Uricel decide irse a la antigua finca de sus abuelos, esta se encuentra abandonada desde que ellos fallecieron, queda lejos de la ciudad en un pequeño corregimiento llamado Lourdes, y allí comienza una nueva vida, no tiene nada, ni tampoco anhela tenerlo, tendría que aprender a vivir con lo estrictamente necesario, con algunos vecinos, consiguió semillas para germinar y comenzó a preparar un terreno para sembrar hortalizas, cerca de allí quedaba un río al cual iba a pezcar para alimentarse, limpió la casa y poco a poco todo iba cobrando vida; no tenía pensamientos ambiciosos, vivía sin sacar ni un sólo peso de su bolsillo con la mano que aún tenía la marca de aquella serpiente, que parecía estar allí tatuada, era la única forma de que no fuera atormentado. La serpiente parecía crecer dentro de su piel causando dolor, a medida que Uricel sacaba más y más dinero, pues está se alimentaba de su ambición, de sus anhelos de poder, y de su obsesión por Zara, así como de sus odios y de sus miedos, todo esto la hacia más fuerte y así se iba envolviendo en su brazo y al llegar a su corazón podria matarlo . Uricel lo sabía, lo había comprobado y por esto la única forma de evitar que sucediera esto era renunciando a todo; pero no sabía si esto sería suficiente para liberar su alma y destruir el pacto.
Con el pasar del tiempo, era inevitable que sentirse sólo, aunque procuraba mantenerse ocupado cultivando y consiguiendo su alimento, pues algún modo esto lo hacía sentirse libre, alejado del tormento y el dolor; en medio de todo pensaba mucho en Zara, en todo lo que hizo mal, en que hubiese sido de su vida si hubiera luchado por ella honestamente, creyó que la única forma de tenerla era convirtiéndose en hombre rico y poderoso, pero ahora sabía que no era necesario tanto, que lo único que debió hacer fue demostrarle ese amor que le tenía, conquistarla siendo cómo era...y dar la pelea... aunque no la ganara, lo importante realmente era que Zara fuera feliz, con él o con Don Felipe; pero ya era demasiado tarde y debía cargar con la culpa de la muerte de Don Felipe y la infelicidad de Zara, todo esto para terminar sólo y lejos de ella, y con la condena de su alma.
Uricel en medio de su soledad, un día decidió mirar al cielo y hablar con Dios, nunca lo había hecho, porque no sabía cómo, creció en medio de la violencia, de.la injusticia, la muerte y el dolor y la oscuridad de la guerra, de Dios no escucho jamás, pero algo lo impulsó a dirigirse a Él. - Dios, quiero pedir perdón, he causado lucho daño y esto por darle entrada al maligno en mi vida, el quiere mi alma, me dice en mis pesadillas que le pertenece, pero Tú eres el Todopoderoso, sé que puedes perdonarme y liberarme de mi condena, te pido piedad, ten misericordia. Terminó su oración entre sollozos y lágrimas, se sintió diferente, sintió paz, por primera vez se sintió sereno y tuvo la confianza en que había sido escuchado; se fue a dormir seguro de que no tendría pesadillas. Despertó a la mañana siguiente y se dirigió al pueblo a vender algunos pescados, aprovechó y llamó a Zara, pero no le contestaron, insistió e insistió sin éxito y se fue a casa, al día siguiente regresó al pueblo y volvió a insistir en llamar a casa de Zara, pero nunca hubo respuesta. Le angustiaba no saber de Zara, no poder hablar con ella, y al menos saber que estaba bien, pero ¿Que podía hacer?...pensó en ir a buscarla, pero tendría que hacerlo a pie, pues no tenia el dinero suficiente para viajar en bus, pero algo tenía que ocurrirsele porque no podía quedarse con la sosobra. Dejó de lado sus dudas emprendió entonces un viaje a pie hacia la ciudad, el camino ara largo...lo llevaban algunas veces en auto o en camiones, y por trayectos caminaba hasta que al fin pudo llegar.
Ya enfrente de la casa, se acercó tocó la puerta y nadie le abrió, tocó y tocó, pero nadie abrió, una vecina de la casa que lo escuchó salió al escuchar que tocaban con insistencia, y al ver a Uricel lo reconoció porque lo había visto venir allí antes cuando frecuentaba a Zara, -Buenas tardes, lo escuché tocar, y cómo puede darse cuenta, pierde su tiempo pues ellas no están, le dice la señora un poco molesta por la manera en que Uricel tocaba la puerta, - ¿Usted sabe dónde están? Le pregunta Uricel; -Sí, ellas están en hospital, lamentablemente la hermanita de Zara está enferma, y tuvieron que hospitalizarla. - ¿Sabe en que hospital se encuentran?, -Si, pero si quiere antes de ir para allá, siga y coma algo, pues usted se ve agotado; Uricel tenía tanta hambre que acepto el ofrecimiento y ya habiendo comido y bebido, ella le ofreció si quería ducharse y cambiarse y el por supuesto aceptó.
Se fue entonces a la dirección que ella le dio, y allí los encontró a todos, la madre de Zara y sus hermanos, se sorprendieron al verlo, se saludaron y Zara le preguntó cómo estaba y qué hacía allí, - Vine porque llevo días llamando a tu casa y no me responden, y pensé que algo malo les había sucedido, fue un largo viaje, pero llegué. -Valla! Y donde estuviste todo este tiempo?. -En la finca de mis abuelos, estaba abandonada y decidí recuperar lo poco que quedaba; ¿Qué fue lo que le pasó a tu hermana?, - Tuvo una recaída, debido a que se suspendió el tratamiento, porque no tuvimos los medios para seguirlo costeando, estuvo en peligro de muerte. - Uricel sabe que puede disponer de dinero, pero le costaría caro, pero por ayudar a Zara con su hermana, valdría la pena, así que metió su mano izquierda la de la marca de la serpiente y la metió al bolsillo, esperando encontrar dinero en él, pero no fue así, revisó una y otro vez, pero no había nada, miro su mano y se sorprendío al ver que no tenía ya nada, la serpiente que parecía tatuada en la palma de su mano, no estaba ya allí. El se sintió liberado, tranquilo, en paz, claro ahora su problema era conseguir el dinero, pero de alguna manera lo haría, ya sin ser esclavo de la maligna serpiente.