Han Jisung esperaba recostado sobre su cama. Le había pedido a Joe que fuera a buscar a su amigo Changbin a su casa. Estaba acostumbrado a mantener una relación tensa con todos en la mansión (a excepción de sus padres) sin embargo, la presencia de Joe le hacía sentir un poco intimidado. Consideraba que lo severa de su mirada combinado con la inexistencia de recuerdos en donde el sonriera, le daba la idea de que quizás él era una inteligencia artificial muy bien creada (o quizás no tan bien, por eso no podía sonreír)
Jisung sabía un poco de la historia de Joe. Pensaba que el hecho de que haya estado participando activamente en la milicia en su país, podía haberlo dejado con secuelas psicológicas que afectaran su capacidad de sentir o de expresar emoción. Quizás habían experimentado con él y su cerebro, quizás le realizaron una lobotomía para olvidar todo lo que vió ahí.
— Quizás deberías dejar de ver tantas películas de terror y ciencia ficción, Jisung— se dijo a sí mismo, mientras se tapaba la cara con las manos.
Afortunadamente el ringtone de su teléfono lo distrajo de sus conspiranoicas ideas. Inmediatamente supo quien llamaba, pues la canción que sonaba era una composición de rap que había creado con quién estaba a la otra línea: Changbin.
— Hey —se escuchó del otro lado de la línea.
— Hey —respondió Jisung— ¿Qué onda?
— Bien, ya voy llegando —respondió Changbin— así que vístete por favor. No tengo ganas de verte en paños menores.
— ¡HA! Ahora —dijo en tono burlesco Jisung.
— Tomé mucho soju con cerveza —se excusó Changbin— no era yo, era Patricia.
Jisung una gran carcajada mientras se levantaba de la cama para acercarse a la ventana.
— Sólo asegúrate de llegar rápido.
— Si, si. Joe condujo modo Toretto y ya estamos por entrar.
Movió la cortina para ver como la Van negra se acercaba a las grandes puertas de la mansión.
— Sí, ya te ví —dijo Jisung, cortando la llamada.
Las puertas comenzaron a chirriar mientras Jisung caminaba hacia la escalera, bajó las escaleras con prisa y salió por el recibidor justo a tiempo para ver como Changbin se bajaba del vehículo.
Changbin se aproximó a él con los brazos abiertos, listo para dar un abrazo. Siempre llevaba ropa negra y ese día no fue la excepción, a pesar del calor del verano. La playera que llegaba hacía lucir sus perfectos pectorales y lo ancho de sus hombros no pasaba desapercibido con nada.
— Tanto tiempo bro—dijo Changbin a Jisung abrazándolo con fuerza.
Jisung le respondió el abrazo con cariño, pero sus brazos no eran tan largos como para poder abrazarlo por completo.
— Estás muy ancho—se quejó Jisung— ya no puedo abrazarte bien, ¿Cuánto ejercicio estás haciendo?
— No hago tanto, sólo voy al gimnasio tres veces por semana —respondió Changbin— hago mucho deporte, eso sí. Deberías acompañarme.
Jisung gimió con pereza mientras rodaba los ojos. "Sabes que no voy a levantarme antes de las 11am" respondió desde sus pensamientos.
Jisung no entendía como Changbin seguía vistiendo ropa oscura a pesar de lo sofocante que estaba la temporada. Afortunadamente el interior de la mansión estaba fresco amortiguando las altas temperaturas del día. Pasaron por el vestíbulo y se detuvieron antes de subir las escaleras.
— Tomemos algo en la sala antes de subir— sugirió Jisung.
— Me parece bien — respondió Changbin.
Tras decir esto, Jisung vió como Ryujin bajaba las escaleras, modesta como siempre. Miró a Jisung y a su invitado, alguien recurrente ya en la mansión.
— Joven Jisung, Joven Changbin —dijo Ryujin con una pequeña reverencia a ambos— ¿Necesitan algo?
— Dos limonadas, con dos hielos y unas hojas de menta —ordenó Jisung levantando dos dedos.
— ¡Por favor! —añadió Changbin rápidamente.
— Estaremos en el salón, que lleguen rápido porque hace mucho calor— finalizó Jisung dándole la espalda a Ryujin para dirigirse al salón.
— Gracias —dijo Changbin sonriéndole a Ryujin antes de ir detrás de Jisung.
Entrando al salón, abrieron las ventanas para permitir que circulara el aire. El calor era sofocante. "Nunca hacen nada bien. De seguro se quedaron conversando en vez de trabajar" murmuraba Jisung entre dientes.
—¿Tienes que ser tan áspero con Ryujin? —preguntó Changbin un poco molesto— decir por favor o gracias no es algo tan terrible.
Jisung siguió caminando hasta encontrarse en la cabeza de la mesa, los rayos de luz que entraban por la ventana, hacían que su imagen se viera más imponente de lo que era. Se giró para mover la silla y mirar a Changbin, serio.
— Porque son empleados —miró fríamente a Changbin— y trabajan para hacer lo que pedimos. No tengo que pedirle por favor si es su trabajo.
Changbin conocía esa mentalidad de su amigo. Al fin y al cabo, habían sido de grupo de los matones durante una fracción de la primaria y toda la secundaria. Sin embargo, por lo poderoso de ambas familias, estas situaciones no habían llegado al ojo público ni judicial.
Ya ambos tenían 20 años, eran adultos y ya habían superado esa etapa matona de segregación. Al menos, Changbin lo había hecho.
— Bro, lo entiendo —respondió Changbin— pero pueden renunciar si no los tratas bien. Ryujin es una buena ama de llaves.
— Yo le pago para que trabaje, no para que haga vida social— respondió tajante Jisung— ni siquiera ha hecho sus labores correspondientes y debe ser por ese miserable niño de la mañana.
— ¿Qué niño?— preguntó Changbin mientras escuchaba como la puerta de la sala se abría.
Seungmin se acercaba con un acompañante, Minho, quien arrastraba una bandeja con rueditas que tenía las limonadas y unas galletitas horneadas por Felix. Seungmin tomó los vasos y los dispuso en la mesa, añadiendo los pequeños platos de loza con las galletas.
— El chef horneó estas galletas para acompañar su limonada—comentó Seungmin— que las disfruten.