La manifestación del amor | Completa

9

Josh
 


Esto tenía que ser una maldita broma.

No acababa de salir corriendo del estacionamiento para perderse en medio del bosque que había en las afueras de las fábricas. Y yo tampoco acababa de seguirla como un idiota.

Para ser alguien que no parecía ejercitarse, Maxine corrió demasiado rápido para que incluso yo pudiera alcanzarla. Grité su nombre y no recibí respuesta. De repente me encontraba en medio de la nada y todo estaba demasiado oscuro para saber el camino de regreso.

¡Debí dejarla ahí!

¿Por qué la seguí? ¿en qué estaba pensando?

La había traído hasta acá con el doctor William para darle respuestas y lo único que obtuve fue ella gritando que no tenía pruebas de nada. Cada vez me exasperaba más, porque nada de lo que hacía la tenía contenta. ¿Por qué siquiera me importaba? Debí dejarla en el momento en que se metió a este problema solita, pero no, tuve que seguirla como un perro faldero.

Mi teléfono no tenía señal para marcarle a Kennedy así que primero tuve que ir a buscarla. La encontré mirando a su alrededor como un animal perdido. En realidad ya lucía como uno, con su cabello despeinado azul y sus ojos brillantes.

Al notar mi presencia pareció alegrarse.

Esa debía ser la primera vez que parecía contenta de verme. Yo no tanto.

—¿Estás contenta?

—¿Dónde estamos?

—¿Crees que lo sé? 

Frunció el ceño.

—Estabas siendo exasperante, no podía seguir escuchándote. Vine acá a dar un respiro.

—¿Y qué esperas ahora? ¿quieres que nos coma un oso o qué?

—¡Esto es tu culpa! ¡si no fueras tan tocapelotas no estaríamos aquí!

Me eché a reír, debía estar bromeando. 

—No hay señal, tampoco puedo llamar a Kennedy y, ¡para colmo estoy atrapado en medio de la nada con una loca que no se responsabiliza de sus acciones!

—No es mi culpa que no encontrara a Kennedy, seguro se largó porque tampoco te soporta. ¿quién lo haría?

No daba crédito a lo que estaba diciendo, la que era insoportable era ella. Y ahora estábamos varados en medio de la nada porque decidió salir corriendo como un animal asustado.

Iba a responder cuando el cielo tronó como si se estuviera rompiendo y parpadeó en el cielo un relámpago. Maxine gritó asustada y se tapó su cara con las manos. Enseguida una ola de lluvia cayó con fuerza sobre nosotros. No era una llovizna o brisa, no, era una tormenta que nos empapó de pies a cabeza. 

Mi primer instinto fue esconderme en un árbol, pero los rayos del cielo me hicieron darme cuenta del peligro que eso conllevaba. Maxine tampoco se movió y simplemente sentimos la fría lluvia caer sobre nosotros.

—Supongo que tenías un plan, ¿no? —grité a través de la lluvia para que me escuchara, cosa que no le agradó. Me miró con odio.

—No tenías que seguirme, ¿por qué no te regresas?

Ahí estaba la cosa, si por mí fuera, me regresaría y la dejaría sin importarme pero el camino que había tomado ya no me permitía saber dónde estábamos. Comencé a caminar, alejándome de ella y tratando de buscar un camino de regreso.

Escuché los pasos de ella detrás mío, sus zapatos chapoteando con fuerza contra el lodo que formaba la lluvia. Me giré enojado, Maxine se detuvo a escasos centímetros, su cabello azul ya parecía negro debido a lo empapado que estaba.

—¿Qué crees que haces? —pregunté.

—¿Qué te parece que hago genio? ¡Estoy siguiéndote!¡No sé cómo regresar!

Me eché a reír.

—Debes haber perdido la cabeza, ¿por qué no te quedas a disfrutar de la bonita tormenta? ¡Seguro te agrada la naturaleza al igual que los animales! Es más, ¿por qué no le pides refugio a uno de ellos ya que tanto los amas?

Sabía que eso la iba a molestar porque vi sus ojos brillando con furia. Claro, ahora que sabía que se había equivocado no sabía qué decir. Negué con la cabeza y seguí mi camino, esperando que no me siguiera más.

La lluvia disminuyó un poco y seguí mi camino, como ya no la escuché más me sentí más libre. Maxine era un mar de problemas desde el primer día que apareció en frente de mí.

Entonces, cuando me detuve a tratar de ver mejor a través de la lluvia, algo me golpeó el hombro derecho. Mi saco estaba lleno de lodo que alguien lanzó desde lejos.

Y al girarme ahí estaba Maxine, mirándome con ojos de loca.

—¡Eres un idiota, Joshua Lyle!

No podía creerlo, esa salvaje acababa de lanzarme un bola de lodo al hombro como si fuera un animal. 

—¡Ya entiendo tu amor a los animales, Maxine! ¡Tienes tanto en común con ellos, igual de salvajes!

Ella logró bajar una pequeña colina y llegó a mi lado más furiosa si era posible.

—¿Me ibas a dejar aquí sola?

—Ya lo había hecho, querida Maxine —sonreí.

La tormenta ya no era más que una lluvia leve. Ella parecía una de esas chicas protagonistas de una película de terror, con su cabello enredado y mojado y sus ojos brillantes de locura. 

Estaba dispuesto a dejarla ahí sola para que tuviera una probada de su propia medicina cuando un aullido me detuvo. Había caminado solo un par de metros lejos de Maxine, pero mi cuerpo se quedó congelado ante aquel sonido. 

¿Qué clase de animales había en este bosque?

No podía haber animales grandes, ¿o sí? 

Miré a Maxine que estaba cruzada de brazos dándome una mirada burlona. ¿De qué se reía?

—¿Qué pasa, Josh? ¿Estás asustado?

Sonaba como una de esas niñas de jardín que se burlaba de su compañero por haberse meado en los pantalones.

Solté una risa, aunque sonó más nerviosa de lo que esperaba.

—¿Yo? ¿Asustado?¿por qué habría de estarlo?

Maxine alzó sus hombros, aunque su sonrisa seguía creciendo como si disfrutara todo eso.

—No lo sé, quizá por los lobos qué están cerca. 

Tragué en seco. Eso no podía ser cierto, estaba exagerando. 

—¿H-hay lobos aquí? 

De nuevo no logré decir más porque el aullido sonó más cerca y el sonido de ramas y algo acercándose. Mi primer instinto fue acercarme al único ser humano que había ahí y que para colmo era Maxine. Terminé a solo centímetros de ella.



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En el texto hay: romance, enemiestolovers

Editado: 12.07.2024

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