmada.

––Te aseguro nana que no lo quieres saber, ¿Por qué Breela no sabe de Audrey?



#5148 en Thriller
#2762 en Misterio
#2026 en Suspenso

En el texto hay: misterio, traicion, pueblo

Editado: 27.02.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.